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¿Riesgo?

¿Riesgo? Mi amigo paró en seco de disfrutar de su paella y, mirándome fijamente, me preguntó: ¿Riesgo?

Asesoro a mi amigo en temas financieros desde hace años, pero nunca antes lo había visto tan preocupado por un aspecto para mí nada preocupante. Su expresión de pánico me hizo comprender con rapidez el malentendido, y es que, en realidad, lo que mi amigo quería preguntarme era si sería necesario tomar riesgos, si el riesgo suponía que perdería su dinero y, si ante ese peligro, sería una buena idea seguir teniéndome como asesor financiero (supongo que seguir teniéndome como amigo no le importaría, sobre todo si yo continúo pagando las paellas).

Rápidamente le agarré del brazo para evitar que huyera despavorido y le expliqué la diferencia entre el concepto de riesgo en el mundo financiero y el riesgo entendido vulgarmente. Esa confusión de conceptos fue la que provocó en mi amigo la señal de alarma. Efectivamente, el riesgo en la vida cotidiana está muy relacionado con el peligro, el cual provoca una situación de alerta y un impulso a la huida como medio para evitarlo. En nuestra vida cotidiana evitamos de manera lógica el riesgo porque, biológicamente, enciende alarmas que nos hacen reaccionar ante un peligro.

El riesgo financiero es otra cosa distinta. El riesgo es una variable más en una estrategia de inversión y, en sí mismo, no constituye necesariamente un peligro, sino que, al contrario, puede suponer una oportunidad. El riesgo financiero bien utilizado puede llevar al éxito en una inversión, porque en realidad corresponde, nada más (y nada menos), a la volatilidad que existe en los mercados.

Le explico a mi amigo que en una inversión a largo plazo puede asumir un mayor riesgo utilizando la renta variable para crear valor, mientras que una inversión aparentemente sin riesgo en renta fija o depósitos puede llevar a una pérdida de poder adquisitivo si no equilibramos el plazo de la inversión.

Expresiones tan asentadas como «la renta fija no tiene riesgo» o «la renta variable es muy arriesgada» no son totalmente exactas, le explico. La renta fija utilizada para ahorrar a largo plazo puede suponer un riesgo de perder poder adquisitivo, mientras la asunción de un mayor riesgo en renta variable en una inversión diversificada y a largo plazo suele ofrecer buenas rentabilidades, seguro.

Mi amigo ha devuelto sus cinco sentidos al plato de paella, lo que, sin duda, significa que ha entendido mi explicación y ha vuelto a recuperar la confianza en mí y la tranquilidad para su dinero. Y es en ese momento cuando recuerdo la importancia del asesor financiero para explicar y desentrañar malentendidos a sus clientes que les impiden a estos sacar los máximos rendimientos a sus inversiones y a sus ahorros. Pido la cuenta y me despido reconciliado de mi amigo, cuando, de pronto, me pregunta: «¿Y los financieros no habéis pensado nunca en buscar otra palabra menos alarmista para un concepto tan común en vuestro día a día?». Y tiene razón.

Responsable de Banco Mediolanum en la Comunitat Valenciana y la Zona Centro

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