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TomGEM sigue la evolución de mil tipos de tomate

La jornada de puertas abiertas de Cajamar trató la reacción de la hortaliza a altas temperaturas con vistas a los efectos del cambio climático y los problemas, como las plagas, que afectan a los cultivos

Recolecta de diferentes variedades de tomate en el Centro de Experiencias de Paiporta. EMV

El proyecto europeo TomGEM ha puesto en marcha este año un plan de seguimiento de cuatro años de duración donde investigará la evolución de hasta mil variedades de tomate cultivadas a altas temperaturas ante el atemoredor pronóstico de los efectos del cambio climático.

El objetivo futuro se centra en «cruzar posible material con presencia de genes de resistencia al estrés por altas temperaturas con tomates comerciales, y así obtener nuevas variedades resistentes al calor», explicó Roberto García Torrente, director de negocio agroalimentario

y cooperativo de Grupo Cajamar en la jornada de puertas abiertas del pasado martes.

El cambio climático se ha convertido en el punto de mira de los agricultores tras comprobar los primeros efectos que el mismo ha tenido sobre sus cultivos. Después de verse afectados desde hace años por sequías e inundaciones „fenómenos climáticos extremos que perjudican esporádicamente a los campos valencianos„, la nueva preocupación de los trabajadores de la tierra son las elevadas temperaturas que ya se alcanzan en la Comunitat Valenciana „en agosto de 2010 en la capital se llegó a los 43 ºC„ y que, según se espera, aumentarán. De acuerdo a Greenpeace, la temperatura en España ha aumentado 1,5 ºC los últimos treinta años y la previsión para 2050 es una subida de hasta 2 ºC según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático „conocido por su acrónimo en inglés, IPCC.

Las consecuencias directas de este aumento se reflejan en las transacciones económicas, ya que, en referencia al Informe Stern de 2006, si no actuamos para evitar el avance gradual del cambio climático en un futuro afectará a la economía con un descenso del 5 % del PIB mundial. Las pérdidas agrícolas podrían ser de 42.000 millones en el mundo y, a escala nacional, la producción descendería entre un 15 y 30 %, según el IPCC.

La flor del tomate ha de tener una temperatura por debajo de los 33-34 ºC para cuajar, lo que impide su germinación ante las altas temperaturas que actualmente se alcanzan en las zonas tropicales. «En la actualidad no hay técnicas para conseguir que el fruto cuaje en esas condiciones. En Paiporta hacemos ensayos con temperaturas extraordinariamente altas, durante tres semanas temperatura mínima de 25 grados y máximas por encima de 30 grados», explica Carlos Baixauli, responsable de Agrosostenibilidad de la Fundación Cajamar.

Con el propósito de modelizar esta situación, el Centro de Experiencias de Paiporta ha emprendido el proyecto TomGEM „enmarcado en el plan Horizonte 2020„, en el que participan ocho países, entre los que se encuentran Francia, Reino Unido o Taiwán.

El objetivo de la investigación también conlleva la futura transmisión de los resultados obtenidos para poner en práctica las técnicas sobre frutas y verduras. Según Baixauli la difusión se hará en jornadas de formación, entrevistas especializadas e incluso «también mediante la venta de semillas si se consiguen variedades comerciales».

Otro de los experimentos que se ha llevado a cabo en el centro de Paiporta es el uso de material vegetal en los tomates gruesos de ensalada con el objetivo de darles un mejor sabor. El procedimiento es similar al del proyecto TomGEM, ya que con el fin de producir tomates valencianos insertan el patrón de tomates resistentes a plagas de suelo en tomates autóctonos.

Las plagas afectan a la mayoría de frutas y hortalizas, por lo que en la Jornada de puertas abiertas de Cajamar otro de los temas tratados fue el perjuicio que ocasionan las plagas tanto de insectos como de hongos al cultivo de la sandía en los campos valencianos. La principal amenaza es la del oídio, un hongo aéreo que afecta en gran parte a la sandía.

Carlos Baixauli explicó que el procedimiento que pretenden seguir es proteger las plantaciones mediante cubiertas flotantes y sistemas de acolchado. El material que utilizan en las cubiertas es polipropileno, el cual reduce la incidencia de altas temperaturas e impide que virus y plagas afecten a los cultivos.

Apesar de que la jornada se centró en el nuevo proyecto emprendido por el Centro de Experiencias de Paiporta, los directivos también expusieron nuevos proyectos globales, como sistemas de cultivo sin suelo, comparando el hidropónico „que utiliza disoluciones minerales en lugar de suelo agrícola„ con el sustrato de fibra de coco, que permite conservar agua y, por tanto, otorga una gran resistencia a las plantaciones, contribuyendo así a crear cultivos ecológicos e integrados que contengan el número menor de pesticidas.

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