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¿Y si se rascan el bolsillo?

¿Se imaginan en un futuro cercano que desaparecen agentes sociales con tanta solera como los sindicatos UGT y CC OO? A bote pronto, parece imposible, ¿verdad? Pues la Comunitat Valenciana, si no se produce un milagro en las próximas semanas, se apresta a no tener una organización autonómica que represente a sus empresarios y sea su interlocutora ante los sindicatos y la administración.

Hay poco margen para el optimismo. Las patronales provinciales de Alicante y Castelló, tan mal gestionadas como las extintas cajas de ahorros, están al borde de la liquidación y las deudas que han generado, singularmente por los cursos de formación y las cuotas que llevan años sin pagar, están arrastrando al mismo pozo a la autonómica Cierval. La solución que se había proyectado era que la provincial de Valencia CEV, que ha aprovechado los últimos años para sanearse, aportara su balance, absorbiendo a Cierval, para enjugar sus pérdidas y conformar un nuevo modelo de organización autonómica. Sin embargo, el crecimiento de las deudas en esta última han sembrado dudas en los dirigentes de la CEV, que temen que dicha operación, en lugar de salvar a Cierval, sea la tumba de las dos.

Por eso han pedido a sus asesores fiscales que elaboren de urgencia un informe jurídico y económico que determine si la absorción es viable. De entrada, la hipótesis que se baraja es que la respuesta será no. Si es así, Cierval no tendrá otro camino que ir al concurso de acreedores „la Coepa alicantina ya lo está y la castellonense CEC se halla en preconcurso„ y, eventualmente, a la liquidación.

Visto desde Marte es incomprensible. Uno puede imaginar que la mayoría de trabajadores, que bastante tienen con llegar a final de mes, dieran la espalda a un sindicato único y este, sin dinero, se fuera al cementerio. Pero, ¿los empresarios? Los dirigentes de Alicante y Castelló „a diferencia de lo que hicieron hace unos años los de Valencia para cubrir un desfase por la formación„ se han dedicado en estos meses a torpedear la reforma de Cierval, pero al mismo tiempo no han hecho ni el más mínimo amago de aportar la única solución sensata, es decir, rascarse el bolsillo y salvar a sus respectivas organizaciones. Es más, los de Alicante piden a Cierval una quita del 95 % en sus deudas.

Con una Generalitat que no puede salir al rescate de este agente social básico, me temo que los empresarios valencianos, en general, no van a tener otro remedio que echar mano a la cartera si quieren evitar el ridículo de quedarse sin patronal autonómica. Cabe la remota opción de que el informe no sea demasiado negativo porque determine que el roto por la citada fusión no sea excesivo. Entonces hay dos posibilidades para eludir el abismo: que alicantinos y castellonenses hagan derramas extraordinarias para compensar el dinero que falte, lo cual es prácticamente imposible vista cuál ha sido su actitud hasta la fecha; o que los empresarios valencianos hagan un esfuerzo suplementario, aporten la financiación necesaria y, acto seguido, lancen una OPA en toda regla sobre Cierval.

También cabe que la CEV emprenda un camino en solitario y se desembarace de compañeros de camino al norte y al sur tan poco fiables.

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