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Renunciar para construir

algo de ver Sufragistas con mis compañeras de EVAP, la asociación de empresarias y profesionales de Valencia, y me pregunto por la naturaleza humana, la historia y aquellos hechos que marcaron un antes y un después y sobre los que se cimentaron grandes conquistas. Aquellas mujeres que con su determinación cambiaron el signo de todo un siglo.

Ninguno de ellos fue un hecho aislado, ni mérito de una sola persona, muy al contrario, casi siempre recordamos un hecho, hasta un accidente, sin ser capaces de ver los miles de pequeños gestos que le fueron precediendo, sin realmente dimensionar la energía que paso a paso se puede acumular y las grandes pequeñas cosas que cada día suceden.

Me preguntaba también qué fuerza interior despierta en alguien cuando es capaz de sobreponerse a sus limitaciones, a su destino, y a su dolor y consigue mantenerse firme en su propósito. En ocasiones creemos que esta fortaleza se basa en el hecho de no tener nada que perder, prefiero pensar que no es este hecho, sino que se asienta en la libertad que se adquiere cuando a nada se siente apego y, por tanto, en la capacidad de volar. Esta fuerza tiene algo en común con la creatividad, esa energía que sólo se genera desde algún espacio vacío, para que pueda fluir, —también estímulos, por supuesto— pero sobre todo, un poquito de «la nada», algo así como un folio en blanco.

Pues bien, recordamos hechos, personas, líderes y olvidamos a menudo su contexto, sus antecedentes, su legado; observamos el hecho, el hito pero profundicemos también en la energía que lo hizo posible.

Si de la dominación y el poder impuesto, de la esclavitud o de los totalitarismos han surgido manifestaciones históricas tan potentes como para haber cambiado el mundo, ¿seríamos capaces de hacer que desde la búsqueda del bien común, o, en palabras de Adela Cortina, del reconocimiento del otro, generar nuevas oportunidades?, ¿Podríamos en esta etapa histórica, en nuestras empresas, en las organizaciones en las que nos implicamos, provocar transformaciones que marquen un hito hacia el bienestar? ¿Es necesaria acaso la ruptura, la crisis, a menudo cargada de manifestaciones violentas, para eclosionar en alguna nueva creación?

Creo sinceramente que podemos encontrar nuevos y potentes paradigmas sobre los que instalarnos y hacer interesantes hallazgos transitando por otros caminos. Veo señales en la ciencia, en los foros de reflexión, en los espacios de diálogo, en las escuelas , en algunas asociaciones? Veo menos en los circos mediáticos a los que nos acostumbran algunos de nuestros representantes políticos, en las universidades, en los tradicionales supuestos espacios de negociación donde abundan los mismos y antiguos equilibrios de poder.

Pero quizás esas nuevas constelaciones requieren de algún vacío que facilite escenarios creativos desde los que avanzar; requiere, quizás, también algún desapego, alguna pérdida ¿de poder? ¿de estatus? ¿de aparente comodidad? De cualquiera de los interrogantes de los que no sé si estamos dispuestos a renunciar. Y por encima de todo requiere imaginar, creer que otro mundo es posible y tejer paulatinamente, inspirando y exhalando cada bocanada de aire, un nuevo escenario que facilite dar un paso adelante.

En tiempo de buenos propósitos y con la redacción de objetivos para el 2016 aún muy presente, sugiero una revisión crítica que nos ayude a ver si con nuestro maravilloso plan de gestión, si con nuestro ambicioso programa, hemos dejado espacio a la reflexión, al juego, a la interacción y la exploración, ese vacío creativo que nos permite crear, cooperar y, por qué no, innovar.

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