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Materias primas

Una tierra pobre en minerales

No hay petróleo, ni gas, ni oro, ni diamantes. El territorio valenciano es pobre es recursos minerales energéticos y metálicos, pero rico en áridos, arcillas y piedras naturales que nutren a sectores como el de la construcción o el del azulejo e industrias afines como el vidrio.

Mina de arcilla La Parreta, ubicada en la localidad castellonense de Morella.

La huerta es de primera categoría, gracias, entre otros motivos, a la calidad de la tierra para el cultivo, pero, en términos minerales, el territorio valenciano es pobre. En el subsuelo de la autonomía no se esconden esas materias primas que despiertan la avaricia, generan enormes fortunas o se convierten en el maná más o menos duradero de un país. Dicho de otro modo, no hay petróleo, ni gas, ni oro, ni diamantes. Tampoco metales básicos para la transformación industrial como el hierro o el cobre. Sin embargo, la Comunitat Valenciana es rica en aquello de lo que posee, es decir áridos, arcillas y piedras naturales, sobre todo. También en aguas minerales, aunque pueda parecer paradójico por la continua demanda de trasvases hídricos. El ingeniero de minas y profesor del departamento de Ingeniería del Terreno de la Universidad Politénica de Valencia, Luis Oria, es concluyente al respecto: «El territorio es pobre; tiene muchas carencias en recursos metálicos, radiactivos y energéticos, pero es rico en lo que necesita para su industria local».

Otra cosa, como apunta Oria, es determinar, en el círculo que completan materias primas e industria (o producción), dónde está el huevo y la gallina. Expresado de otra manera: si una industria nace por las materias primas que tiene alrededor o el crecimiento de una industria hace que se exploten los recursos que la rodean. Sea como fuere, lo cierto es que, con tanta riqueza de materias primas relacionadas con la construcción, la Comunitat Valenciana también ha sido líder en este sector, incluso hasta extremos contraproducentes, como se ha visto en esta crisis respecto al boom inmobiliario previo. Lo mismo sucede con la cerámica, que se alimenta de la abundancia de arcillas y caolines, tan generosos en la provincia de Castelló, que acapara la mayor parte de la producción azulejera española.

El presidente de la Federación de Industrias Extractivas de la Comunitat Valenciana, Ricardo Rodríguez, asegura que este sector, que engloba a áridos, sílices, caolines, mármoles y, en menor medida, yesos, ofrece una producción a la industria local «adecuada en cantidad y calidad». El año pasado, el volumen de negocio rondó los 10.000 millones de euros y el empleo directo ascendió a las 10.000 personas. El valor de lo exportado, como es propio de una industria que nutre fundamentalmente a las empresas autóctonas, es muy bajo, apenas 370 millones, según datos de la Cámara de Valencia, que reflejan una subida desde 2008 en cerca de 100 millones. No obstante, la crisis ha hecho un daño considerable, con un descenso del 70 % en la producción de los áridos que suministran a la construcción o del 50 % en el mármol pulido. Caolines y arcillas se han mantenido gracias al empuje del azulejo. El Ministerio de Energía sitúa en el 5,2 % el valor de la producción extractiva valenciana, muy lejos del 22,4 % de Andalucía, del 16,3 % de Cataluña o el 14,5 % de Castilla y León.

Los llamados productos de cantera, es decir la materia prima, como arenas o gravillas, que ayuda a poner en pie viviendas o todo tipo de obras civiles se encuentran muy extendidas por el territorio valenciano. Luis Oria asegura al respecto que son comunes en toda la plana litoral, desde Vinarós al sur de Alicante „la actual Terra Mítica fue una cantera que suministraba a la zona de Benidorm, recuerda este ingeniero„, y también en los grandes núcleos de población del interior, como por ejemplo Xàtiva. Estos áridos son productos cuya rentabilidad se encuentra en estar cerca „a no más de 40 kilómetros„ de la zona donde van a ser consumidos. Es una matera prima que no está sobreexplotada, sobre todo desde el inicio de la crisis: «La demanda ha caído a niveles históricos y muchas canteras están trabajando bajo mínimos o paradas», apunta Oria, quien advierte, no obstante, de la necesidad de que estas instalaciones mantengan su vigencia legal ante el futuro cambio de ciclo, dado que una licencia de extracción precisa un mínimo de cuatro años y es imprescindible que estén en disposición de suministrar la materia prima que producen, en vista de que las importaciones son inviables. Al respecto, este experto recuerda los problemas que padeció el sector en Cataluña cuando el Gobierno tripartito, para evitar el impacto ambiental, instó a comprar áridos en Túnez para la zona del Garraf.

