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Un negocio con dos caras

El deporte amateur, especialmente las carreras populares, están teniendo en los últimos años un gran crecimiento

Un negocio con dos caras

os nuevos usos sociales, donde el cuidado de la salud ocupa un lugar preponderante, y la desgracia sobrevenida del paro incesante, que ha incrementado involuntariamente el tiempo de ocio de muchos ciudadanos, han espoleado en los últimos tiempos la práctica deportiva no profesional. Carreras atléticas y ciclistas, fútbol base, gimnasios, natación, el viejo footing... Pero mientras unos cuidan de su salud, otros hacen lo propio con la cartera. El deporte profesional, a qué dudarlo, es un gran negocio, pero el amateur también puede serlo, aunque depende de los eventos. Sin embargo, ¿de qué magnitudes estamos hablando?. No hay una respuesta global, ni siquiera en el Consejo Superior de Deportes, donde dicen que solo se ocupan de las disciplinas profesionales, pero las cifras parciales que manejan los diferentes subsectores que forman parte de esta actividad ponen de relieve que, pese a los efectos evidentes de la crisis, los números deben de ser de impacto.

La asociación española de fabricantes de material deportivo Afydad publicó en 2011 un estudio que ofrece un punto de partida muy ilustrativo. Las ventas en 2010 alcanzaron los 5.078 millones de euros en España, con un incremento del 1,71 % respecto al ejercicio anterior. Un 44 % de los artículos vendidos correspondía a confección y un 35,8 %, a calzado. El gasto per cápita ascendía a 110,3 euros, por debajo del tope de 118,6 de 2007, el año en que se inició la debacle económica. Por falta de presupuesto, la asociación no ha actualizado los datos. Pese a ello, Jordi Maré, director de CMD Sports, una web y revista especializada que, según la secretaria general de Afydad, Gloria Perarnau, les aporta datos sobre esta cuestión, considera que «no es descabellado» plantear una caída del 20 % desde 2010. La crisis manda.

Este experto no duda en afirmar que el ciclismo y, sobre todo, el running „es decir, lo que de toda la vida ha sido ir a correr„ están siendo en los tres últimos años «los grandes motores del deporte amateur español», por encima del fútbol. El running ha crecido por causa del paro y también de la subida del IVA a los gimnasios, que ha echado a las calles a muchos amantes del ejercicio físico en recinto cerrado, hasta el punto de que estos establecimientos están creando sus propias divisiones de running para no perder clientela. La pujanza del ciclismo también tiene una cierta relación con la crisis, según Maré, dado que la necesidad de una mayor austeridad está relegando los desplazamientos en coche. Pese a todo, el director de CMD Sport pide cautela sobre el alcance económico de estas prácticas, porque muchos corredores apenas gastan en zapatillas y otros tantos practicantes del ciclismo «estiran sus bicicletas mucho más que antes».

La compra de material deportivo „si bien incluye en la cifra reseñada a buena parte del consumo de profesionales„ es un indicativo, pero el negocio de la actividad amateur tiene muchas más aristas, como la organización de carreras o la celebración de competiciones futbolísticas, entre las que tienen más uso social, dado que la lista sería interminable si añadimos el tenis, los deportes por equipo y de montaña, el pádel o la natación. En un país campeón del mundo y de Europa, el fútbol es sagrado, aunque su práctica tiene la particularidad de que no puede ejercitarse en solitario. La Federación de Fútbol de la Comunitat Valenciana tiene 94.000 licencias amateurs„incluida la Segunda B„ que crecen a un ritmo del 5 % desde la conquista del Mundial de Sudáfrica. En la institución no saben cuánto dinero genera esta actividad, aunque algunas fuentes, a modo ilustrativo, apuntan que la deuda del fútbol amateur con Hacienda y la Seguridad Social se aproxima a los 5.000 millones que deben los profesionales de la primera y la segunda división. Una enormidad. En la federación, donde están inscritos 1.400 clubes y que organiza, al margen de las ligas privadas, 4.000 partidos todas las semanas en la autonomía, lo que sí aseguran es que, fuera de las escuelas, no hay negocio en términos de rendimiento económico, entre otros motivos por la caída de la publicidad, los patrocinios privados y las subvenciones públicas. Las penurias de los ayuntamientos también han contribuido: «En muchos pueblos, patrocinaban equipaciones o desplazamientos, pero ahora, no», asegura una fuente oficial de la federación, que añade que esta institución ha tenido que elevar en un 25 % las ayudas a los clubes pequeños, hasta 400.000 euros.

