Las universidades, como centros de conocimiento e investigación, son esenciales para el desarrollo de las empresas, cuyos avances, desde el punto de vista del capital humano, se nutren sustancialmente de estas instituciones. Pero ¿es todo lo deseable la colaboración entre ambas entidades? ¿Conocen las empresas cuáles son las prestaciones que les ofrecen las universidades? ¿Se adecuan estas a lo que necesitan las mercantiles? Con el propósito de responder a algunas de estas preguntas, EL MERCANTIL VALENCIANO y el Banco Sabadell organizaron el miércoles un desayuno coloquio en el que representantes de la universidad y la empresa plantearon las cuestiones más candentes en torno a las relaciones entre ambas. El decano de la Facultad de Económicas de la Universitat de València, José Manuel Pastor, hizo una intervención inicial para fijar las premisas del debate.

- Situación de partida

José Manuel Pastor: Parece que la universidad española no se relaciona lo suficiente con las empresas. Sin embargo, las relaciones se dan más entre aquellas universidades con una relevante reputación y las empresas que las conocen y se dirigen a ellas. No se trata de crear más parques científicos ni incubadoras, porque estas iniciativas dependen de un entorno que las demande. Por otro lado, las relaciones entre la universidad y la empresa están condicionadas por varios factores. Uno de ellos es las características de cada uno de esos centros formativos, porque no todos ellos tienen las capacidades y las posibilidades de entablar esa relación. Hay universidades académicas que no investigan. Están las que, como las españolas, de carácter tradicional, combinan ambas funciones, si bien en este caso las politécnicas son más proclives a la investigación. También están las universidades empresariales, que, de alguna forma, actúan como consultoras. Tampoco hay que olvidar el papel emprendedor de las universidades, que realizan actividades para la sociedad sin obtener a cambio un retorno, como por ejemplo en tareas de conservación del patrimonio, que son muy relevantes para el desarrollo de una región.

Dicho esto, todas las universidades no están en las mismas condiciones, aunque las tradicionales y las empresariales se encuentran en plena disposición para desarrollar esa relación con la empresa. También hay que tener en cuenta que el 85 % de los estudiantes está en las universidades públicas y que estos centros producen el 95 % de la investigación. Desde esta perspectiva, cabe preguntarse si todas las universidades deben ser tradicionales. ¿Debe ser la de La Rioja exclusivamente un centro docente? Lo cierto es que hace falta un tamaño mínimo. A modo de ejemplo,la Facultad de Económicas de la Universitat de València tiene más estudiantes que las universidades de Burgos o de La Rioja.

Desde el punto de vista de las empresas , conviene tener en cuenta que en la relación con la universidad influye el tipo de tejido que tenemos porque en función del mismo varía la capacidad de cooperar. Hay cuatro variables. Una de ellas es el tamaño de las empresas, dado que, cuanto más grandes, tienden más a la colaboración y en la Comunitat Valenciana hay muy pocas empresas con más de mil trabajadores. Asimismo, nuestra especialización sectorial, puesto que no todos los sectores están dispuestos a cooperar (el mueble o la agricultura son menos proclives que otras actividades plenamente tecnológicas). Por otro lado, aunque está cambiando, el nivel de cualificación de los empresarios es menor que la media europea y un empresario que se ha formado en la universidad conoce sus ventajas y tiende a la colaboración. Por último, está la estrategia hacia la innovación de cada empresa.

Hay que convenir que nuestras empresas no están bien en esos parámetros, sobre todo si tenemos en cuenta que las pymes son menos proclives a colaborar. Además de todo ello, hay otros factores que influyen en la relación entre universidad y empresa, como la renta per cápita, el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, el capital humano, es decir, el entorno. Tampoco debemos olvidar las trabas del sistema financiero, porque hay carencias para que la empresa tenga créditos que le permitan acceder a esa colaboración. Y no es menos importante el entorno legislativo. Los profesores no tenemos incentivos para hacer colaboraciones con las empresas. Es más, en mi currículum me penaliza la consultoría empresarial. Esto hay que cambiarlo. Además, los profesores estamos peor pagados que los de otros países y tenemos tal carga docente que nos impide investigar o hacer transferencias.

