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La entrevista | Rafael Doménech

"No tiene sentido que suban los salarios sin que lo haga la productividad"

El economista asegura que el sistema financiero puede aguantar dos años con tipos de interés en terreno negativo y cita el caso de Japón, cuya banca ha sorteado dos décadas en esa situación

"No tiene sentido que suban los salarios sin que lo haga la productividad"

Rafael Doménech estuvo en Valencia el pasado 18 de octubre para anunciar los pronósticos de BBVA Research sobre la economía autonómica, que crecerá un 3,3 % este año y un 2,2 % en 2017. Entre ambos ejercicios creará 105.000 puestos de trabajo. Tras la presentación, el economista abordó con este diario algunas claves de la coyuntura española e internacional.

¿Por qué la economía española sigue como un tiro con un gobierno en funciones?

Eso no significa que la incertidumbre en la política no tenga efecto. Lo que ocurre es que hay otros factores que terminan compensando el efecto negativo de esa incertidumbre en la política económica que puede estar asociada a una ausencia de gobierno. De acuerdo con nuestros cálculos, la economía española y valenciana podrían estar creciendo del orden de tres décimas más en 2016 en ausencia de esa incertidumbre. Por tanto, tiene un coste, pero ese menor crecimiento se ve compensado por otros factores. Si no fuera por ese factor estaríamos creciendo más.

¿Cuál será el coste para la economía española del aumento del precio del petróleo?

El nivel del precio del petróleo sigue siendo bajo si lo comparamos con el que teníamos en 2014, cuando rondaba los 110 dólares por barril. Ahora está ligeramente por debajo de la mitad. Por tanto, sigue contribuyendo al crecimiento económico, aunque no tanto como lo estaría haciendo si se hubiera quedado en los precios que observamos en la primera parte del año, cuando estuvo en 30 dólares. Estamos hablando de unas décimas de menor crecimiento por este motivo. Dos o tres décimas.

¿Irá a más?

No. Sigue habiendo un exceso de oferta en el mercado del petróleo. Es un mercado que tiene una volatilidad determinada por la influencia de los países de la OPEP. Por tanto, un acuerdo de Arabia Saudí o de Rusia para restringir esa oferta podría tener un efecto en el precio del petróleo. Pero, hoy por hoy, nos encontramos cómodos con una previsión de un precio en los próximos años que se acercará a los 55/60 dólares el barril. Por tanto, no muy lejos del nivel actual.

La desaceleración china es cada vez más evidente. También existe un riesgo financiero procedente del gigante asiático. ¿Cuáles van a ser sus consecuencias?

Que China se va a desacelerar es un hecho. Incluso, en un escenario benigno, consideramos que esa desaceleración va a dar lugar a que China converja a tasas de crecimiento de entre el 3 % y el 4 %. Esto tiene que ver con que se agota poco a poco el proceso de convergencia en términos de productividad y de renta per cápita. Por otro lado, hay factores demográficos. Décadas de políticas demográficas que han restringido mucho el crecimiento de la población terminan afectando a la fuerza de trabajo. En la próxima década vamos a ver cómo ese impacto demográfico va a afectar al crecimiento económico. Ese sería un escenario base de un ajuste gradual. Ahora bien, hay un escenario de riesgo derivado de ese proceso de desapalancamiento que todavía no ha iniciado la economía china y que tendrá que iniciar en algún momento de los próximos años. Si las cosas no se hacen como debieran y empiezan a caer fichas de dominó una tras otra, ese crecimiento durante uno o dos años estaría entre el 1 % y el 2 %, Eso tiene un impacto considerable sobre el crecimiento mundial, las economías emergentes y también en las de los desarrollados. Tendría dos canales, el del comercio mundial, por las menores importaciones chinas, y el financiero. En agosto de 2015 y en febrero de este año, cuando se han puesto encima de la mesa las dudas sobre el crecimiento de China, esto ha generado mucha volatilidad en los mercados financieros, lo que termina afectando a las bolsas y a la riqueza, a la renta disponible, las expectativas de inversión de las empresas, el consumo privado de las familias...

No se observan daños aparentes derivados del «brexit». ¿Es por que van por el subsuelo o porque hay que esperar a que se inicien las negociaciones y se vea cómo quedará la ruptura?

Sobre todo por lo segundo. Los efectos en algunas variables sí están siendo importantes ya. La libra se ha depreciado entre un 15 % y un 16 %. Por tanto, los turistas y las empresas británicas que quieran importar bienes producidos en la Comunitat Valenciana tienen una menor renta disponible. Son un 15 % más pobres. Ese efecto ya está ahí, pero luego quedan otros que son muy importantes y que iremos viendo. Tienen que ver con el proceso de negociación que en algún momento antes de marzo del año que viene se iniciará. Un proceso político es muy difícil anticipar en qué va a acabar. Hoy por hoy, lo que sí hace es generar incertidumbre sobre cuáles van a ser las relaciones comerciales, las tarifas, la posibilidad de circular libremente o no bienes, servicios y personas entre el Reino Unido y la Unión Europea.

Las encuestas fallaron estrepitosamente con el «brexit» y con Colombia. Por tanto, pueden fallar con las elecciones en Estados Unidos. ¿Qué le ocurriría a la economía mundial si gana Trump?

