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El campo valenciano

Las microbodegas piden paso en el selecto mercado del vino

Las pequeñas instalaciones de producción vitivinícola dan respuesta a una demanda cada vez mayor entre profesionales del mundo agrario de la Comunitat Valenciana que buscan dar viabilidad a sus explotaciones. Aumenta el interés entre los emprendedores

Las microbodegas piden paso en el selecto mercado del vino

Poner en marcha una microbodega está al alcance de algunos emprendedores porque las inversiones iniciales no resultan excesivas. Al menos así lo reconocen los expertos. El desembolso mínimo para una instalación de estas características „incluida la maquinaria y depósitos y sin contar con las tierras de viñedo„ se sitúa en torno a los 40.000 euros, una cantidad que se puede financiar durante los primeros ejercicios de actividad. A dicha inversión habría que añadir el alquiler de inmuebles, que podrían conseguirse a partir de 300 euros mensuales, dependiendo de sus dimensiones y ubicación geográfica.

Ferran Gregori, técnico de la Unió de Llauradors y organizador de la I Jornada: micro-cellers, iniciatives per a emprenedors, sostiene que la puesta en marcha de estas aventuras profesionales «dan respuesta a una demanda cada vez mayor entre viticultores que consideran esa opción una forma de dar viabilidad a sus explotaciones y obtener un valor añadido. No se pretende convertir a un viticultor en una gran bodega, pero sí darle viabilidad», puntualiza Gregori. En su opinión, los emprendedores que tienen previsto poner constituir este tipo de instalaciones son personas de núcleos rurales de toda la Comunitat Valenciana. Destacan los de la Marina Alta, con una dilatada tradición una gran tradición. «Son gente joven; en su mayoría en torno a treinta años aunque también proceden de situaciones acomodadas. A todos les une la pasión por hacer vino», explica Gregori.

Trabas legales y burocráticas

En los últimos años se está haciendo mucho vino en casa, también llamado vino de garaje, y el objetivo es profesionalizar. «Hay que entrar en los circuitos de comercialización, hacer vino y ganar dinero», puntualiza el técnico de la mencionada organización agraria. Además, destaca que en este sector dominado por grandes grupos «no puede equipararse a un bodeguero que produzca 1.000 botellas de vino con otros que alcancen cientos de de miles unidades, lo que requiere un trato diferenciado por parte de las administraciones públicas o de los consejos reguladores».

En ese sentido, los impulsores de iniciativas de microbodegas coinciden al señalar que se debe enseñar a los emprendedores a superar procesos legales, administrativos y económico- financieros para legalizar una actividad que permita ser rentable en poco tiempo. Joan Cascant, bodeguero, director de Microvinyes y propietario de Celler de la Muntanya, asegura que «cada vez más hay una respuesta mayor entre emprendedores, si bien el peso de la burocracia y los trámites administrativos pueden frenar el desarrollo, pues existen impedimentos de todo tipo e incongruencias. Además „añade„ las tasas, registros y licencias son lentas de tramitar y frenan iniciativas». Pese a que cada bodega es un mundo, algunos bodegueros consideran que es muy difícil lograr un beneficio y pagar el sueldo del responsable por debajo de las 40.000 botellas por año. Y estas deben venderse en tiendas a un mínimo de 10 euros por unidad. El bodeguero no tiene por qué tener sus propios viñedos. Es muy habitual comprar la uva, lo que dependerá de la zona geográfica.

Los promotores de microbodegas indican que puede invertirse menos de 40.000 euros y repartirlo en tres o cuatro años para sacar adelante el proyecto. «Una hectárea de cultivo de viñedo bien instalada requiere una inversión de 18.000 euros para conseguir una producción de 10.000 botellas»,agrega. La manera más fácil para arrancar es darse de alta como autónomo y comenzar a operar.

Integrar a todo el sector

La consellera de Agricultura, Elena Cebrián, destacaba al presentar la citada jornada de microbodegas organizada por la Unió, el objetivo de potenciar y mejorar el sector vitivinícola valenciana a través de la participación y diálogo con todos los agentes del sector: productores, cooperativas agrarias, bodegueros y exportadores «para llevar adelante medidas de ordenación y soporte que faciliten al sector la producción de calidad y comercialización».

Cebrián aprovechó este foro para impulsar la viticultura ecológica, pues tiene un amplio margen de crecimiento y será cada vez más demandada por los consumidores en el mercado doméstico y sobre todo, en los mercados exteriores. La Comunitat Valenciana cuenta con una superficie agraria ecológica global, es decir incluyendo todos los cultivos, de 73.656 hectáreas. En el caso del viñedo, existen 68.687 ha., con una producción de 261.393 toneladas de uva de vinificación. En conjunto, las exportaciones de vino valenciano alcanzaron en 2015 los 176,6 millones de euros, lo que supuso un 11,6 % más que en el año anterior. Esta tendencia ascendente de las exportaciones también se mantiene en el presente ejercicio 2016.

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