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Opinión

Un país en busca de un nombre

Llega la Comunitat Valenciana del cambio a Fitur, ese escaparate en el que los territorios hacen como si estuvieran en facebook y escogen la foto en que salen más guapos. Y los valencianos han conseguido que la oportunidad termine convertida en elemento de discordia. Así llega el sector valenciano a la cita del año, con empresarios y políticos mirándose con recelo ante la intención de la Generalitat de reordenar y simplificar el catálogo de marcas turísticas que sobrevuelan las costas y el interior del territorio.

El trabajo de Francesc Colomer en la construcción de un nuevo relato ha hecho camino en pocos meses. Muy lejano parece ya el campo semántico de una política turística que hablaba de exceso, despilfarro y caos planificador. Todo aquello que quedó sintetizado en la foto de Julio Iglesias haciendo de imagen de la Comunitat a precio de oro. O en aquellas jornadas de vino y rosas para 400 personas en el Fitur de la factoría de «El Bigotes».

En estos meses, el márketing turístico habla de tratar con respeto a los gays, de hacer sentir como en casa a los discapacitados, de relegar a un segundo plano a los políticos y dejar trabajar a los empresarios del turismo, que son los que saben empaquetar y vender producto. Valores dignos, sensatez.

El problema es que, por el camino, Colomer se ha estrellado contra una sociedad que lleva décadas preguntándose a sí misma cómo quiere llamarse. En la que casi nadie está contento con el nombre de la cosa, y en la que hasta el President decide orillar el genérico Comunitat Valenciana para elevar el lírico el país dels valencians.

Solo desde esa clave, la falta de acuerdo en algo tan básico como la identidad, puede entenderse el debate en torno a las marcas turísticas, de tintes territorialistas, que se ha despertado furioso en cuanto el Consell ha verbalizado que quiere potenciar una marca única en detrimento de un reino de taifas.

Con las provincias ha topado Colomer. Intereses políticos, aparato administrativo. Mientras la Generalitat aboga por simplificar el mensaje, en la Diputación de Valencia, los abolicionistas de la provincia de Compromís (suya es el área de turismo) responden con una nueva marca que, básicamente, se solapa con la de la capital. Ruido. Lo mismo que ha ocurrido en Alicante, donde la Costa Blanca ha recibido con desconfianza la propuesta del Consell: Déjense de inventos y céntrense en promocionar el sol y playa. Es el mensaje que sube de Benidorm.

De nuevo, los valencianos en el diván mientras millones de turistas buscan alternativas apacibles en el Mediterráneo.

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