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Una vuelta más de tuerca

Afinales del pasado mes de agosto nos encontramos con la noticia de que la Unión Europea y la Southern African Customs Union (SACU) han alcanzado un acuerdo para ampliar el periodo de libre acceso a las fronteras comunitarios de cítricos procedentes de Sudáfrica con aranceles reducidos. Del 15 de octubre, fecha fijada anteriormente, pasaremos esta campaña a finales del mes de noviembre, por lo que las importaciones sudafricanas coincidirán el mercado con la campaña de navelinas nacionales. Pero el asunto no acaba ahí. El acuerdo incluye también una progresiva reducción de los aranceles en un plazo de nueve años, de forma que desaparecen completamente en el año 2025, por si acaso faltaba alguna facilidad adicional.

Hemos insistido hasta la saciedad en que el problema con los cítricos procedentes de Sudáfrica y de otros países terceros no es únicamente una cuestión de mercado, por mucho que entendamos que la Unión incumple el derecho de preferencia comunitaria. Se trata de una cuestión de sanidad vegetal, ya que se están poniendo en riesgo las 600.000 hectáreas de producciones de cítricos de los países comunitarios. Durante las últimas campañas se han detectado sistemáticamente envíos procedentes de diferentes países contaminados con enfermedades como la mancha negra (black spot), de las que actualmente estamos libres. Los informes de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) avalan la tesis de que la entrada en nuestras fronteras de materiales contaminados supone un riesgo directo de contagio para nuestras producciones. Pese a estos antecedentes, las fronteras comunitarias han seguido abiertas para los cítricos sudafricanos, argentinos o uruguayos.

Cuestiones geopolíticas

No debería sorprendernos este acuerdo, no obstante. Los últimos movimiento de Bruselas dejan a las claras que las cuestiones geopolíticas relegan a un segundo plano la defensa de nuestro sector citrícola, por muchas advertencias que hayamos enviado sobre los riesgos que ello comporta. Esto es simplemente una nueva vuelta de tuerca. Por otro lado, la posición de los Estados Miembros también es sensiblemente diferente ante esta cuestión. Frente a nuestra exigencia de firmeza y de mayor control de fronteras, países como Reino Unido (que mientras no se materialice el Brexit sigue rigiéndose por las reglas comunitarias) u Holanda avalan una mayor laxitud ante estas importaciones procedentes de terceros países. Y en esa guerra, como siempre, parece que perderemos los mismos: los productores y, en última instancia, los consumidores.

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