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¿Y mañana qué pasará?

Hace apenas unos días podíamos leer en este mismo diario una noticia referente al envejecimiento del campo valenciano. El resumen es demoledor: el 47,2% de los titulares de las cerca de 114.000 explotaciones agrarias valencianas tiene más de 65 años, un porcentaje que aumenta hasta el 63,4% si sumamos a los titulares en edades próximas a la jubilación, entre 60 y 64 años.

Dicen que dos noticias juntas se entienden mejor, así que para valorar la situación en la que nos encontramos también es interesante apuntar que el Secretario Autonómico de Agricultura y Desarrollo Rural, Francisco Rodríguez Mulero, confirmó esta misma semana que hasta el momento se han recibido 875 solicitudes para las ayudas a la instalación de jóvenes agricultores. Sin ser una mala cifra, ya que supone tres veces más que en la anterior convocatoria de estas ayudas, que databa del año 2013, es claramente insuficiente.

Más allá de lamentarnos por la situación, debemos preguntarnos por sus causas y, a partir de este diagnóstico, plantear las soluciones oportunas para poner freno al envejecimiento de nuestro sector.

Facilitar la incorporación de jóvenes con ayudas y medidas fiscales es necesario, evidentemente. Desde nuestras cooperativas hemos asesorado a muchas personas que quieren solicitar estas ayudas y entendemos que son un incentivo para favorecer esa incorporación de jóvenes al campo.

Conservación del paisaje

Pero no nos equivoquemos. Lo hemos dicho muchas veces, y hoy lo volvemos a repetir: el problema de base es la rentabilidad de la actividad agraria. Es imposible atraer al sector a tantos jóvenes como necesitamos, por muchos esfuerzos que hagamos, si no les ofrecemos un panorama con perspectivas favorables, tanto de presente como de futuro. Si el campo no es rentable, a medio y largo plazo se acelerará el ritmo de abandono de las explotaciones, con los problemas añadidos que ello comporta en materia de conservación del paisaje y del entorno.

Estamos hablando de un problema capital en el campo de la Comunitat Valenciana, del eje sobre el que debe pivotar el desarrollo de la política agraria valenciana. No podemos permitirnos tener un sector productor envejecido, porque eso supone un freno para la innovación, para el desarrollo, para el avance y para la competitividad de la Agricultura valenciana. Y de rebote, para el conjunto de nuestra Economía. Es un torpedo en la línea de flotación de nuestro sector, que ha abierto una fuga de agua tan grande que, a este paso, el barco acabará por hundirse.

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