Japón es un claro ejemplo de cómo algunos procesos de integración cooperativa pueden transformar su sector agroalimentario. La progresiva concentración ha supuesto una importante reducción de este tipo entidades niponas, que han pasado de 12.000 a 679 firmas en pocos años y se situan entre las más competitivas del mercado mientras echan el pulso a las europeas y norteamericanas. En la actualidad, sus cooperativas se sitúan entre las primeras del mundo en facturación, así como en su propio mercado, con cuotas de mercado del 50 % en arroz; del 54 % en hortalizas; del 77 % en fertilizantes y del 55 % en maquinaria. Tras el notable esfuerzo integrador que han llevado a cabo, «el proceso de de reestructuración está todavía a mitad de camino. Las cooperativas agrarias japonesas se encuentran inmersas actualmente en otro intenso proceso de cambio y reestructuraciones en su estrategia de negocio y situación organizativa», explica el profesor de la Universidad Hosei (Tokio) y vicepresidente de la Comisión de Investigación de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) en Asia-Pacífico, Akira Kurimoto.
Ese escenario contrasta con el de España y de la Comunitat Valenciana, en particular. La autonomía cuenta con 350 cooperativas agrarias, una cifra que representa tan solo un 8 % menos que a finales de 2012. La razón de ese escaso descenso, según fuentes de Cooperatives Agro-alimentàries, tiene que ver más con procesos de extinción debido a la crisis financieras y económica que con la Ley de fomento de la integración cooperativa y de otras entidades asociativas de carácter agroalimentario, aprobada por el Gobierno hace tres años. En la actualidad, son habas contadas en España las Entidades Asociativas Prioritarias (EAP) impulsadas por el Gobierno central y que conllevan la colaboración entre firmas implantadas en varias autonomías.
Integración y marca
En declaraciones a El Mercantil Valenciano, Akira Kurimoto, quien ha participado en una jornada de la Universitat Politècnica de València y organizada por la Cátedra Cajamar-UPV de Economía Social, sostiene que « el modelo japonés ha surgido en un contexto histórico e institucional específico que es bastante único. Se ha logrado un alto nivel de integración en niveles horizontales y verticales, si bien tiene muchos problemas en términos de eficiencia y necesita una mayor reestructuración interna». En el caso concreto de los cítricos, algunas cooperativas primarias han demostrado un alto nivel de marca y logrado competir con las naranjas y pomelos importados, explica Kurimoto. Y puntualiza que uno de los retos que deben afrontar las cooperativas agroalimentarias, una vez lograda su mayor dimensión es «invertir en procesos de mayor valor añadido, estrategias de marketing y formar nuevas alianzas con proveedores y distribuidores».
Entre los principales dificultades que afrontan las cooperativas en procesos habituales de fusión destaca la reticencia de sus gestores, quienes pueden desarrollar negocios aunque desean mantener la independencia. Según Kurimoto, que acude a ejemplos de su propio país, «las entidades más débiles en términos financieros deben fusionarse porque de lo contrario pueden entrar en la bancarrota» dados los procesos de globalización del sector agroalimentario.
En su opinión, las actividades agroalimentarias que requieren un mayor tamaño para ser más competitivas en el mercado son los sectores lácteos y cárnicos, negocios, que están dominadas por las empresas a gran escala y se enfrentan a la competencia internacional debido a la liberalización del comercio. También resalta el sector del arroz, que se caracteriza por su pequeño tamaño de la producción y necesita ser reestructurado, competir y satisfacer las demandas de los consumidores, distribuidores de alimentos y restaurantes. Por otro lado, apunta hacia las de actividades hortofrutícolas y apunta que pueden competir con grandes empresas debido a su apuesta por los productos frescos, «un factor muy apreciado por los consumidores», matiza.
En busca de eficiencia
La directora del Centro de Investigación y Especialización en Gestión de Empresas (CEGEA), Elena Meliá, indica que en Europa hay varios modelos de cooperativas, con distintas estructuras y formas de gobierno «y [en España] contamos con algunas muy eficientes y competitivas. «Es cierto que hay modelos y firmas que requieren ser reestructuradas», reconoce.
También explica que las cooperativas japonesas ocupan los primeros «rankings» en facturación pero eso no implica necesariamente que deban ser más competitivas. «Es cierto que el tamaño posibilita economías de escala y acceso a mercados, aunque es cierto que el tamaño exige grandes esfuerzos de reestructuración que reconduzcan los recursos hacia actividades que generen valor añadido y eliminen ineficiencias», agrega.
en Europa, especialmente en el norte existen grandes grupos cooperativos que sí han mejorado visiblemente su eficiencia y se sitúan en sus respectivos sectores como firmas líderes, como es el caso de los lácteos y cárnicas en los países escandinavos o de Holanda en lácteos y floricultura.
creo que es un modelo que ha demostrado la gran capacidad de las cooperativas para vertebrarse en estructuras de grado superior y operar bajo una enseña común, lo que les ha facilitado una mayor internacionalización y acceso a los mercados.
También algo a tener en cuenta es la capacidad de autoanálisis y autocrítica que están llevando a cabo, lo que las está conduciendo a un replanteamiento de sus actuales estructuras, para aligerarlas y hacerlas más eficientes. La pronta acción en estos casos es clave y esencial para no perder cuotas de competitividad.