Lucía Egea: Considero que la especialización es importante. Es decir, aquello de zapatero a tus zapatos. Así que cada centro formativo debe centrarse en lo suyo. Nosotros [Edem] nacimos por y para las empresas. Ayudamos a mejorar a sus directivos y, por tanto, a las empresas. Hacemos también cosas diferentes, como grupos reducidos de alumnos que hacen prácticas en las empresas. Ahora bien, creo que lo que debemos plantearnos en general es si los egresados de las universidades son lo que necesitan nuestras empresas. Uno de nuestros propósitos es retener el talento en la Comunitat Valenciana, porque detectamos que había fugas a Madrid y Barcelona para hacer masters. Pensamos que si las empresas pagaban esos masters el talento se quedaría aquí y la verdad es que el 95 % de esos alumnos está insertado en las empresas.

Yolanda Tomás: Creo que hay que incentivar al profesorado para que se implique más en la colaboración con las empresas. La relación con la universidad es mejorable pero es fundamental hacerla porque potencia las capacidades de un territorio. Por otro lado, no hace falta que las empresas sean muy grandes para que haya entendimiento. Asimismo, creo que hay que corregir el desconocimiento mutuo: el de la universidad que desconoce qué necesita la empresa y el de la empresa que desconoce qué hace la universidad. También considero que las prácticas son fundamentales. Yo haría más.

Miguel Burdeos: En investigación hay que diferenciar entre básica y aplicada. En Alemania están separadas y las empresas tienen muy claro a dónde dirigirse. Aquí cuesta más abrir la puerta. Pero no es complicado, no hay más que copiar. La innovación es fundamental. En la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) vamos a hacer un estudio sobre la ley de mecenazgo. Es muy importante. ¿Por qué una parte de los impuestos de una empresa no puede ir a colaborar con universidades, como sucede en Estados

Unidos?. Además, hay que inculcar que la universidad no es un fin para obtener un título, sino un medio para lograr empleo.

Miriam Pastor: Defendemos la investigación que hacemos con la universidad. Hacemos prácticas y la mayoría de los estudiantes que entran, se quedan. Necesitamos gente de laboratorio e investigación. A las empresas les sale rentable la investigación y cada vez se hacen más cosas con las universidades. ¿Es mejorable? Las cuestiones burocráticas internas de las universidades a veces ralentizan el proceso.

Miguel Burdeos: Me abruma la burocracia de la universidad pública. Agobia la cantidad de normativa.

Carlos Alfonso: Lo que persigue el estudiante no es el título sino la empleabilidad y eso también lo debe perseguir la universidad. Esa empleabilidad está muy relacionada con que las empresas digan a la universidad qué necesitan y qué planes docentes se adecuan a ellas y no al revés. Creo que ya se está haciendo. Respecto al mecenazgo, la universidad debe regirse cada vez más por fondos propios y no por subvenciones. También creo que hay que poner en valor los vínculos de los estudiantes con su universidad. En el mundo anglosajón, los exestudiantes son los primeros que contribuyen a los proyectos de su universidad.

- El empleo

Carlos Alfonso: Antes, los estudiantes de Derecho tenían como horizonte las oposiciones o un despacho. Ahora cada vez más los universitarios contemplan más la opción del autoempleo a través del emprendedurismo.

Miguel Burdeos: Hay que fomentar la mentalidad emprendedora también dentro de la empresa.

Lucía Egea: Fomentar la actitud emprendedora también ayuda a mejorar la empresa. Del total de alumnos, no todos van a crear su propio empleo, sino que van a ayudar a hacer crecer a sus empresas.

Miguel Burdeos: La empresa valora mucho la actitud. De hecho, se entra por aptitud y se sale por actitud.

Yolanda Tomás: Lo más complicado es encontrar a gente capaz de coordinar, de saber transmitir conocimientos, que son importantes en la vida de una organización.

José Manuel Pastor: Los universitarios son los que menos empresas crean porque tienen más facilidades para encontrar empleo. El autoempleo se da sobre todo en humanidades. A mayor nivel de estudios, menos autoempleo.

Lucía Egea: Desde los 18 años, hay que vincular a los alumnos con las empresas y ponerlos delante de los clientes. También hay que dar una gran importancia al trabajo en equipo durante la etapa formativa, porque así es como se trabaja en las empresas.