En entornos dinámicos, las organizaciones tienen que mantener un cambio estratégico constante. Su supervivencia depende de su capacidad de renovación de los modelos, de su flexibilidad en dar respuesta a los impulsos del mercado, por eso son los directivos el motor del proceso de cambio y quienes toman decisiones estratégicas en función de sus creencias sobre el entorno, la estrategia, la cartera de negocios y el estado de la organización.

Desde este enfoque cognitivo, las decisiones estratégicas se centran en los vínculos existentes entre estructuras cognitivas, las percepciones del directivo del entorno y los procesos de toma de decisiones que van a estar sesgados por sus visiones y pensamientos. Lo que se conoce como el change management, la ´caja negra´ del proceso directivo.

Las condiciones del entorno serán claves para el directivo y el análisis que hagan del mismo y a su vez, las características del entorno condicionarán las competencias y habilidades directivas necesarias en la empresa para enfrentarse al mercado. En contextos hostiles, los procesos de toma de decisiones de los directivos se establecen como pieza clave y la orientación estratégica de los directivos es el elemento promotor de la renovación del modelo de negocio.

De ahí que la principal ventaja competitiva, realmente sostenible en el tiempo que tiene las empresas son sus equipos directivos (por lo menos hasta que no se puedan clonar las personas que los componen) y sus propias percepciones y creencias del mercado.

La alineación empresa-entorno (interno-externo) implica una necesidad de renovación que se impulsa sobre la combinación de posturas emprendedoras en las dimensiones de innovación, riesgo y proactividad (orientación emprendedora); junto con comportamientos analíticos y de largo plazo (orientación estratégica).

Este ajuste interno-externo en contextos hostiles se basa en la combinación de las dimensiones estratégicas y emprendedoras, especialmente cuando aparecen resistencias al cambio o inercias difíciles de vencer.

Existe una relación positiva entre el grado de hostilidad percibida y la propensión a adoptar una postura emprendedora. La idea de fondo es que la estrategia mejorará el rendimiento organizativo cuando sea gestionada por determinados equipos directivos, cuando se produzca una alineación entre el perfil del directivo y el emprendimiento estratégico.

Principal activo: el perfil de los fundadores

El emprendimiento estratégico necesita de una mentalidad estratégica, la disposición de una cultura y liderazgo emprendedor. Promueve una agilidad, flexibilidad y creatividad así como una continua innovación a lo largo de la empresa.

De ahí que el principal activo de cualquier proyecto innovador sea el perfil de sus fundadores y que cuando hablamos de inversión en startups, lo que valoran los Business Angels a la hora de participar en un proyecto sea el propio equipo directivo y su capacidad de pilotar el proyecto.