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Los beneficios sociales

Las universidades públicas generan contribuciones que no siempre pueden evaluarse en términos estrictamente monetarios, tal como asegura el informe del Ivie. La educación universitaria también comporta beneficios sociales. Por ejemplo: «La evidencia empírica indica que los individuos mejoran su capacidad para elegir estilos de vida saludables a medida que aumenta su nivel de educación» y también que «el aumento de la educación, especialmente de la universitaria, contribuye al incremento del capital social».

La educación universitaria, además, «actúa como un factor reductor de las desigualdades entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo: en la participación laboral, contribuyendo al aumento de la inclusión social, y en el desempleo, contribuyendo a reducir la exclusión social». Asimismo, la universidad es un factor que actúa a favor de que la «probabilidad de ocupación de las mujeres se iguale a la de los hombres».

Aunque su contribución a modular las diferencias salariales entre hombres y mujeres es «de orden menor», los estudios superiores «generan un efecto igualador muy importante en las decisiones de ser activos entre hombres y mujeres» y «contribuyen a igualar la distribución del tiempo total disponible entre hombres y mujeres entre actividades monetarias y no monetarias», además de «a una división del trabajo doméstico más igualitaria». j. c. valencia

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