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Empresas que funcionan

Una aventura sobre ruedas desde Xirivella al mundo entero

Domingo Ochoa y Juan Miguel Castellanos. José Aleixandre

«Sin estudios universitarios, sin un proyecto, sin medios, solo con ganas de trabajar». Así nació en 1970 en Xirivella Industrias Ochoa, una empresa de componentes metalmecánicos que esta semana ha recibido la certificación Q1 de Ford, que le va a permitir a partir de ahora suministrar directamente piezas a la multinacional con planta en Almussafes en todo el mundo. Los orígenes de esta firma, tal como lo cuenta su cofundador, Domingo Ochoa, son los propios de tantos emprendedores de aquella España que buscaba la luz en las postrimerías de la dictadura franquista. Ochoa y su hermano por parte de madre, Juan Miguel Castellanos, de 26 y 18 años, respectivamente y también en cada caso mecánico y pintor de coches, iniciaron en aquel 1970 una aventura insospechada. «Trabajé de carpintero y de persianero y mientras ejercía de aprendiz de mecánico en una empresa un amigo me convenció para que hiciera un curso por correspondencia de diseño industrial», rememora Ochoa. La empresa para la que trabajaba cerró y «me instalé en el pequeño local de un amigo en el que me hacían encargos de mecánica y cerrajería». Es un momento en el que este subsector empezó a vivir «el boom de los adornos metálicos para zapatos a partir de un cambio sustancial, dado que, por ejemplo, las hebillas empiezan a realizarse por inyección y no por partes y con soldaduras, como antes».

Es entonces cuando aparece una figura providencial, un empresario «que nos propone que fabriquemos matrices y moldes para adornos para calzado y marroquinería y que nos presta las 100.000 pesetas necesarias para dar la entrada para la compra de maquinaria». Aquel primer año, la producción se dispara y los dos fundadores ya tienen una firma de subcontratación con doce empleados. Las alegrías, sin embargo, apenas duraron tres años, porque en 1973 el citado empresario «desaparece» dejándoles deudas y llega la crisis del petróleo. Ochoa recuerda que «salimos adelante porque pedimos aplazamientos de deuda a los proveedores y empezamos a fabricar un producto que nos salvó».

Se trataba de una maquinaria para hacer el mecanizado para unir las partes de ventanas y puertas, que en aquel momento comenzaban a producirse en aluminio. Este salto adelante fue el que permitió a la empresa trasladarse a Manises, donde estuvo hasta 1997. Ocupaba doce naves, de las que solo dos eran en propiedad. Así que en ese ejercicio la compañía se traslada al polígono Entrevías de Riba-roja, donde su nueva fábrica ocupa 16.000 metros cuadrados y donde dispone de otros 30.000 para futuras ampliaciones. Allí están empleados 220 trabajadores, encargados de las principales líneas de fabricación de la compañía, que a partir de 1976 dejó de lado la fabricación de moldes (cavidades cerradas donde se inyecta la materia prima), para centrarse en las matricerías y la estampación. «Nuestro producto es de encargo, como piezas para el automóvil o para el sector eléctrico», apunta Ochoa, quien destaca las posibilidades que la reciente distinción de Ford comportará para la empresa, que ya trabajaba para la multinacional pero siempre a través de otros proveedores de la misma. El automóvil acapara el 50 % de la facturación.

Así que la venta directa «a los fabricantes de coches» es ahora una de las líneas estratégicas de Industrias Ochoa, que ha superado la crisis, según su cofundador, gracias a que «un 30 % de nuestros trabajadores eran temporales, motivo por el que no hubo que sangrar a la empresa» cuando bajó la producción, además de que «no invertimos en el sector inmobiliario, ya que el beneficio lo reinvertimos en la empresa, en formación, en innovación». Aún así, Industrias Ochoa no ha sido ajena a los embates de la recesión. El año pasado facturó por 34 millones, lejos de los 39 de 2008, aunque la cifra es muy superior a los 24 de 2009. Espera alcanzar los 50 en 2017 gracias a la aportación de su fábrica mexicana.

Mientras se consolida el nuevo rumbo, la empresa ya ha dado entrada a la segunda generación de la familia. Los tres hijos de Ochoa y dos de su hermano están trabajando en la compañía, tras adquirir una sólida formación muy diferente de la de los pioneros.

La salida al exterior: México y Europa

La llegada de la crisis económica en 2008 fue el momento que Industrias Ochoa aprovechó para poner en marcha su salida al exterior, según el cofundador de la empresa. El primer destino ha sido México, donde la compañía ha iniciado ya la producción de piezas para el automóvil. La firma compró en el estado de Querétaro una parcela de 30.000 metros cuadrados en la que la fábrica ocupa una superficie de 6.500. La producción se inició hace un año y Domingo Ocho prevé que las instalaciones estén a pleno rendimiento el año próximo. Paralelamente a la aventura americana, la empresa valenciana analiza las posibilidades de extender sus tentáculos en algún país europeo. Es la vía lógica de una firma que desde hace veinte años dedica el 65 % de su fabricación a la exportación.

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