El medio ambiente es un serio condicionante del otro gran grupo de productos minerales que se extrae del territorio valenciano, que son las rocas industriales, es decir, arcillas y caolín para el sector cerámico e industrias afines como el vidrio o el esmalte. Estamos hablando de un sector estratégico para la economía valenciana. El territorio es muy rico en arcillas para cerámica, pero, según Oria, «el exceso de protección se puede convertir en una rémora». A este respecto, explica que hay arcillas «indispensables, como el tipo moró, que se localizan en la zona de Vilafamès y San Juan de Moró, en Castelló, pero también en el Desert de les Palmes y en la Sierra Calderona. En estas dos últimas zonas, sin embargo, están prohibidas las extracciones». Según el profesor de la UPV, de esta materia prima se obtienen ahora cantidades suficientes, «pero no dentro de dos años» si no se autorizan nuevas zonas. De seguir así, el sector azulejero sufrirá, porque buena parte de su competitividad exterior se encuentra en una arcilla «muy buena y muy próxima», mientras que «si tiene que importar de Turquía, Ucrania o el Norte de África, el producto final se encarecerá mucho». Arcilla de gran calidad también hay en Villar del Arzobispo, pero se encuentra ubicada en montes de titularidad pública con catalogación forestal. Oria asegura que en esa zona ya se está produciendo, pero es «preciso ampliar y les están poniendo muchas trabas». Para el presidente de la patronal sectorial, Ricardo Rodríguez, «el problema no es de existencias, sino de exceso normativo y de falta de seguridad jurídica para el empresario minero, que sufre muchas trabas a la hora de lograr licencias y colocar, por tanto, su materia prima en el mercado».

Alicante, por su parte, tiene en la zona de El Pinoso una gran concentración de piedra ornamental, hasta el punto de convertirla en la líder española en la exportación de mármol y piedra natural. Los recursos disponibles son muy abundantes. El autoabastecimiento también se observa en el yeso, que se extrae a cielo abierto y se traslada a fábricas para su transformación. Este producto se obtiene en los alrededores de Segorbe y, en menor medida, en Alicante. En esa provincia, concretamente en Torrevieja, se extrae un mineral que la Comunitat Valenciana exporta al resto de España y a otros países. Se trata de la sal. En Borriol, por su parte, se logra pizarra, utilizada en las fábricas cementeras.

Como ha quedado dicho, la autonomía apenas tiene minerales energéticos, desde luego no petróleo, aunque Oria recuerda que en 1989 se obtuvo «oro negro» frente a Vinarós, donde luego se ubicó el proyecto Castor de gas natural. El petróleo, sin embargo, era escaso y con mucho azufre. Se desestimó, al igual que el carbón lignito que se descubrió en el norte de Castelló en los años cincuenta del pasado siglo. Así las cosas, este tipo de minerales se reduce ahora a la turba para hacer abonos y ornamentaciones para parques y jardines que se extrae del parque natural de Cabanes-Torreblanca.

En cuanto a los minerales metálicos, la Comunittat Valenciana es un desierto. «No hay ninguna explotación porque las condiciones geológicas no son favorables», afirma Oria. Por tanto, no hay hierro, ni cinc, ni cobre. Pero este experto apunta que, aunque el territorio tuviera minas con estos productos, no le serviría de nada sin unos altos hornos que permitieran transformar la materia prima. Pese a todo, hasta los años sesenta del siglo pasado hubo actividad en la Serra d´Espadà de sulfuro de mercurio y sulfato de cobre, que desaparecieron por falta de rentabilidad.

Por último, está el recurso mineral más insospechado: el agua del subsuelo tanto potable como minero-medicinal. Hay tantos recursos en la Comunitat Valenciana, que se trata de un producto que incluso exporta a otras autonomías. Eso sí, Oria asegura que en las planas de Castelló y Valencia hay mucha contaminación por los nitratos utilizados en los campos citrícolas.

Todo esto, por tanto, es lo que da de sí el territorio valenciano. Lo que falta hay que traerlo del exterior, muy especialmente el oneroso petróleo o el gas, pero también „así es el mercado„ arcilla blanca (la de aquí es roja) para algunos productos cerámicos impuestos «como moda por Italia, que tiene más cerca a los grandes suministradores, los turcos y los ucranios».

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