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Desayunos Banco Sabadell

Las patronales valencianas buscan su futuro

Las asociaciones empresariales, tocadas por la crisis y la actuación de algunos gestores, debaten sobre cuál debe ser su papel en la sociedad valenciana

Las patronales debaten sobre su futuro

Las patronales debaten sobre su futuro

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Las patronales debaten sobre su futuro Jordi Cuenca

Las organizaciones empresariales valencianas atraviesan un momento de seria dificultad. La alicantina Coepa acaba de superar un concurso de acreedores, que va a tener que presentar la castellonense CEC a finales de mes. La debacle de ambas, también investigadas en diversas causas judiciales, ha impactado sobre la autonómica, que está bordeando también el concurso „se halla a expensas de que el Consell autorice el aplazamiento de una deuda por la formación de la CEC„ y que el 20 de diciembre debe aprobar un cambio sustancial en sus estatutos que reducirá el peso de las provinciales y dará el control a empresas y sectores directamente asociados. En un desayuno organizado por el Banco Sabadell y El Mercantil Valenciano, algunos de los principales dirigentes del sector debatieron sobre el futuro de las asociaciones empresariales. La directora general de Trabajo de la Generalitat, Cristina Moreno, abrió el turno de intervenciones.

Las organizaciones empresariales se encuentran en una situación crítica, pero el Consell necesita de ellas. Un gobierno como el del Botànic ha venido a gobernar con la gente. No entendemos no tener unas organizaciones estructuradas que sean nuestros interlocutores. Así que les estaremos acompañando en su reestructuración, pero desde la acera de enfrente, porque deben ser autónomas. Los problemas actuales vienen de una excesiva vinculación con el Gobierno [durante parte de la etapa del PP en el Consell]. Deben ser organizaciones independientes. Si coincidimos en políticas, bien, y si discrepamos, no hay problema.

Cuando los cambios que se producen fuera van más rápido que dentro, tienes un problema. Lo que ha sucedido con las organizaciones empresariales es que ha habido una dejación de funciones por parte de los empresarios y los gestores patronales. Nuestra prioridad debe ser generar valor añadido para las empresas. Somos muy necesarios para las administraciones públicas, como los sindicatos, pero debemos tener autonomía del poder político. Hace cinco años iniciamos un camino en la CEV hacia la independencia económica y eso es lo mismo que queremos hacer ahora en Cierval, sin dejar de tener claro que eso se complementa con la labor de lobby, que lo somos.

La labor de la patronal es fundamental, sobre todo en la negociación colectiva. Es su razón de ser. Si no, se convertiría en otra cosa. Si la Comunitat Valenciana tiene un déficit de vertebración, una de sus asignaturas pendientes está en las patronales, que no han sido capaces de hacer una defensa común ante la Comunitat Valenciana y Madrid. Es lo que se pretende ahora, vertebrar. Y es imprescindible. Nos interesa una patronal fuerte. Hemos visto en según qué negociaciones colectivas que enfrente teníamos una asociación detrás de la cual solo había un abogado.

El exceso de dinero público ha derivado en estos años en casos que no tocaban. Dicho esto, además de las patronales, hay otros instrumentos, como las cámaras, que también son asociaciones empresariales, pero cuyos fines son otros. Deben separarse las funciones. Una cosa es la negociación colectiva y otra los instrumentos de actividad, como las cámaras, los puertos o las mutuas.

El 99 % del tejido valenciano son pymes y muchas de ellas, cuando oyen hablar de la patronal, a veces no se sienten identificadas, porque piensan que son las grandes empresas, pero no es así. Nuestro principal cometido es defender los intereses de las empresas. Sobre todo, en la negociación colectiva, dado que en las pequeñas firmas no puede haber un convenio de empresa. También es muy importante la labor de lobby. ¿Qué hacen por mí?, puede pensar un empresario. Pues hay que decirle que, a lo mejor, le he salvado de una norma que era perjudicial para su empresa.

Lo primero es recordar que la misión de las organizaciones empresariales es generar servicios y aglutinar empresas para que se desarrollen, sobre todo en una autonomía con tantas pymes. Debemos ser leales con las administraciones públicas sin seguidismo. Ha habido épocas en que no ha sido así. Tenemos que ganarnos la credibilidad y hay que hacerlo día a día. Las organizaciones sectoriales y comarcales son las que están cerca de las empresas, a las que damos soluciones y apoyo.Generamos recursos porque la empresa está a pie de calle y tenemos que ser excelentes en la prestación de servicios. Luego necesitamos organizaciones superiores, que son las que tienen que coordinar. Debe haber una autonómica con provinciales de menor tamaño. En Valencia tenemos ventajas por las personas que lideran todas las organizaciones, también las cámaras. La CEV va bien porque la visión se comparte. Eso te hace ganar creatividad. El hándicap está en la autonómica, que no es fuerte. Valencia va bien pero las otras provinciales han tenido problemas que nos afectan a todos.

