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Francisco y Dimas De Andrés

La saga de l´Horta que subió al olimpo de «Forbes»

La saga de l´Horta que subió al olimpo de «Forbes»

No parece probable que, desde el quinto piso de un inmueble del parisino Boulevard Sant Michel en el que se colaban los gases lacrimógenos lanzados por la policía que reprimía las protestas del mayo francés, el entonces joven Francisco de Andrés Sales pensara que medio siglo más tarde aparecería entre las cien mayores fortunas de España. Pero así ha sido. El pasado noviembre, la revista de los millonarios «Forbes» situaba a la familia que encabeza este empresario valenciano en el puesto 85, con un patrimonio de 450 millones de euros.

Francisco de Andrés es hijo de una familia de l'Horta valenciana, cuya estirpe se aposenta en el Camí d'Algirós casi desde tiempos inmemoriales. Esa vinculación con la tierra, esos orígenes, explican en buena medida la trayectoria de un empresario que, tras cuarenta años en varios proyectos, disfruta ahora de una jubilación activa.

De Andrés completó en Valencia sus estudios de perito en exportación y, más tarde, se licenció en Bellas Artes. Con 19 años, empezó a trabajar en Frutas Españolas S.A que dirigía Joaquín Muñoz Peirats y que se dedicada, como su nombre indica, a la exportación de frutas. En 1967 se fue a París a hacer un postgrado en Economía Social en la Sorbona que terminó un 20 de mayo de 1968. De ahí que fuera testigo de aquella histórica revuelta estudiantil.

A su regreso, se empleó en el sector cooperativo, de nuevo especializado en comercio exterior. En 1974, deja la exportación de frutas y reorienta su actividad hacia la importación de materias primas. En un momento en que en España no se reciclaba papel, De Andrés llegó a introducir el 33 % de este producto en el país. Con la reconversión industrial de inicios de los ochenta, el empresario se vuelca en una actividad que ya había empezado a trabajar unos años antes siguiendo la tradición familiar de generar patrimonio al margen de la actividad principal. Ahí está el germen de Medcap Real State, la sociedad patrimonial constituida el año pasado a partir de integrar todos los negocios de la familia que está en el origen de que «Forbes» haya aupado a los de Andrés a ese estrellato indeseado.

Una de las primeras actuaciones de Francisco de Andrés fue la construcción del Hotel Abashiri de Valencia a mediados de los ochenta, del que retuvo la propiedad hasta que la cedió a su hermano, pero cuya gestión siempre ha estado en manos de una cadena del sector. Es una de sus líneas de actuación. Otra es no construir edificios de viviendas. La clave del negocio „primero hoteles y oficinas, luego, además, el comercio„ está en adquirir edificios de alta gama en lugares estratégicos de ciudades como Madrid y Barcelona, donde trabajan prioritariamente y donde el hijo reside parte de la semana, y rehabilitarlos o acondicionarlos para alquilarlos total o parcialmente a grandes marcas. Así se han convertido en caseros de Apple, Addidas, H&M, Desigual o Louis Vuitton, pero también de Media Markt o, en su momento, McDonalds.

El lema del grupo es patearse las ciudades en busca de locales. Una filial constructora se encarga de los trabajos a medida. Se trata de un nicho de mercado con poca competencia porque abundan los rentistas pasivos.

En su familia, a Francisco de Andrés le apodan el Yoda, como el maestro de «La Guerra de las Galaxias», especialmente desde que en 2004 su hijo Dimas entró en el negocio y él empezó a ejercer cada vez más de asesor y marcador de estrategias, en las que no olvida sus orígenes agrícolas y esa frase hecha que dice que el agricultor nunca gasta una cosecha hasta que ha cobrado la segunda. Dimas de Andrés inició su trayectoria empresarial a los 19 años. Lo hizo creando una división de energías renovables, concretamente fotovoltaicas, que compatibilizó con la carrera de Derecho. La vendió en 2007, con plusvalías y tras desarrollar 47 megavatios en Italia y España. Se fue dos años a Estados Unidos para especializarse en highstreet, es decir en el negocio urbano de las calles comerciales de alta gama, que es lo que lleva aportando al negocio familiar desde que regresó en 2009. En 2015, las diversas firmas de la saga, como Iberfin o Inversiones Tiris, la matriz que Francisco de Andrés comparte con su mujer, farmacéutica jubilada, se integraron en Medcap, que ahora negocia la entrada en el capital de fondos soberanos y bancos de inversión. La hija se licenció en Administración y Dirección de Empresas en Valencia y Londres. Está fuera del grupo y regenta una empresa textil.

El anonimato es un valor muy preciado entre los empresarios, pero a veces juega malas pasadas. La primera vez que la familia De Andrés se vio en el foco público fue en marzo de 2013, cuando el FROB, que un año antes había intervenido el Banco de Valencia, presentó una querella que les incluía a ellos por una operación que levantó sospechas en los gestores nombrados por el fondo público. Y es que una de la empresas de esta familia, Iberfin Capital, tenía entre sus accionistas a uno de los hijos del exconsejero delegado del banco, Domingo Parra.

Iberfin era una firma que Francisco de Andrés había constituido para que la desarrollara su hijo Dimas. Y este vendió una pequeña participación a José Parra, amigo suyo desde la infancia. Según la acusación,en 2009, esta firma recibió 4,5 millones del banco en forma de préstamos y avales para adquirir unos activos en la localidad asturiana de Langreo donde acabó ubicándose una cadena de distribución. Este inmueble fue vendido después a Izpa, una firma propiedad de Parra y del entonces director general de Bancaja, Aurelio Izquierdo. El problema de fondo estaría en un desfase de 700.000 euros de valor teórico en la tasación de un inmueble en un préstamo de 50 millones concedido por Bancaja (55 %) y su filial el Banco de Valencia (45 %) en una operación para la compra a la familia valenciana Ballester y a Banesto del edificio donde ahora está la tienda Apple del Paseo de Gracia de Barcelona. Fuentes próximas a los De Andrés niegan rotundamente una relación con la familia Parra que vaya más allá de la de Iberfin con José Parra, que se terminó hace tiempo mediante la recompra de su participación. Perplejo por verse en tratos con los jueces, no parece que Francisco de Andrés, que defiende una trayectoria financiera impecable, sin un solo préstamo devuelto, se vea como un mártir. Así se considera a su tío abuelo Vicente Sales, un jesuita que murió a manos republicanas en el inicio de la Guerra Civil y que fue beatificado en 2001.

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