Las escuelas de fútbol son un mundo paralelo. En la federación apuntan que no suele ganarse dinero con estas instalaciones si se exceptúan los ingresos por el alquiler de las mismas, pero añaden que en la del Valencia reciben unos 500 euros por cada inscripción „«y superan los mil chavales»„, una cantidad que incluye la formación, las licencias, los desplazamientos y la equipación. Estamos hablando de la máxima categoría. Por debajo se sitúan otras escuelas privadas. Cracks forma desde los cuatro a los dieciocho años. Cada alumno paga al mes entre 50 y 60 euros. «Cuando acaba la etapa juvenil, les damos la opción de seguir en el equipo amateur, que juega en la regional preferente», asegura su presidente, Rafael Gimeno, quien precisa que la subsistencia de estos equipos, financiados por la propia escuela y por patrocinadores privados para cubrir presupuestos, es cada vez menor por la crisis y «porque la gente cada vez va menos al fútbol regional por los horarios televisivos» de las categorías profesionales.

Como apuntaba Maré, de CMD Sports, el gran boom deportivo de los últimos años procede del atletismo. El presidente de la federación autonómica, Vicente Revert, asegura que al año se celebran en la Comunitat Valenciana en torno a mil carreras, de las que apenas 60 llevan el sello oficial de ese organismo. Revert, sin embargo, considera que esa explosión «se está desmadrando, porque las empresas patrocinadoras solo ocupan el terreno donde se gana dinero» que es el de las grandes carreras populares, como maratones, mientras que en las pequeñas «hay problemas económicos» e incluso desvela que «algún ayuntamiento ha llegado a juicio con la empresa que contrató para la organización porque el dinero que tenía que revertir en el consistorio no ha llegado». No da nombres. Ni datos económicos. No los hay.

Los organizadores de carreras esbozan un panorama casi idéntico al de otros deportes no profesionales: el patrocinio institucional de ayuntamientos y Generalitat ha caído por la crisis y las marcas buscan la rentabilidad de los grandes eventos. Una conocida entidad financiera puede poner cien euros para una carrera de pueblo y 200.000 en una maratón como la de Valencia, asegura el propietario de Géiser, José Enrique Muñoz. Este ejecutivo afirma que en los tres últimos años se ha disparado el número de carreras, entre otros motivos porque hay «ONG o asociaciones de enfermedades raras que intentan compensar por esa vía la pérdida de subvenciones, pero al final no ganan lo que pretendían, porque los gastos son muy altos y el patrocinio de las empresas es selectivo». Muñoz explica que una carrera de nivel medio, con unos 10 kilómetro de recorrido y unos mil participantes, puede tener un coste de entre 8.000 y 12.000 euros, incluidos todos los gastos. En función de cuál sea el patrocinio privado, el promotor, por ejemplo un ayuntamiento, tendrá retorno o no. Para el organizador, los beneficios se sitúan entre los 1.500 y los 2.000 euros.

Las grandes carreras son otro cantar. Manuel Casanova, socio de Talentum, la agencia de comunicación y marketing que lleva los tres grandes eventos de Valencia „la maratón, la medio maratón y la 15K nocturna„ asegura que el presupuesto de la primera de ellas ascendió en 2013 a 1,32 millones de euros. Su crecimiento ha sido espectacular, desde los 3.600 participantes de 2010 a los 11.300 de 2013, gracias a una promoción internacional que ha atraído a corredores de élite pero también a turistas de las maratones. El resultado de todo ello es un impacto económico en la ciudad de unos 17 millones y el interés de las marcas por patrocinarla, como es el caso de Ford, CaixaBank, Divina Pastora o la Fundación Trinidad Alfonso (Juan Roig-Mercadona). Casanova añade que el Banco Mediolanum, subvencionador de la 15K nocturna, está logrando una notoriedad en Valencia que no tenía y ha renovado el contrato por cinco años.

En el ciclismo amateur el panorama no es muy alentador. El propietario del club CP Podium, el exprofesional Javier Castellar, asegura que solo las grandes convocatorias, como la pirenaica Quebrantahuesos, son rentables. La Comunitat Valenciana es más bien «un valle de lágrimas», porque la crisis ha ahuyentado a las empresas patrocinadoras. «Lo que se recauda se invierte en el club, en acciones solidarias y en los gastos propios del evento», afirma, pero siempre hay que buscar dinero extra „«llamamos a 500 empresas y solo responden 10»„, porque las inscripciones se sitúan entre los 15 y los 20 euros y, además del desayuno y comida, se entrega a cada corredor un maillot que cuesta 22 euros. Castellar afirma que apenas se organizan cinco carreras en Valencia y en todas ellas la participación se sitúa entre los 300 y los 1.500 corredores, lo que hace inviable obtener rentabilidades. Además, «no hay empresas que paguen dinero por tener un club, porque hay poca repercusión». «Tiene que haber un loco con algo de dinero, como yo», concluye Castellar, propietario de una firma cárnica y de dos administraciones de lotería.

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