Cambiar hábitos nunca ha sido sencillo, especialmente si están relacionados con cuestiones técnicas que no llegamos a controlar y que despiertan ciertas dudas, como la tecnología. El ejemplo más claro se encuentra en las compras por internet, en su lento crecimiento a causa de un miedo escénico que carece de sentido a tenor de los continuos avances en seguridad. Y por supuesto, el teletrabajo no iba a ser menos.

Aparentemente, trabajar desde un lugar diferente a la oficina, es decir, el «teletrabajo» o trabajo a distancia, representa una tendencia laboral muy eficaz para las empresas y muy atractiva para algunos empleados, ya que facilita una de las cuestiones más valoradas: la conciliación de la vida personal y profesional.

Los medios existen. Un reciente informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), constata que el 96 % de las empresas españolas están capacitadas técnicamente para utilizar la fórmula del «teletrabajo». «Las posibilidades tecnológicas y la demanda de usos más diversificados de las mismas han permitido el desarrollo de los quehaceres propios de la oficina convencional, en cualquier espacio y desde cualquier dispositivo», señalan desde Randstad.

Actualmente tanto las viviendas particulares como multitud de establecimientos y lugares públicos están dotados de conexión a Internet, el único requisito indispensable para teletrabajar. Las mejoras en la telefonía móvil y la cada vez mayor capacidad de sus conexiones de datos han acelerado enormemente las posibilidades de implantación de esta modalidad de trabajo. Sin embargo, esta progresión tecnológico no ha sido pareja , al menos en España, a la mental. Así lo demuestra el INE, cuya última encuesta sobre el empleo a distancia señala que tan solo el 7,4 % de los españoles «teletrabaja» de forma ocasional o frecuentemente desde su domicilio. Un porcentaje de personas muy bajo si se tiene en cuenta que más de la mitad de los trabajadores españoles, exactamente el 57 %, estarían dispuestos a explorar esta fórmula.

Según la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), «aunque todavía no es una fórmula muy extendida, sí es cierto que cada vez con más frecuencia se recurre a ella, sobre todo en sectores y actividades encuadradas en el sector terciario».

Pero el miedo es libre, especialmente en este caso entre los directivos y responsables de las empresas, a los que los datos de incremento de productividad avanzados en diferentes estudios sobre esta fórmula de empleo no parecen convencerles. De hecho, según el INE, tan solo el 27 % de las organizaciones empresariales españolas lo tienen en consideración en sus programas estratégicos, a pesar de disponer de la tecnología adecuada para desarrollarlos. ¿Desconfiaza?

En otros países europeos la realidad del teletrabajo parece más asentada, especialmente en Gran Bretaña, donde según el último monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo, el 24,1 % de los empleados trabaja desde su casa, un porcentaje que desciende hasta el 11 % entre los alemanes. Donde el trabajo a distancia está alcanzando un gran desarrollo es en Asia. Un informe de uno de los principales proveedores de servicios y tecnología del mundo, International Data Corporation (IDC) señala que de los más de 600 millones de personas empleadas en el teletrabajo hace cinco años se va a pasar al finalizar 2015 a los 838 millones. Estados Unidos, por su parte, también se ha tomado en serio esta posibilidad, al pasar de 186 millones de «teletrabajadores» en el año 2010 a los más de 212 con que se prevé que cierre el presente año.