Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las ventas de plantones de cítricos se desploman

Las ventas de plantones de cítricos se desploman

Los datos proporcionados por la Agrupación de Viveristas de Agrios revelan que la citricultura española ha pasado del boom de las nuevas plantaciones, sobre todo en Andalucía y en menor medida en la Comunitat Valenciana, a otra etapa bien distinta. Durante la década comprendida entre las campañas 1995/1996 y 2005/2006 las ventas anuales de plantones oscilaron entre seis y casi ocho millones por campaña. Ocho años después, según los datos de la citada organización profesional, la comercialización ha pasado ha situarse entre 3 y 4,3 millones.

«Las ventas de plantones, que suelen ser un buen indicador del nivel de expansión citrícola, han caído a la mitad y estas cifras difícilmente dan para la reposición de los frutales más viejos, con lo que es previsible que entremos en una espiral de estabilidad ya que desde hace tiempo que los incrementos no vienen dados por la nuevas plantaciones jóvenes que acceden al mercado, sino por los aumentos en los rendimientos a consecuencia de la mejora de las explotaciones», explican desde el Comité de Gestión de Cítricos.

A tal indicador convendría considerar un segundo, que no hace sino confirmar la conclusión anterior. La superficie plantada de cítricos se ha reducido considerablemente también durante el último lustro, al pasar de las 315.000 hectáreas de 2010 (178.000 en la Comunitat Valenciana) a las 299.000 de 2015 (162.000 ha. en la citada autonomía). A tal estadística cabría añadir la certeza de que en muchas zonas agrarias antes típicamente citrícolas se aprecia una reconversión evidente hacia otros cultivos como el caqui, la granada o la almendra.

Previsiones para la campaña

En vísperas de que se concrete en los aforos oficiales la próxima previsión de cosecha citrícola en la Comunitat Valenciana, Murcia y Andalucía el sector anda sumido en las habituales especulaciones sobre lo que dará de sí la campaña 2016/17, que ahora arranca. Se habla de la floración y el distinto cuajado según zonas y variedades, de los efectos de la sequía, de las restricciones en el riego pero sobre todo y vinculado en parte a todo ello, de la porgà [la caída fisiológica natural de los frutos que se produce en estas fechas], mayor o menor que se dio en mayo y junio, así como de la falta de calibre de algunas mandarinas.

Según la organización empresarial presidida por Vicente Bordils, la patronal que representa al comercio privado y grandes exportadores de España, el debate se reduce a algo mucho más simple: «Tras una campaña con una producción muy baja por efecto de la ponentà de mayo de 2015, afrontamos otra más normal, con cifras mayores que la precedente». Según la organización liderada por Vicente Bordils, habrá un exceso de oferta y se permitirán satisfacer más fácilmente la demanda, con un fruto de mayor calidad, si bien algo menor en tamaño.

Déficit de precipitaciones

Desde diversas instancias agrarias se ha aventurado en las últimas fechas una importante merma derivada de las deficiencias en el riego y del déficit de precipitaciones. «Para evitar una porgà excesiva resulta clave que la tierra conserve un cierto grado de humedad y es cierto que este año arrastramos ya serios problemas por la sequía, que se agravaron en ésas fechas clave por la falta de precipitaciones», matizan fuentes del Comité de Gestión, que centran el problema de la caída de frutos en la variedad de clementina mayoritaria, la Nules. Derivado de todo ello, según las estimaciones transmitidas por los asociados del comité, «se observa también un déficit en el calibre, especialmente en las mandarinas más precoces, lo que también puede alterar a la baja el volumen de cosecha pero también una mejor relación de azúcar y acidez así como de contenido de zumo».

Serán las previsiones de producción realizadas por la Conselleria de Agricultura valenciana primero y por las administraciones homólogas del resto de áreas productoras (Andalucía y Murcia), después, las que acaben por concretar el alcance de estas pérdidas. Y advierte en este sentido que «pese a las cifras que se puedan dar ahora, éstas tendrán que revisarse meses después porque los efectos sobre la cosecha se manifestarán también más tarde y es probable que se tengan que dar nuevos ajustes», como de hecho ya se hicieron en la temporada que ahora acaba.

Compartir el artículo

stats