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Historiasdeempresarios

Vicente Lafuente, de futbolista a empresario por una entrada en la rodilla

Vicente Lafuente preside la patronal del metal Femeval desde 2005. fernando bustamante

La vida es una encrucijada insondable. El disgusto por perder un avión se torna en la mayor fortuna si al cabo la aeronave se estrella. También la lotería puede ser fuente de sinsabores si el agraciado se compra un coche y tiene un accidente. A Vicente Lafuente le vino a suceder más bien lo primero. Le rompieron la rodilla jugando al fútbol y se volcó en el mundo de la empresa, donde, tres décadas más tarde, es uno de los dirigentes valencianos con mayor predicamento, también en Madrid. El presidente de la patronal del metal Femeval no tuvo suerte. De juvenil destacó como defensa central y fue fichado por el Mestalla, el filial del Valencia, donde llegó a percibir los primeros y magros emolumentos que permitían augurar un futuro como profesional del balón. Pero todo fue muy efímero. En plena pretemporada, en un partido en Córdoba, se lesionó en la traidora rodilla. La operación y la posterior rehabilitación salieron mal. Si quería seguir una carrera como futbolista debia pasar otra vez por el quirófano. Dijo no. Y se volcó entonces, con solo 17 años, en la empresa. Fue en 1981.

En la postguerra, su abuelo paterno, que era trabajador del metal, creó una firma de recubrimiento de artículos metálicos en el barrio de Russafa que fue el precedente de la empresa familiar Cromados Lafuente. El padre tomó el testigo en los años sesenta y dio un enfoque más industrial al negocio, incluido el traslado al polígono Fuente del Jarro. Ese fue el territorio de la infancia y juventud del presidente de Femeval, quien, pese a las buenas notas en la escuela y a superar el acceso a la universidad, se decantó por la empresa tras cerrarse el camino del deporte. Ahí transcurrió su vida profesional durante tres décadas, hasta que la última crisis se llevó por delante a la mercantil, una pyme que en el momento de presentar concurso de acreedores, en 2010, empleaba a dos decenas de trabajadores. Dos años después la firma entró en liquidación y a Lafuente no le quedó otra que reinventarse. Fue entonces cuando decidió crear otras empresas de la misma actividad: Protecmet y Metalrec. A ellas ya se ha incorporado su hijo, que estudió turismo pero que al final, como su padre, ha optado por el negocio familiar.

Con el fin de Cromados Lafuente, el empresario se sintió obligado a someterse a una de moción de confianza interna, ya que fue a través de esa compañía como accedió a cargos de representación en Femeval. Consideró que sus compañeros del metal debían pronunciarse sobre su continuidad y convocó elecciones, en 2012, un año después de ser renovado como presidente. Fue elegido por otros cuatro años, así que en 2016 tocan nuevos comicios. Lafuente está dispuesto a continuar, pero entiende que el cargo «es una carrera de relevos» y si los empresarios metalúrgicos quieren un cambio, no pondrá obstáculos.

Nacido en 1964, Lafuente debutó joven en el mundillo patronal. Fue a finales de 1998, como vocal del comité de Femeval y de la mano del entonces nuevo presidente de la organización, Antonio Almerich. A mitad de mandato, como representante del sector, fue nombrado vicepresidente de Cepymev al tiempo que también entraban en la organización de pymes de la CEV otros dos dirigentes ahora con mucho peso: Salvador Navarro, su presidente, y Cristóbal Aguado, líder de AVA. En 2003, sucedió a Joaquín Crespo en la presidencia de la organización y dos años más tarde, para facilitar el acceso al liderazgo de la CEV de José Vicente González, cedió el cargo „no era admisible que dos hombres del metal coparan esas presidencias„, a José Vicente Morata y sustituyó a González al frente de Femeval.

Persona integradora, directa y franca en sus opiniones, echa mano del sentido del humor para suavizar cualquier arista. Como líder de la potente patronal del metal ha sido decisivo para marcar el nuevo rumbo en la patronal provincial hacia una mayor despolitización, aunque no ha dudado en mostrarse fiel a sus orígenes cuando ha sido necesario, como sucedió con la última renovación de Joan Rosell como presidente de la CEOE en diciembre de 2014. En contra de lo que defendía la mayoría de la autonómica Cierval, apostó por el rival de Rosell, el presidente de Confemetal, Antonio Garamendi. Su estrecha relación con el empresario vasco, le ha convertido en un bastión en la organización española del sector „es vicepresidente desde 2005„, a través de la cual es uno de los cuatro valencianos presentes en el comité ejecutivo de la CEOE.

Se define socialista en lo social y capitalista en lo económico. Estar con los amigos y con su familia „dos hijos y su mujer, una profesional del interiorismo con la que se casó a los 22 años y a la que suele acompañar los sábados al Mercado Central„ son algunas de sus aficiones, como el turismo rural o dar paseos por la huerta de Alboraia. Vive cerca del campo del Levante. Tal vez por eso, su inicial valencianismo se ha visto atenuado. Lo granota también le tira, aunque admite haber perdido la ilusión por un fútbol tan mediatizado y prefiere un partido de amateurs o juveniles. Hace años, para matar el gusanillo, participó en partidos entre urbanizaciones de Nàquera, donde tiene un chalet y veranea. En algunas ocasiones tuvo enfrente al mismísimo Federico Félix. Parece que el expresidente de AVE era «leñero», pero sin malicia. La rodilla nunca se la dañó.

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