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Patrimonio

La diputación se llevó del Temple la portada plateresca del siglo XVI

El hermano de Franco ordenó el traslado de la fuente del claustro del Palacio del Temple, que perteneció al Convento de Montesa, a los jardines de la Embajada de Lisboa

La diputación se llevó del Temple la portada plateresca del siglo XVI

­Ahora que el Temple ha devuelto el Salón de Plenos de la Diputación en el siglo XIX, en el histórico edificio de la Orden de Montesa en Valencia, podría la Generalitat Valenciana devolverles la artística portada plateresca del siglo XVI que en la época franquista la Corporación Provincial arrancó y se llevó en los años cincuenta a su sede en el por entonces recién completado Palau de la Generalitat. Otro expolio que se permitió fue que un hermano de Franco arrancara y se llevara a Lisboa la fuente «ricamente esculpida» del claustro.

Una Real Orden dictada en 1863 hizo que en 1864 la Diputación de Valencia se instalará en el histórico Convento de Santa María de Montesa, mal llamado Palacio del Temple, ocupando una parte lateral posterior del edificio, donde puso su Salón de Plenos de estilo claramente decimonónico.

Antes, la Diputación había estado en el palacio de la Generalitat inconcluso (1813) y en el ex convento de los Jesuitas (1836) en la calle de la Purísima, quienes habían sido expropiados, exclaustrados y expulsados. La Diputación en su nuevo emplazamiento hizo un salón de sesiones que en palabras de José Martínez Aloy era «agradable, pero sombrío€ Sólida ebanistería, techo artesonado del que pende una complicada lámpara de bronce, y sobrio dosel con escudo real, primorosamente bordado en los talleres de la Casa de Beneficencia, imprimen a esta sala cierto carácter de severidad».

Los profesores Martínez Gallego y Antonio Laguna, partícipes en una excelente historia de la Diputación, dirigida por Manuel Chust, nos cuentan que la Corporación gastó 74.164 reales de sus fondos para reconstruir parte del edificio y adaptar determinadas dependencias a oficinas y actividades de la misma. Aquel dinero para estos investigadores sirvió «como certificado de ocupación, legitimidad incluida».

En 1905, con motivo de la visita del rey Alfonso XIII, hubo más obras en el Temple, abriéndose «la puerta en la calle del Temple, se reconstruyó la escalera y se remozó el Salón de Sesiones. Con el tiempo el edificio lo llenó de obras de arte de Ferrándiz, Moya, Navarro, Garnelo, Alda, Pinazo, Calandín, Domingo, Sorolla, Vicente López,€»

En 1923, la Diputación que no cesaba en su reivindicación del palacio de la Generalitat, a mitad de hacer de cómo se aprecia ahora „desde 1482 sólo existía el torreón recayente a la plaza de la Virgen y la mitad de su cuerpo hasta la puerta y patio de entrada, terminándose durante el gobierno de Franco en los años 50 del pasado siglo„ , logró que le fuera entregado el edificio, dejándose allí el mobiliario del Salón de Plenos que había construido y no quiso arrancarlo y llevárselo de allí.

Cambio de «casa»

Es en 1952, según cuenta el P. Jesús Faus Lozano, redentorista, cuando «la Diputación levanta el vuelo del Palacio del Temple y se instala en su nueva casa». Y viene aquí la denuncia (1981)del historiador del Convento de la Orden Montesiana: «Cuando la Diputación sale del Temple camino de su nueva casa, se llevaron una famosa y artística portada de la Celda prioral del Maestre Francisco Llansol de Romaní; es una bellísima portada de mármoles y jaspes de estilo plateresco, traída del Castillo de Montesa, arrasado por el terremoto de 1748. Se instaló en el Palacio del Temple y la Diputación se la llevó,€ para embellecer una de las portadas del Salón de Calixto III, de la Generalidad».

En su lugar, los autores del desmán «dejaron una portada de escayola pintarrajeada de nogalina. Mejor fuera que destruyesen ese permanente insulto artístico». Hecho que recordé en mi libro Restauración de las fachadas del Sacro Convento e Iglesia de la Orden Militar de Nuestra Señora de Montesa(1998).

Un gobernador civil franquista, que quería congraciarse con Nicolás Franco, embajador de España en Lisboa en la postguerra, conocedor de sus gustos artísticos le facilitó para la sede de la Embajada de España en la capital lisboeta, el palacio de Palhavá, rodeado de jardines llenos de estatuas y fuentes barrocas italianas, la fuente del Temple.

El propio embajador decía de dicho lugar que era «un dos mais atraentes Palácios de Lisboa» y su espléndido jardín adornado «com estatuas e fontes do mais puro estilo, atribuidas algunas al mágico cinzel de Bernini», conjunto de obras de escultura barroca italiana, de los siglos XVII y XVIII. Deterioradas por avatares históricos e inclemencias del tiempo, fueron siendo restauradas con aportes de otras antiguas fuentes. Este hecho ya lo conté en estas páginas de Levante-EMV en 2012.

La fuente claustral del Palacio del Temple era la que en origen estaba en el «Patio de la fuente» del castillo convento de Montesa, derruido por el terremoto de 1748. El historiador Antonio Ponz escribe que el Maestre Bernat Puig sentía especial predilección «por una fuente que se ha colocado en el principal patio». El Marqués de Cruilles testimonia que «la taza de la fuente que había en el centro del claustro y una puerta ricamente esculpida, eran procedentes del castillo de Montesa, de la época del XII Maestre Frey Bernardo Dupuig».

A pesar de tenerse estas informaciones de robos del Temple nunca fueron tenidas en cuenta, investigadas y exigidas su devolución.

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