El lenguaje predictivo de WhatsApp supone una gran innovación, muy útil por la agilidad que proporciona a la escritura en un teclado tan pequeño como el del móvil. Pero también exige tener un plus de vigilancia porque en más de una ocasión nos mete en un lío cambiando el sentido de nuestros mensajes. Sin ir más lejos, a un amigo acabo de enviarle «un brazo» en lugar de «un abrazo».

Hace unos días coincidí con Massimo Doris, CEO de Banca Mediolanum, y contaba una situación que ilustra a la perfección un concepto que siempre he tenido muy presente: la tecnología es una herramienta fantástica si tiene detrás el componente humano que pueda aportar solidez a la toma de decisiones. La conversación con Doris no estaba relacionada con WhatsApp, sino con los robo-advisors, esa nueva tecnología que permite a la persona tomar decisiones de inversión a través de las recomendaciones de un programa que previamente ha analizado todos aquellos parámetros que definen el estilo de inversión del cliente.

Nos hablaba Doris sobre la buena acogida que habían tenido empresas con esta tecnología en Reino Unido, y habían conseguido un gran número de clientes en poco tiempo. Sin embargo, a principios de año, ante un periodo de gran volatilidad de las bolsas, estas empresas se vieron obligadas a contratar a un elevado número de personas y habilitar improvisados call center para atender la oleada de demandas de información que las máquinas no eran capaces de responder. ¡Curioso! Un negocio basado en la automatización total del asesoramiento se ve obligado a contratar a un ejército de personas que les ayude a capear el primer temporal al que tienen que hacer frente.

Tecnología y finanzas

Sería absurdo ningunear la importancia de la tecnología en el progreso de los servicios financieros. Las entidades se han volcado en su transformación tecnológica para dar respuesta a una sociedad con nuevas formas de relacionarse y que ya no va a la oficina para actualizar su «cartilla», como no va a la cabina para hacer una llamada de teléfono. Toda esa revolución digital a la que asistimos traerá mejoras en todos los ámbitos de nuestra vida, pero no debemos olvidar que siempre, detrás de cualquier tecnología, debe haber un componente humano que sea capaz de abarcar aquellos aspectos que nunca podrá suplir una máquina, ya que las máquinas ni tienen ni entienden las emociones.

Como concluía Massimo Doris, y no puedo estar más de acuerdo con él, «la tecnología hoy por hoy es una condición necesaria, pero no es suficiente» € sobre todo, cuando surgen problemas.

Responsable de Banco Mediolanum en la Comunitat Valenciana y la Zona Centro