Es una incógnita. El principal problema de una victoria de Trump desde un punto de vista económico es que es una incógnita, es decir, que no sabemos cuál sería la política económica que aplicaría su gobierno. Clinton tiene la ventaja de que su política económica es mucho más conocida, bastante continuista con respecto a lo que hemos visto en los últimos años con la administración Obama.

¿Hay que dar por muerto el TTIP, el tratado comercial entre la UE y EE UU?

No hay que darlo por muerto, Sería un error. Los países y las sociedades, no solo en terminos económicos, tienen mucho que mejorar a través de un comercio bien regulado. Por tanto, todo lo que los tratados puedan hacer para facilitarlo será bien venido. Que ahora, por condicionantes de tipo político, por las elecciones en EE UU y también por la falta de consensos en la UE, no se pueda sacar adelante a corto plazo no significa que no pueda salir otro igual o mejor en los próximos años. Esto es lo que sería deseable, que al final todos ganemos. En el caso concreto de las empresas valencianas sería muy importante porque muchos de sus costes de exportación se podrían aligerar gracias a un tratado. Por ejemplo, todo lo relacionado con controles fitosanitarios, que ahora se hacen en EE UU, lo que significa un coste, y que se podrían hacer aquí. Es lo que tenemos que pretender con este tipo de acuerdos, beneficiar a todas las partes y, si hay algún caso concreto de algún sector, bien o servicio que sale perjudicado con el acuerdo, compensarlo. Con ganancias para el conjunto de la sociedad se puede compensar a los perdedores.

¿Pondrá fin Estados Unidos a las políticas de estímulo monetario tras las elecciones de noviembre? ¿Y el BCE?

Lo hará pero no a corto plazo. Continuará con una estrategia gradual de salida en la que irá subiendo los tipos de interés poco a poco. Irá viendo, como si fuera una dosis homeopática, cómo la economía va recibiendo esos aumentos de tipos de interés, cómo se comporta el mercado de trabajo y, por tanto, será una subida muy gradual y muy contrastada, viendo en todo momento cómo es la reacción de la economía. Tras las elecciones retomará esa política gradualista. En el caso de la economía europea irá mucho más tarde. No esperamos subida de los tipos en Europa en los próximos dos años. En 2017 continuará la expansión cuantitativa, en 2018 será de pausa para diseñar una estrategia de salida y las subidas de tipos. Lo ideal sería que esas subidas llegaran cuanto antes porque la recuperación de la economía europea es más intensa y, por lo tanto, una reducción del desempleo más rápida y unas tasas de crecimiento de la actividad mayores hacen que la inflación se recupere más rápidamente, suba por encima del objetivo del BCE y que este tenga razones para subir los tipos.

Draghi pide que suban los salarios para intentar revitalizar la inflación. ¿Que opina?

Lo que dice es que sería bueno que, como consecuencia de un aumento de la productividad por parte de las empresas, aumenten también los salarios. En la medida que esto estimule la demanda agregada tendrá un efecto sobre la inflación y propiciará también una normalización más rápida de los tipos de interés. Aquí el orden de los factores importa. Lo que no tiene sentido es subir los salarios sin que suba la productividad, porque eso genera desempleo, menor renta de las familias, menor consumo y, por tanto, una situación contraria a la que desea el BCE. Es cierto que el BCE pide que suban los salarios, pero como consecuencia de reformas estructurales.

Popular, Deutsche Bank, Monte dei Paschi.... ¿Hay que temer otra tormenta bancaria?

Sin entrar a hablar de casos particulares, estos casos ponen de manifiesto que en una situación de debilidad económica, por un lado, con fuertes cambios regulatorios, por otro, y también en un proceso de transformación digital y tecnológica sin precedentes como el que estamos viviendo, todo esto ha generado una situación verdaderamente muy complicada para el sistema bancario europeo en general y para determinados bancos en particular. Todo esto termina afectando a lo que es la rentabilidad de modelos de negocio tradicionales. En la medida en que hay algunos bancos que no se han saneado con la misma intensidad que otros, esto hace que haya mucha heterogeneidad entre países y bancos. No todos los bancos son iguales, pero sí que tenemos en general una presión muy fuerte por estas tres razones: bajo crecimiento con tipos de interés muy bajos, regulación y transformación tecnológica. Esto es muy distinto de situaciones como las que vivimos en España. En 2011, el problema era de solvencia de las cajas de ahorros. No es lo mismo hablar de solvencia que de rentabilidad. Afortunadamente, hemos avanzado mucho, tenemos una unión bancaria europea, tenemos una supervisión europea y, aunque pueda haber algún problema particular de solvencia en algún banco, fundamentalmente ahora nos encontramos con un problema de rentabilidad, de modelo de negocio.

¿Puede aguantar el sistema dos años con tipos muy bajos?

Puede hacerlo. De hecho, tenemos la experiencia japonesa, en la que su sistema bancario ha aguantado dos décadas con un entorno de bajos tipos. Esto significa cambiar el modelo de negocio y que entre la rentabilidad a través de otro tipo de actividades y servicios, cobrar por ellos, utilizar las comisiones porque ofreces mayor valor añadido. Lo que no tiene sentido es una banca más tradicional con menor valor añadido que solo hace intermediación financiera. No, hay que profundizar en el asesoramiento financiero, en la evaluación de proyectos individuales rentables. Los bancos tienen que aprender a vivir con eso.

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