Si hay algo que preocupa a casi todas las startups es el acceso a la financiación. Todos los proyectos que pasan por Lanzadera tienen una idea que va a cambiar el mundo, un business plan y muchas ganas y empuje para hacerlo, pero les preocupa saber con qué dinero la van a ejecutar; sus bolsillos están vacíos. Una vez dentro empieza el trabajo duro, con nuestro apoyo, con nuestros consejos, con la formación que ponemos a su alcance€ pero siguen necesitando dinero para materializar su sueño. Es comprensible: quieren inversiones, aunque sean pequeñas, pues son conscientes de que si el proyecto funciona, una mínima inyección económica puede generar enormes beneficios y ayudar a crear un tejido empresarial sólido e innovador.

El problema es que casi nadie invierte en ideas. Lo hacen en negocios, lo que implica que el producto esté, al menos, diseñado y el modelo de negocio ya haya sido validado. Desde nuestra experiencia, los inversores profesionales buscan en una startup una fórmula en la que se mezclan conceptos relativos al equipo emprendedor, al mercado, el producto, el modelo de negocio y las posibilidades de salida en un tiempo razonable.

¿Por qué? Porque el Business Angel profesional analiza las características del proyecto, elementos de éxito potencial donde el emprendedor es sólo una de ellas. Después de haber trabajado con numerosas startups y de haber tratado con inversores privados; y después de que muchos de los equipos emprendedores hayan levantado con éxito varias rondas de financiación privada€ volvemos sobre la idea de que si no tienes un producto o servicio que resuelve un problema real, que existe hoy mismo, lo tienes crudo.

Invertir sobre un plan esbozado en un papel es muy arriesgado . Un prototipo, en cambio, convierte al producto o servicio en algo tangible y, por tanto, en algo más sencillo de comprender y evaluar por ellos. Además, permite hacerse una idea de si los emprendedores trabajan y dominan el concepto de «minimum viable product» (MVP). El MVP, por su parte, permite adelantar el lanzamiento de los productos y por lo tanto obtener métricas de evolución, un ejemplo de esto es lo que llamamos «tracción». Los productos que no consiguen generar tracción en un tiempo prudencial no dan buenas sensaciones. Pero, ojo, una buena tracción no sirve de mucho si al mismo tiempo no se verifica que existe un alto nivel de «retención», es decir, la empresa es capaz de fidelizar a una alta proporción de los clientes y por lo tanto éstos regresan una y otra vez tras probar el producto o servicio.

Complementar las necesidades de financiación es lo que intentamos fomentar también desde Lanzadera. Y por eso, cada año, ponemos a su alcance nuestro Investors Day. El miércoles celebramos nuestra tercera edición a la que asistieron en Marina de Empresas 130 inversores. Y comprobamos, una vez más, que a la hora de buscar financiación para poner en marcha un proyecto hace falta mucho sentido común y grandes dosis de humildad. Y, lo más importante, una vez más, nos convencimos de que un proyecto con potencial conseguirá la financiación a la que aspira, más pronto, incluso, de lo que nos podamos imaginar. Y por cierto, gracias «Magners», por tu apoyo con este artículo y por estar ahí, y si «uno de los grandes errores que comete la gente en general y los emprendedores en particular, es tratar de forzar su interés. Tú no eliges tus pasiones, las pasiones te eligen a ti».