Un quebradero de cabeza para quienes dirigen una empresa es sin duda cómo manejar equipos en los que conviven personas de diferentes generaciones. No es un tema menor, ya que las experiencias similares compartidas que definen la generación a la que pertenecemos condicionan nuestra forma de enfrentarnos al trabajo.

Hoy en día conviven en nuestras empresas cuatro generaciones: veteranos, baby-boomers, xers y yers. Primero conozcamos cómo conciben el trabajo y después veamos cómo sacar a cada uno de estos grupos el máximo partido

Generación de Veteranos. Son los nacidos antes de 1952. Nacieron en la guerra y en la post-guerra, crecieron en una sociedad de escasez y austeridad y fueron educados en una cultura de esfuerzo y dedicación. Tuvieron pocas oportunidades educativas y menos posibilidades de acceder a la universidad. Se educaron en torno a la radio y se incorporaron muy jóvenes al mercado laboral. Muestran gran respeto por la jerarquía y la autoridad y la siguen con el cuestionamiento necesario. Su carrera profesional se desarrolla prácticamente en una sola empresa, a la que son fieles y donde quieren jubilarse. Valoran el sacrificio y la cantidad de esfuerzo más que el esfuerzo de calidad, es decir, más atentos a la presencia que a la consecución de objetivos.

Generación baby-boom. Son los nacidos entre 1953 y 1974. Se educaron en torno a la televisión de un canal y en blanco y negro. Muestran aprecio por la energía y el esfuerzo, así como por el logro pero todavía están más orientados a la presencia que a los resultados, trabajan más horas y se van más tarde que el jefe. Tienen gran sentido del colectivismo y se plantean mantenerse en la empresa hasta la jubilación. Hoy ocupan puestos directivos dirigen a la siguiente generación y muchos están cercanos a la jubilación.

Generación «X». Son los nacidos entre 1975 y 1990. El término alude a una serie de conductas en los jóvenes británicos que rompían con las pautas y costumbres anteriores. Vivieron el boom tecnológico del vídeo y el PC, por lo que están muy orientados al aprendizaje y a la tecnología, aunque con cierto escepticismo. Tienen mayor formación académica y experiencia internacional y por ello son más emprendedores y prefieren ser valorados por objetivos que por el esfuerzo. Desde pequeños han sido alentados a estudiar y han vivido la competitividad ya desde la universidad. Valoran el conocimiento y son conscientes del valor de la información, por ello reclaman formación y oportunidades de aprendizaje. En el lugar de trabajo buscan el balance de la vida personal y profesional, ya que están en la edad de tener familia.

Generación «Y». Son los nacidos después de 1988. Son individualistas, confiados, creativos, decididos e inquisitivos. Nacieron en pleno desarrollo tecnológico y son los grandes consumidores de tecnología. Aceptan la diversidad y, aun siendo partidarios del individualismo, se muestran solidarios con las situaciones de otros. Cuestionan más las cosas que las generaciones anteriores y respetan la autoridad ganada pero no la autoridad de los galones impuesta. Son hábiles con la información pero no con el conocimiento. Aprecian las posibilidades de conciliación pero no por armonizar familia y trabajo, sino por equilibrar trabajo y ocio. Requieren claridad en las expectativas y evaluaciones a largo plazo (aunque verdaderamente lo necesitan a corto).

Cuatro consejos para convertir los conflictos generacionales en sinergias

La generación de veteranos tiene un conocimiento tácito muy completo sobre el funcionamiento de la empresa que no debe dejarse perder. Por ello, es aconsejable crear los mecanismos de formación adecuados para que ese conocimiento se ha trasmitido al resto de la plantilla. No perdamos de vista que hoy en día «saber cómo se hacen las cosas» tiene un valor extraordinario.

La generación de veteranos, a pesar de la diferencia de edad, debe tener una actitud de respeto hacia la Generación Y, ya que son los más jóvenes quienes pueden dar una visión más tecnológica al conocimiento que los veteranos tienen y les harán ser más rápidos en sus procesos productivos

Inculcar a todas las generaciones la importancia de los resultados, y no sólo de la presencia en el puesto de trabajo.

No dejemos pasar la ocasión de aprovechar las sinergias entre las diferentes generaciones aunque las percepciones y preocupaciones de cada una de ellas sean diferentes.