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Opinión | Tribuna

Superar la miopía

Puedo deciros que el Producto Interior Bruto (PIB) creció, en los tres primeros trimestres del año, un 4,3 %, convirtiendo a nuestra comunidad en el territorio donde más lo hizo de todo el Estado español o, también, puedo deciros que a Teresa le han cortado la luz porque no puede pagarla. Utilizamos los datos para dar consistencia a nuestras tesis y, según cuáles escojamos, estaremos proyectando una imagen de la realidad. Desde Comisiones Obreras, que nunca hemos escondido el lugar desde el que la miramos, venimos mostrando números y casos de un panorama social desolador.

Devaluar, desregular, recortar, privatizar, liberalizar y amordazar son los verbos sobre los que se ha ido asentando un nuevo modelo social que, visto desde parámetros neoliberales, ha resultado ser todo un éxito. Y lo ha sido porque ha conseguido penetrar en todos los ámbitos de la economía y la sociedad, propiciando un cambio cultural, colonizando nuestra propia concepción ética y política de la vida.

Nos hemos acostumbrado a escuchar que somos responsables de estar en el paro porque no somos lo suficientemente «empleables» en el mercado de trabajo, que los subsidios llevan a la gente a la vagancia, que no hay que quejarse si tenemos un empleo precario porque «algo es algo», que no se sabe de qué se quejan las mujeres porque ya han conquistado la igualdad, que salir al extranjero es muy bueno para que nuestra juventud aprenda idiomas o que organizarse sindicalmente es una reminiscencia y que lo «moderno» es la negociación individual.

Lo peor es que nos hemos creído que nos va mal por nuestra culpa, por no habernos esforzado lo suficiente o porque es un proceso natural, irremediable.

Mientras se generalizaba la degradación de las condiciones de vida y se multiplicaban las desigualdades, también han ido apareciendo focos de descontento, que, sumados a la resistencia de los movimientos históricos, hemos sido capaces de cuestionar la aparente «normalidad» con que se nos quiere vender el nuevo orden. Hemos ido gestando una marea ilusionante a favor del cambio. En el País Valenciano hemos cerrado una negra etapa, esperamos que en el resto del Estado podamos igualmente pasar página.

En este camino que emprendemos me preocupa la tendencia a legislar pensando solo en los réditos de las urnas. Esa miopía puede llevarnos a la tentación de parchear, en lugar de desmontar las bases del actual patrón de desarrollo. Cimentar unas nuevas, nos llevará más de una década. Por eso, desde Comisiones Obreras asumimos la responsabilidad que nos confiere ser la primera organización sindical para ser capaces de consensuar políticas estratégicas a largo plazo desde la Mesa del Diálogo Social.

Para 2016 nos marcamos ese reto, el de proponer medidas que aplaquen la voracidad de las finanzas y pongan recursos públicos al servicio de la economía productiva, que perfilen los sectores y el modelo sobre el que crecer económicamente, que avancen en la universalidad de los derechos y en la calidad de los servicios públicos, que busquen la asunción de la responsabilidad social del cuidado de la vida y de las personas dependientes.

Todo ello sin olvidar que el sistema sigue dejando en la cuneta, cada día, a muchas víctimas a las que hay que atender. Personas desahuciadas de sus casas, en desempleo, en la economía sumergida, sin cobertura social. Personas, como Teresa, a las que no podemos permitirnos, como sociedad, que se les corte la luz. En el año de celebración del 50 aniversario del nacimiento de las Comisiones Obreras del País Valenciano queremos mirar, contigo, hacia el futuro.

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