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Opinión | Desde el campo

Superar la atonía citrícola

El ambiente que envuelve los primeros compases de la actual campaña citrícola es demasiado denso, pesado. Las compras son escasas y la recolección avanza a ritmo cansino, absolutamente impropio del momento en que nos encontramos

El ambiente que envuelve los primeros compases de la actual campaña citrícola es demasiado denso, pesado. Las compras son escasas y la recolección avanza a ritmo cansino, absolutamente impropio del momento en que nos encontramos. Esta atmósfera de atonía nos preocupa porque el clima de parálisis imperante nos aleja de la normalidad que debería imperar ahora mismo en el sector, máxime cuando las condiciones objetivas del mercado y los datos de producción deberían dibujar un panorama distinto.

Es cierto y sabido que la cosecha correspondiente a esta temporada se ha incrementado de manera sensible respecto al ejercicio anterior, pero es aún más cierto que los volúmenes de mercancía disponible son muy similares a los de curso 2014/2015 y, en consecuencia, estamos ante una campaña normal en términos productivos y como tal debería estar desarrollándose. Conviene subrayar también que la calidad organoléptica que presentan nuestras naranjas y mandarinas es excelente y que, además, este año se espera una reducción próxima al 10 % en las cosechas de peras y manzanas, de tal manera que, a poco que bajen las temperaturas, los mercados europeos se mostrarán especialmente ávidos por recibir nuestros cítricos.

Así las cosas, mucho nos tememos que esta falta de movimiento, esa aparente falta de interés, responda más bien a estrategias especulativas muy concretas a cargo de determinados operadores y grandes firmas de la distribución que estarían buscando, con toda la intención, instaurar una tendencia bajista en las cotizaciones que se negocian en el campo a fin de abonar un terreno que favorezca sus intereses particulares en detrimento del interés general del sector. Espero que los temores en este sentido que ya empiezan a transmitirnos muchos agricultores no se vean plasmados y confirmados dentro de poco tiempo en los lineales de los supermercados mediante ofertas de cítricos a precios irrisorios.

Las autoridades con competencias en la materia, especialmente la Agencia de Control e Información Alimentario (AICA) a nivel nacional y la dirección general de Comercio y Consumo de la Generalitat a nivel autonómico, deben estar más atentas y vigilantes que nunca para cortar de raíz cualquier maniobra que pretenda torpedear la campaña citrícola. Que no pierdan de vista los precedentes que han sentado recientemente las comunidades autónomas de Extremadura y Madrid al imponer sanciones a importantes empresas de la distribución tras constatar que estaban vendiendo aceite a pérdida en sus establecimientos. La campaña, por tanto, se presenta compleja. Apelemos, pues, a la profesionalidad y cordura de todos los implicados antes de que sea demasiado tarde, porque hasta la paciencia de los agricultores tiene un límite.

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