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Anxo Pérez

«La batalla es por el mejor talento»

Tras vender más de 100.000 ejemplares con «Los 88 peldaños del éxito», Anxo Pérez, fundador de la firma 8Belts.com y creador de un método para aprender idiomas en ocho meses, vuelve a la carga con «La inteligencia del éxito». Dice que «el éxito de una empresa no está en la mente del CEO, sino en la de los empleados». De ahí que afirme que «la batalla es por el mejor talento».

nxo Pérez es un emprendedor gallego de edad indeterminada „mantiene la coquetería de no desvelarla„ que hace un lustro creó 8Belts.com, un modelo de aprendizaje de idiomas „chino, alemán, inglés y francés„ en ocho meses que en tan poco tiempo se ha convertido en una empresa de éxito: cien empleados, clientes en cincuenta países y un crecimiento del 3.000 %. Es, sin duda, un personaje hiperactivo. Según confesión propia, toca nueve instrumentos, tiene cinco titulos universitarias, domina cinco idiomas, ha trabajado para la ONU y el FBI y hasta ha sido actor de cine, aunque, como no fuma, no bebe, no va a los bares y no tiene televisor, dispone de más tiempo que el común de los mortales. También ha encontrado un hueco para teorizar sobre el éxito personal y empresarial. Tras vender más de 100.000 ejemplares con «Los 88 peldaños del éxito», acaba de publicar otro libro sobre la misma materia, en este caso «La inteligencia del éxito».

¿Y eso qué es? Pérez responde con dos preguntas: «¿Qué determina el éxito? ¿Por qué unas personas tienen más éxito que otras?» Y se contesta: «Hay varios componentes que la gente con mayor éxito tiene en común. Es gente que invierte mucho en conocimiento. Al mismo tiempo, aprenden a hacer muchas destrezas. Imagínate que aprender una destreza te llevara cien horas y dividimos ese conocimiento en dos grupos. El primero te lleva de no saber nada a ser mediocre y el segundo, de ser mediocre a excelente. La primera parte se puede conseguir con la primera hora pero la segunda, con las 99 restantes. ¿Qué significa? Es la fórmula que ayuda al novato y perjudica al experto. En tercer lugar, es gente que maneja muy bien las relaciones sociales, que tiene un cierto magnetismo para la gente, ha aprendido a usar a las personas pero no para aprovecharse de ellas, sino primero dando, siendo altruista y eso al final siempre te vuelve. En cuarto lugar, gestionan muy bien la preocupación. Hay una máxima en el libro que dice que no te preocupes por nada que no puedas recordar dentro de un mes».

¿Cómo aplicar esa inteligencia del éxito en una empresa?. Pérez: «En el libro hablo de que las mejores empresas no son buenas por las decisiones que toma el CEO una vez al año, sino por las pequeñas decisiones que toman los empleados a diario. El éxito de la empresa no está en la mente del CEO sino en la de los empleados. Esto implica que ganan aquellas que detectan y atraen al mejor talento. Aquí la batalla es por el mejor talento. El mercado laboral es el mismo para las grandes y las pequeñas empresas. Todas tenemos que competir por lo mismo, con lo cual si las pequeñas no podemos competir en salarios hay que hacerlo de otra manera. Hay otras formas de remunerar: Que una persona se sienta feliz, realizada, crezca, pueda abrirse a otros departamentos. Uno de los errores más comunes es pensar que es el candidato el que tiene que seducir a la empresa, cuando es al revés. Si las empresas se centran en seducir a los mejores candidatos, tendrán el mejor talento. Nosotros hace tiempo que no contratamos a gente arrogante, porque una persona arrogante busca brillar y una persona humilde busca crecer».

Asegura Anxo Pérez que los emprendedores cometen el pecado del exceso de control: «Creas la idea, la pones en marcha. El primer año generalmente no tienes vida. Piensas 24 horas al día en cómo hacer cada cosa. Es una locura. Como tú pares la idea y lo haces todo, llega un punto en que empezar a ceder el control cuando contratas gente es muy difícil, porque piensas nadie lo va a hacer mejor que tu. Es un error que yo he cometido veinte veces. Hay que saber delegar. Aprender a pedir. Al final, lo que te hace grande no es tu input, sino el de aquellas personas que formaste dentro de una cultura de empresa común».

Son consejos que la mayoría de empresarios asume pero no acaban de ejecutar. Por ejemplo, a la hora de reducir el presentismo laboral en beneficio de la productividad. Pérez está de acuerdo: «En multinacionales como Google, lo que hacen es que el tiempo da igual. Lo que tienen es unos mecanismos muy buenos para medir resultados. Al empleado le dices lo que tiene que producir para tal día y, en la medida en que lo produzca, si lo hace en un tercio del tiempo, mejor para él, si lo hace por la noche en su casa, allá él. Siempre y cuando cumpla los objetivos. Lo difícil es cómo medirlo. Ahora hay mejores herramientas que te permiten medir la productividad y cada vez vamos a tener menos ocupación por número de horas y más por resultados».

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