Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Opinión | Nuevos tiempos

Contra la tapa amortiguada

Hace un par de años pusimos en casa dos inodoros nuevos. En uno montamos una tapa normal y corriente, y en el otro una tapa con un sistema de cierre amortiguado...

Hace un par de años pusimos en casa dos inodoros nuevos. En uno montamos una tapa normal y corriente, y en el otro una tapa con un sistema de cierre amortiguado. Para usar la primera tapa sin ruidos tuve que acostumbrarme a su peso y a la velocidad con la que cae, como siempre. Y la segunda tapa? en fin, no mejoró mucho mi vida más allá de ver algo moverse elegantemente. Marketing 1 - Consumidor 0.

Todo podría quedar en una anécdota doméstica, pero un segundo encuentro con otra tapa me hizo pensar. Hace poco vi una scooter en la que el fabricante había puesto un pistón neumático para ayudar a abrir el asiento. Si hubiesen visto lo ridículo de la situación lo entenderían, la tapa era pequeñita y ligera, y el pistón era, en correspondencia, diminuto. Parecía una broma.

Tras pensarlo un poco he descartado que la industria de las tapas y cierres esté detrás de un complot para hacernos más inseguros y dependientes. No. Más bien creo que es la industria en general. Y no se trata de un complot, sino que los consumidores simplemente estamos rindiendo las armas ante ellos.

Y no lo digo solo por estos ejemplos. Hay sistemas de auto-aparcamiento en los coches. Sistemas que automatizan el pedido de tinta cuando la impresora se ha quedado otra vez seca (¿otra vez?, ¿en serio?). Chismes para ayudarnos en tareas hercúleas como pelar un ajo. Hay de todo, y con un elemento conductor. Las personas vamos quedando al margen. Empezamos velando por nuestra comodidad y terminamos actuando como cretinos, denunciando a las cafeterías por no avisar de que el café puede quemar.

Hay quien dice que vivimos en un mundo complejo, que es imposible seguir el ritmo de desarrollo de productos, y que es irreal conocerlos en detalle. No lo niego, pero me resigno a tragarme lo que me quieran vender sin haber decidido por mí mismo si realmente necesito algo de eso o no.

Desde mi punto de vista, la clave para no ser víctimas del sistema y de sus tejemanejes es no ser perezoso. No desvincularnos. No delegar. Continuemos aprendiendo y haciéndonos cargo de nuestras cosas. Adquiramos criterio propio. Seamos más exigentes con nosotros mismos y con lo que implica resolver nuestras necesidades de una forma o de otra. Si lo pensamos dos veces, quizás renunciemos a muchos must.

Por cierto, me permito recomendarles el relato corto «The Feeling of Power» de Asimov. Especula sobre un futuro donde un hombre ha descubierto cómo hacer en papel los cálculos aritméticos que los ordenadores han automatizado hasta el punto de que todo el mundo se olvide de ellos. Si además tienen tiempo, vean la peli WALL-E.

Compartir el artículo

stats