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¿Por qué cuesta tanto cambiar la política comercial?

Las mayorías absolutas prolongadas tienen el riesgo de caer en el inmovilismo. Esta puede ser una explicación de por qué en la C. Valenciana durante tantas legislaturas se mantuvo el criterio en materia de política comercial de priorizar los intereses de la minoría que forman las grandes empresas frente a la mayoría formada por pymes y autónomos. Puede que tenga una explicación: fueron lo nuevo y además eran y son grandes, y encima conquistaron a los medios y convencieron a los consumidores de que solo ellos eran los modernos e innovadores y los valedores del progreso. El caso es que quizás imbuidos por esa aureola en la que estaba la sociedad en general, el Gobierno de hace quince años se dejó llevar y apostó decididamente por una política que favoreció su crecimiento indiscriminado, sin criterio ni perspectiva.

Pero en esos quince años las pymes de comercio se reinventaron y una mayoría nos mostró su perfil moderno, innovador, actual, amable, en definitiva su mejor versión. Y la sociedad también cambió y agotado el efecto de lo nuevo y grande, volvió a valorar la diversidad y la pluralidad del pequeño y local, pero el inmovilismo que acaba infectando a las mayorías absolutas impidió que el Gobierno modificara su política comercial. La consecuencia de todo esto es que ahora hay que forzar la marcha para ordenar el comercio y recuperar el vitalismo. Y está costando mucho.

A primera vista dos polos opuestos pueden marcar la política comercial esta legislatura. Uno, el manido asunto de los horarios comerciales que supone un lastre, y otro el Patsecova, Plan Territorial sectorial del comercio valenciano, que es un instrumento que nos convertiría en referente a nivel nacional en ordenación comercial.

Por lo que respecta al primero nos es extraño que al común de los mortales nos cueste entender como es tan complicado retrotraer una medida que está mal ejecutada. La gran mayoría del sector solicitamos acotar la liberalización de horarios en Valencia y Alicante, como por cierto ya lo han hecho en otras trece Comunidades Autónomas este año, pero recientemente el Consell Jurídic Consultiu ha dictaminado que aunque es grave que una medida de ese tipo se impusiera sin consultar a los afectados, como así fue, no es suficientemente grave como para declarar nula una medida. Mucho cuidado con esto porque la gente puede entender que nuestro sistema no funciona.

La otra cara de la moneda es la del Patsecova, Plan Sectorial Territorial de Comercio, con el que tenemos la oportunidad de situarnos a la cabeza en materia de ordenación comercial a nivel estatal. No hay ninguna otra comunidad que cuente con un instrumento tan potente como este para, entre otras cosas, concretar el papel del comercio dentro del modelo de ciudad que todo municipio debiera tener, u ordenar los equipamientos comerciales a nivel municipal y autonómico bajo criterios de sostenibilidad y con la participación ordenada de todos los agentes implicados, lo que supondría también un gran paso para terminar con los debates públicos de qué centros comerciales caben o no en según qué territorios.

Por eso estamos expectantes e ilusionados con este Plan del que ya ha finalizado el periodo de alegaciones y sobre el que estamos a la espera de conocer el texto final. Si todo va como debe, el Patsecova tendrá para el comercio el efecto que el barbecho tiene para el cultivo, es decir preparará el terreno y ordenará el territorio para que el germen del comercio crezca mejor y más fuerte.

La conclusión es que tenemos un tema sin resolver que son los horarios comerciales, que se ha enquistado durante años, y que ha dispersado los esfuerzos para la puesta en marcha medidas innovadoras, y que tenemos el Patsecova, que representa futuro. Confiemos en que la experiencia vivida con los horarios no contamine la evolución y resolución del Plan sectorial de comercio.

Si no somos capaces de esto no seremos capaces de avanzar con suficiente rapidez para ser referente comercial. Yo lo tengo claro: resolvamos cuanto antes el tema de horarios y apostemos por aprobar con diligencia el Patsecova, para saltar del vagón de cola a la locomotora del tren de la innovación y la competitividad en el comercio.

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