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Debate

Robot: ¿aliado para crecer o destructor de empleo?

Cuatro expertos debaten sobre el impacto de la digitalización de los puestos de trabajo y los retos que afrontan la política y la educación para reducir el coste social

González, Martín, García Reche y Egea, en el claustro de La Nau. eduardo ripoll

Pese a que los foros de opinión más influyentes y los organismos internacionales llevan tiempo estudiando y tratando de predecir sus efectos, el proceso de robotización de los modos de producción no está precisamente entre los asuntos sobre los que los partidos políticos hacen orbitar la campaña de las próximas generales. Con esa intención, la de asentar el debate sobre un fenómeno que va a condicionar nuestra forma de producir y de trabajar de las próximas décadas, Levante-EMV y la Universitat de València (UV) convocaron a un grupo de expertos para abordar «el efecto de la robotización industrial sobre el empleo».

Fue el pasado martes en el Aula Magna de la Nau de la UV. Con este primer debate arranca la nueva etapa del Claustre Obert, en que Levante-EMV «asume la responsabilidad „como afirmó su director Julio Monreal„ de ser espejo de la sociedad y dar visibilidad a los debates». Para este primer coloquio fueron convocados José Vicente González, presidente de la patronal Cierval; el catedrático emérito de Computación, Gregorio Martín; la directora del centro universitario de EDEM, Lucía Egea, y el vicepresidente Consell Valencià de la Innovació, Andrés García Reche, en un debate moderado por el jefe de Economía del diario, Sergi Pitarch.

Ya existen algunas magnitudes que permiten calibrar el impacto inmediato que se avecina para el tejido productivo de las sociedades. La multinacional taiwanesa Foxconn, que provee de aparatos electrónicos a Apple y Samsung, ha reemplazado a 60.000 de sus trabajadores chinos por robots en una fábrica del gigante asiático. En el reciente Foro de Davos se abordó el escenario de esta «cuarta revolución industrial» y se vaticinó que en cinco años el mercado de trabajo mundial sólo recuperará dos millones de puestos de trabajo por cada siete que destruya en el marco de este momento de transformación. La OCDE, por su parte, cifra en un 12% el «riesgo» de puestos de trabajo que pueden ser mecanizados.

Sobre esta base, los expertos y asistentes reflexionaron sobre los avances que cada salto tecnológico ha supuesto para la sociedad, pero también sobre los retos de adaptarse a ella. Trataron de responder y dejaron en el aire algunas preguntas: ¿cómo va a cambiar el mundo con el actual proceso de digitalización? ¿cómo afrontar el reto con el menor coste posible? ¿cómo ayudar a la gente a adaptarse a las nuevas formas de relación con el trabajo? ¿qué papel debe jugar la política, el sistema educativo? Algunas obtuvieron respuesta; otras, simplemente, se dejaron sobre la mesa como primer paso para afrontar un reto que va a cambiar nuestras vidas. Estas fueron, en síntesis, algunas de las reflexiones más destacadas.

Perspectivas

GREGORIO MARTÍN

El catedrático se mostró durante el debate como el «más preocupado» por los efectos de la robotización en el empleo. Para Martín, si en el pasado las innovaciones generaban más demanda de mano de obra y más salarios, «hoy los cambios digitales se pueden comer el empleo». El profesor afirmó: «La digitalización ha ayudado a incrementar el bienestar y la felicidad de las personas; no van a renunciar a ello» [...] pero «nos podemos encontrar una gente muy feliz en este entorno, pero las mismas herramientas hacen que su posibilidad de vivir de un trabajo esté alterada». El profesor insistió, en línea con los informes de Davos, que «ya se detecta» la destrucción de empleo, más allá del vinculado a los efectos de la crisis. «¿Sabéis cuántos puestos de trabajo laminan vuestros móviles?», preguntó. «Hoy hay menos fuerza de trabajo y eso se junta con que no sabemos qué hacer con la potencia de trabajo que tenemos. Es bastante grave».

ANDRÉS GARCÍA RECHE

El impulsor de la Agencia de la Innovación apeló a la historia, con datos demográficos, renta per cápita, salarios y horas trabajadas en la Gran Bretaña del XVIII, confrontados con la actualidad, para corroborar que cada «oleada de cambio tecnológico» ha hecho avanzar la sociedad. La cuestión es que tenga «el menor coste posible». «La única forma de conseguir que los cambios no creen problemas estructurales es tomar medidas con antelación», dijo Andrés García Reche. En materia de tecnología «cuesta hacer previsiones»: «¿De qué llenábamos la cesta de la compra en los años 50 y ahora? La mayoría de productos no eran pensables», ilustró. «Vamos a pasar de la economía del conocimiento a un paradigma en que el conocimiento va a ser la economía. O la sociedad entiende que el sistema ha de ser flexible, con alumnos capaces de especializarse o sufriremos más que otros». [...] «Lo que propongo para los próximos años es el siguiente planteamiento: ¿cómo va a ser la alimentación del futuro? ¿cómo haremos casas? ¿cómo eliminaremos residuos? ¿qué instrumentos de biotecnología y farmacología harán que la salud mejore? Con este planteamiento tenemos que aplicar las tecnologías a nuestro sistema productivo de toda la vida. Quiero que nuestras empresas de alimentación sean las primeras en definir cómo nos vamos a alimentar en cinco años. [...] No nos asustemos, afrontemos el reto y solventemos el problema».

JOSÉ VICENTE GONZÁLEZ

«Va a suceder, nos guste o no», arrancó el presidente de Cierval. «No conozco caso de avance que no haya producido más bienestar que antes. Cada avance incrementa la productividad y el crecimiento significa empleo. El problema es el proceso de adaptación», reflexionó González, que puso el foco en qué hacer con los que se queden al margen de la transformación. «¿Dónde está el problema? En la velocidad con que se implementa el avance y la velocidad de adaptación. [...] Si hay diferencia de adaptación la cosa será más cruda. Ha pasado siempre. [...] Habrá un porcentaje de los que pierden el empleo que será difícil que encuentren. La historia está en que se quede fuera el menor número de gente posible. [...] Ahí entran los políticos y los sistemas educativos. [...] Si no es para casar las disfunciones entre esas dos velocidades, ¿para qué están los políticos?».

LUCÍA EGEA

La directora de la escuela universitaria de EDEM lanzó su propuesta «integradora»: «La combinación del robot con la creatividad y capacidad de anticipación es la que permite que la sociedad se desarrolle». Desde su perspectiva educativa, sintetizó el reto: «Estamos formando estudiantes para profesiones que todavía no existen. Eso nos obliga a formar no solo en conocimiento sino también en capacidades, actitudes y valores. Tenemos estructuras que dan respuesta a productos del pasado y tenemos que construir nuevas estructuras para lo que no sabemos que viene». Y también reconoció: «Veo la situación dura en el corto plazo. Una empresa vale lo que es capaz de generar en el futuro».

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