Trabajando. La negociación colectiva es básica porque da protección incluso a las empresas no asociadas. Estoy de acuerdo con lo que decía Ismael de los chiringuitos. No puede haber tantas asociaciones a nivel sectorial [que apenas representan a nadie]. Cuando acabe el proceso de Cierval, hay sectores que deben replantearse su futuro porque no están apoyados por empresas. Deben salir a la calle a captar socios y no vivir de la administración. Pero debe haber una cúpula que coordine. Si Madrid plantea el abandono de la fundación sobre riesgos laborales, tenemos que dar la batalla y hacer de lobby, porque las empresas y los trabajadores necesitan ese tipo de formación. Debemos cambiar la marca de las patronales. Trabajar. Salir a la calle, que nos conozcan; así alguien comprará el producto. Lo que se ha logrado en CEV se puede en otras patronales.

Es necesaria una voz que defienda los intereses empresariales. La CEV lo ha hecho muy bien. El lobby es el que tiene capacidad de legislar o deslegislar y en ello tiene mucho que decir la autonómica. Las empresas tendrán sentimiento de pertenencia si ven que se les facilita la actividad económica.

Si las asociaciones tienen detrás empresas que les dan soporte, perfecto. Ahora bien, si estas entidades y los chiringuitos que existen viven de las administraciones públicas, eso hay que ordenarlo. Después de la reforma de Cierval, en una segunda fase hay que entrar ahí y quitar esos chiringuitos. No podemos dar la imagen de que las asociaciones viven de las administraciones.

Es bueno que haya diversos actores en la economía, pero hay que tener puntos en común para hacer una defensa conjunta de los mismos.

Hace dos años hicimos una rueda de prensa en la CEV con todas las organizaciones empresariales sobre el déficit de infraestructuras. Antes era imposible. Ahora AVE saca un informe sobre el corredor mediterráneo y me parece fantástico. Todo suma. También se ha mejorado la relación entre la Cámara y la CEV, que hace unos años apenas se hablaban. Y eso no es bueno.

Hemos pasado una época muy difícil, pero me niego a aceptar, como se ha dicho aquí, que vivíamos de las subvenciones. Hemos prestado un servicio a la administración y debemos tener un justiprecio por los servicios que damos, que no solo benefician a nuestros afiliados sino al conjunto de la sociedad. Los encargos de las administraciones públicas han crecido y eso nos obliga a tener más estructura. Hay diferencias entre las patronales. Hay algunas que tienen grandes empresas y otras que no. Nosotros tratamos de resolver los problemas de quien más lo necesita. De ahí los convenios sectoriales, porque las grandes empresas ya tienen los suyos. El Gobierno ha tratado de resolver la crisis rompiendo la negociación colectiva. Con viento a favor, la afiliación iba sola, pero cuando el empleo cae en tres millones, cae la afiliación. Es difícil levantar eso.

Las pequeñas asociaciones no están subvencionadas. Tienen a una o dos personas que dan servicio a cien, quinientas o mil asociadas. Con la crisis hubo una caída inmediata de las cuotas y las organizaciones se vieron mermadas. Eso hay que recuperarlo. Además, la administración dejó de pagar acciones ya realizadas y eso nos costó dinero porque tuvimos que pedir financiación bancaria. Fue una tormenta perfecta. Por eso debemos gestionarlas ahora como si fueran empresas. Nuestro cometido es lanzar información hacia las cúpulas patronales.

La formación no son subvenciones. Es dinero nuestro, de las empresas y los trabajadores. Reivindico la formación bien ejecutada. Por otro lado, tengo la tranquilidad de que la CEV sabe cuál es el futuro de las organizaciones empresariales, aunque la solución no está solo en nuestras manos porque Alicante y Castelló tienen pendientes muchas acciones judiciales y eso puede hacer que el proyecto sea inviable. Pero debemos intentarlo.

Lo de Alicante y Castelló es fruto de errores pasados provocados también por las acciones poco rigurosas del Gobierno de entonces.

Las empresas y los trabajadores deben decidir cómo se hace la formación. La CEV ha dejado de competir en esto con sus propios sectores.

Me gustaría que me sucediera una mujer.

No estoy a favor de las cuotas. Además, las mujeres tenemos dificultades para hacer frente a tantas responsabilidades. Esta es una dedicación altruista y no todo el mundo está dispuesto a sacrificar parte de su vida.

Veo bien la discriminación positiva. Las mujeres han dado el paso a los cargos directivos en las organizaciones, no tanto las empresarias.

No hay duplicidades. Las cámaras son prestadoras de servicios y trasladamos políticas públicas a las empresas, mientras que las patronales defienden los intereses de las empresas y los sectores. Son dos chaquetas diferentes y no hay duplicidad ni siquiera en las estructuras.

Los empresarios no me plantean que sea necesaria una fusión con las cámaras.

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