El Polígono del Mediterráneo, uno de los grandes referentes valencianos, cumple 40 años de existencia. Cuatro décadas en las que se ha sobrevivido a múltiples cambios, a dos crisis fuertes, que han sabido gestionarse gracias a su incansable evolución. Ahora, en 2016, el Polígono Mediterráneo gestionado por Aupim (Asociación de Usuarios del Polígono Industrial del Mediterráneo) está ocupado en un 90%, acoge 103 empresas, dando empleo en torno a 2.500-3.000 personas.
Unas excelentes cifras que no se preveían a principios de los años 70, cuando según cuenta el propio presidente de Aupim, Ramiro Martín, un grupo de empresarios y amigos, todos con una visión clara de agrupación para mejorar el desarrollo industrial en aquellos tiempos, aunaron sus fuerzas para crear el proyecto de concentrar sus empresas en un polígono cercano a la ciudad.
El germen de esta gran idea surgió en la Cámara de Comercio y en el (Instituto de Promoción Industrial) IPI con su director Ángel González Ribero a la cabeza y con Juan Omeñaca, con quienes se comenzaron las reuniones oportunas, de donde nació este polígono Mediterráneo.
Una idea que no podría haberse hecho efectiva sin que se diese una circunstancia clave: la construcción de de la antigua Autovía A-7, hoy convertida en la V-21, por la zona más próxima al mar de la marjal de Albuixech y Massalfassar, aprovechando, para la cimentación de la carretera, la zona de gravas existente paralela a la costa en casi todo el litoral.
Dicha construcción impedía la plantación del arroz y ante esta situación ocurrida a finales de los años 60, las alternativas de los propietarios de los terrenos de la marjal de Albuixech y Massalfassar, eran o aterrar los campos para su transformación en huerta, o convertirlos en terrenos urbanos.
Entró ahí el plan del IPI de promover la creación de un polígono a petición de Macosa y Campsa, primero en la marjal de Albuixech para luego ampliarlo a la de Massalfassar. La empresa Bombas Ideal también se unió al proyecto. El 30 de marzo de 1.973 se constituyó Aupim, ante la necesidad de crear una entidad jurídica de los propietarios para poder llevar a cabo la urbanización del polígono.
Tras muchos papeleo y trabajo, finalmente las primeras empresas se instalaron en 1976, aunque los primeros años fueron complicados ya que se entró en la llamada crisis del petróleo, que duraría hasta 1986, y donde la falta de empresas hizo que no se pudieron comprobar el funcionamiento del polígono, aunque habían algunas importantes como Makro.
De 1988 a 2.000 se realizaron algunos logros importantes, como la reparcelación de la zona apeadero del ferrocarril, la construcción de un oleoducto que justifica la instalación de Campsa, el envío de aguas negras a la depuradora de Massamagrell.
Con la entrada del nuevo milenio, y con las el polígono ya afianzado, se llevan a cabo trabajos de mejora en la pavimentación e iluminación.
A partir de 2008 se entra en una nueva crisis, que afecta a las empresas más pequeñas y sobre todo a la intensidad y personal de trabajo. Sin embargo, el Polígono del Mediterráneo ha sido uno de los que menos se ha visto afectado por el cierre de empresas, gracias también a empresas fuertes como Vossloh, ahora Steadler, que hacen que estos 40 años apenas sea una pequeña parte del gran futuro de este polígono.
