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Las tierras abandonadas

Nuestras tierras de labor o la superficie agraria útil ronda las 980.000 hectáreas, muchas de las cuales se encuentran en estado de abandono en la actualidad. Tenemos que plantearnos cómo podemos revertir la tendencia de que cada vez sean más las tierras que sufren abandono. Este abandono tiene principalmente varias causas; las dimensiones de nuestras estructuras productivas, los cambios de usos de suelo agrario a urbanizables que nunca verán la luz o los bajos precios de nuestras producciones. La consecuencia es que hoy nos encontramos con más de 170.000 hectáreas de tierras aptas para el cultivo que no estamos aprovechando.

Desde UPA-PV decimos que hay que cambiar la cultura del Clemenpai y el pelotazo, y valoremos el potencial de los activos físicos que tiene nuestra Comunitat Valenciana y pongamos en funcionamiento estas tierras para generar riqueza y crear puestos de trabajo, tan necesarios por nuestros jóvenes y nuestras jóvenes. En tiempo de crisis el ingenio se agudiza, estamos viendo como algunos Ayuntamientos se ponen a crear sus propias ordenanzas municipales sobre el Medio rural y Territorio a través de los Consejos Locales Agrarios. Para la UPA-PV nuestra agricultura tradicional siempre ha contado con unas normas no escritas que permitían un desarrollo en paz, la mayoría de las veces, evitando en lo posible los problemas que se podían causar entre vecinos con los lindes, caminos, riegos o robos de cosecha. Es evidente que los tiempos cambian, y lo que no está escrito no se lee, por lo tanto respetando los usos, costumbres y singularidades locales, debemos adaptarnos a las necesidades actuales, generando un instrumento bien articulado y actualizado que nos permita, entre otras muchas cosas, una garantía en la seguridad rural para evitar robos en las explotaciones ganaderas y cultivos agrarios así como la creación del Banco de tierras Local.

Estos deben servir como vinculo de puesta en valor de todas las tierras abandonadas o en semi abandono, siempre respetando la propiedad como no podía ser de otra manera. Estos bancos servirían para dimensionar las explotaciones de los agricultores activos que las necesitaran, dejando de ser un problema por los focos de infecciones tanto insectos como enfermedades o roedores. En segundo lugar, el ofrecimiento a jóvenes tanto mujeres como hombres, para que puedan crear sus propias explotaciones, estas se deberán adaptar a los cultivos demandados por los mercados así como a las nuevas tecnologías, eligiendo modelos productivos sostenibles con el medioambiente. Y no podemos olvidarnos de nuestros montes, representan el 56% del territorio de la autonomía 1.300.000 hectáreas, en ellos nos encontramos con construcciones tradicionales como corrales, caleras, neveras, acequias, casetas o refugios de agricultores y pastores.

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