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Opinión | Tribuna

Mirando hacia otro lado

Recientemente, la conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural ha hecho público que el IVIA ha conseguido 350.000 euros de financiación europea para desarrollar un proyecto que permita mejorar la prevención, la detección temprana y el control de la Xylella fastidiosa

Recientemente, la conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural ha hecho público que el IVIA ha conseguido 350.000 euros de financiación europea para desarrollar un proyecto que permita mejorar la prevención, la detección temprana y el control de la Xylella fastidiosa. Nos congratulamos de ello por un doble motivo: por un lado, por la necesidad de avanzar en la investigación de plagas y enfermedades que pueden afectar a nuestros cultivos y que actualmente no tienen cura. Por otro, porque se trata de un proyecto de verdadera utilidad para nuestros productores, algo que reclamamos con insistencia al IVIA: que emplee sus mermados recursos en proyectos de verdadero interés para nuestros sectores productivos.

Esta buena noticia contrasta con los últimas intenciones declaradas de la Comisión Europea, tendente a reducir los controles en frontera para las importaciones de productos como los cítricos, con el riesgo que ello supone de entrada en nuestros territorios de plagas y enfermedades de las que de momento estamos libres. Con esta postura, la Comisión desoye al conjunto del sector (productores, cooperativas, comercio privado), contrario a esta clase de propuestas. Tampoco tiene en cuenta los informes de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, que lleva advirtiendo desde 2014 de los riesgos de contagio a nuestras plantaciones que se derivan de la entrada a través de nuestras fronteras de partidas contaminadas con enfermedades como la Mancha Negra.

Desafortunadamente, en estos asuntos entran en juego más cuestiones que las meramente relacionadas con la sanidad vegetal. Bruselas juega al tira y afloja con todos los terceros países cuyas exportaciones ponemos en entredicho por su riesgo. En verdad, juega más al «afloja y afloja», ya que cada vez pretende hacer mayores concesiones cuando debería endurecer su postura. La defensa de nuestros agricultores, de nuestras producciones o de las 600.000 hectáreas de plantaciones citrícolas europeas, por citar algunos ejemplos, quedan en segundo plano cuando las ponemos en la balanza de los equilibrios geopolíticos que Europa desea mantener.

Craso error. La Comisión Europea ha decidido mirar hacia otro lado mientras a las puertas de la Unión, y en ocasiones ya dentro de las fronteras comunitarias, se dejan sentir los efectos de algunas de las plagas y enfermedades más letales que existen en la actualidad para nuestros cultivos. Si seguimos así, el precio de esta actitud lo acabarán pagando en primer lugar los productores, pero en última instancia también los consumidores.

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