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Desde el campo

Ninguneo permanente

No siempre, pero en ocasiones una imagen sí vale más que mil palabras. La panorámica publicada por Levante-EMV la semana pasada de un Congreso de los Diputados desierto el día que se debatía el blindaje de las inversiones valencianas a través del Estatut ilustra a la perfección el tratamiento que se nos dispensa desde Madrid y la importancia que se nos concede: ninguna.

Lo sucedido en la cámara baja no es una anécdota, sino que constituye una muestra palmaria del ninguneo permanente al que estamos sometidos los valencianos. La falta de influencia y peso político en los grandes partidos estatales y en los centros de decisión política y económica que arrastra esta tierra como una pesada rémora es un asunto que viene de antiguo, pero confieso que, como valenciano y agricultor que soy, contemplar la desoladora estampa que ofrecía el Congreso de los Diputados me causó una profunda y, creo, que más que justificada indignación.

Aquí parece que sólo existen Catalunya y sus problemas. El resto ni cuenta, ni preocupa, ni interesa, aunque la aportación valenciana al conjunto del PIB español sea muy estimable y no se vea correspondida con criterios mínimamente proporcionales por parte del Estado, que ni siquiera aporta la financiación correspondiente a las necesidades básicas de la población valenciana. La infrafinanciación y la marginación permanente que sufre la Comunitat en materia de inversiones estatales y, sobre todo, en aquellas que conciernen a las infraestructuras, claman al cielo desde hace demasiado tiempo.

La actividad agraria, buena parte de la economía generada en el sector productivo de la Comunitat Valenciana, está volcada al exterior, a las exportaciones y, por eso mismo, proyectos como el corredor mediterráneo no son ningún capricho, sino una necesidad que debe repercutir en beneficio del conjunto de España. Y eso por no hablar de un bien tan indispensable para el desarrollo de nuestra Comunitat como es el agua, como son las infraestructuras hídricas y los modelos de gestión de los caudales disponibles.

Unidad de España

Apostamos sin reservas por la unidad de España, por la solidaridad y por la leal colaboración entre todos los territorios que formamos este país, pero quizá la delicada coyuntura actual, de la cual hoy se escribe un nuevo e importante capítulo en las urnas catalanas, debería servir para repensar muchas cosas, para buscar una distribución mucho más equitativa de la riqueza y para que, de una vez por todas, unos dejen de valer o contar más que otros de manera arbitraria.

La Comunitat Valenciana reúne tantos méritos como cualquier otra región de España y no estamos dispuestos desde esta organización agraria a aceptar ninguna discriminación porque ya estamos más que hartos. España y sus recursos tienen que ser de los ciudadanos, de todos por igual, no de unos cuantos privilegiados que de manera sistemática recurren a la presión y al chantaje para lograr sus muy discutibles objetivos. En un país que se dice moderno y avanzado no pueden existir ciudadanos de primera y segunda división. Pretender tal cosa y, sobre todo aceptarla, resulta ridículo e intolerable.

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