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Nuevos líderes de la banca en la C. Valenciana

Nuevos líderes de la banca en la C. Valenciana

La enorme crisis económica se nutrió de varios huracanes de diversa fuerza. Uno de ellos, de nivel cinco, golpeó de forma inmisericorde sobre el sistema financiero valenciano. Fue terrible. La devastación alcanzó cotas inimaginables. Las entidades más grandes, aquellas que debían ser más sólidas, tenían sus cepas carcomidas por el mal uso que hicieron sus gestores y no soportaron la potencia de los vientos que arreciaron sobre ellas. La destrucción, sin embargo, no fue total. Quedaron unas pocas y pequeñas entidades autóctonas y otros bancos tomaron el relevo de los fenecidos, en muchos casos gracias a sus astillas. Bankia, Banco Sabadell, CaixaBank y Cajamar absorbieron, respectivamente, a Bancaja, la CAM, Banco de Valencia y Ruralcaja y continuaron siendo el pilar del sistema financiero valenciano, aunque, excepto la primera, sus sedes estén fuera de la autonomía. Como dice el catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València, Joaquín Maudos, «la banca lo que quiere es ganar dinero y no distingue la procedencia del cliente, sea particular o empresa, siempre que sea solvente».

El también director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) considera que la casi desaparición del sistema autonómico plantea problemas como la pérdida de empleo cualificado „los servicios centrales„ en beneficio de Madrid o Barcelona o la distancia física respecto a los centros de decisión, que se ha agrandado, pero cree que «lo importante no es tener bancos valencianos, sino bancos que traten bien a los valencianos». Maudos se pregunta: «¿De qué sirve tener bancos sin solvencia y sin capacidad de prestar aunque sean valencianos?». Así que, en estos momentos, «no hay un problema de financiación en la Comunitat Valenciana, porque se percibe competencia entre las entidades, crece el crédito nuevo y encima es más barato». Este experto concluye que «una empresa catalana no tiene mejor financiación que una valenciana».

En una línea parecida se manifiesta el presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), Salvador Navarro, quien considera que la pérdida del sistema autóctono «agravó la situación financiera de muchas, muchísimas, empresas», entre otros motivos por «la lejanía y el retraso en la toma de decisiones por la parte bancaria». Sin embargo, aquel desvalimiento ha desaparecido, en su opinión: «Ahora la situación ha cambiado y los nuevos dueños de las entidades financieras han logrado recuperar parte de la confianza perdida. Los gestores nos son más próximos y se percibe el interés por nuestro territorio».

Navarro considera que la desaparición de entidades propias, «más que una pérdida de capacidad financiera, ha supuesto la pérdida de la influencia política en nuestro sistema financiero. Y eso no está mal; a nuestro entender, más bien todo lo contrario. Ahora el mercado es mucho más transparente y, en teoría, todos los agentes acceden a él en igualdad de condiciones. En paralelo, la situación ha cambiado y existe abundancia de crédito, incluso competencia entre las distintas entidades. Lo que es necesario es presentar buenos proyectos „viables y competitivos„ y no descartar ninguna fuente de financiación: bancaria, alternativa, y apelar más a la financiación ofrecida por los estamentos comunitarios».

El catedrático de Organización de Empresas. y director del Instituto de Investigación en Economía Social, Cooperativismo y Emprendimiento (Iusdecoop) de la Universitat de València. Joan Ramon Sanchis, no es tan complaciente. Según su criterio, los bancos que se quedaron con las entidades valencianas «son muy grandes y su negocio está enfocado a actividades especulativas y a las grandes inversiones y eso no es lo que necesita la economía valenciana y su tejido de pymes, que se nutren de pequeños proyectos».

Sanchis defiende el papel que están jugando las cooperativas de crédito, que han ganado terreno en estos años, como prueba el aumento en oficinas, créditos y depósitos, entre otros motivos porque han reducido la exclusión financiera de muchas poblaciones que quedaron sin sucursal durante la reestructuración del sector. Sin embargo, el subsector de las cajas rurales también ha sufrido una gran transformación. A la desaparición de entidades históricas como Ruralcaja o Caja Campo se ha unido la integración en el grupo Cajamar de unas dos decenas de cooperativas. Apenas una docena sigue independiente, pero el escenario de futuro que se avizora es el de una mayor concentración del sector en España, en uno o dos grupos, ninguno de los cuales estaría en la autonomía. Ese es el temor de Sanchis, dado que por ahí iba la paralizada reforma del sector prevista por el Gobierno. El experto pide al Consell que legisle para «blindar» a estas entidades y que desde el IVF, como banco público, se ayude a las rurales.

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