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China se perfila como el nuevo garante ante las dudas sobre EE UU

La delegación de Pekín deja grandes esperanzas tras la última cumbre sobre cambio climático

El país que más contamina en el planeta con sus emisiones de CO2 no está acostumbrado a tantos elogios. La delegación de China en la reciente conferencia internacional de Marrakech suscitó admiración, respeto y mucha esperanza. El comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, el español Miguel Arias Cañete, aseguró que se iban a establecer tantos vínculos como fuese posible con países como China. Y la ministra de Medio Ambiente alemana, Barbara Hendricks, habló de las «extraordinarias» ambiciones del país y dijo: «Tenemos que estar atentos en Europa a no quedar descolgados».

La ministra alemana no es la única que confía en la acción de la segunda economía del mundo para hacer frente el cambio climático. «China parece dispuesta a ocupar el liderazago en la protección del medio ambiente que Estados Unidos podría dejar de tener tras las elecciones», señaló Christoph Bals, de la ONG Germanwatch.

Estados Unidos y China se pusieron de acuerdo el año pasado para que se pudiera cerrar el histórico Acuerdo de París sobre la lucha contra el cambio climático. Y la rápida puesta en marcha de ese pacto también se debe al eje Washington-Pekín. Sin embargo, las cosas parecen haber cambiado en Estados Unidos tras las elecciones. Resulta difícil esperar una mayor implicación contra el calentamiento global de alguien que cuestiona que esa situación se deba a la mano del hombre. Trump dijo en 2012 que todo era una invención china para dañar a la industria estadounidense.

Estabilidad y compromiso

Frente al impredecible mandatario, el país comunista aparece como un ancla de estabilidad en el debate medioambiental. «China cumplirá con y respetará el Acuerdo de París», prometió en la cumbre de Marrakech el delegado chino para el cambio climático, Xie Zhenhua. No se puede dar marcha atrás en la lucha contra el calentamiento del planeta. Lo inteligente es sumarse, agregó.

Su implicación en esta lucha ecológica le sirve además a China para mejorar su imagen, deteriorada por las violaciones de los derechos humanos. «China tiene un gran interés en ser considerada un poder blando y obtener un mayor reconocimiento en el plano de la política internacional», dijo el experto en clima Ottmar Edenhofer del Mercator Research Institute on Global Commons and Climate Change (MCC), de Berlín. Le ayuda también en otras áreas políticas, dijo.

Enfado de la población

Pero además tiene argumentos sólidos para querer actuar. La insoportable polución en las grandes ciudades y las regiones industriales está causando un creciente enfado de la población. Antes de 2030 el Gobierno quiere alcanzar el tope máximo de emisiones de CO2 en Pekín. Muchos expertos opinan sin embargo que ese pico se habrá alcanzado mucho antes. El país está haciendo avances sobre todo en la combustión de carbón, que en la actualidad cubre el 64 % de su consumo energético. Pekín quiere reducir un 60 % la contaminación por las centrales de carbón antes de 2020 y con ello dejaría de emitir anualmente 180.000 millones de toneladas de CO2.

Tras dos décadas de un crecimiento económico desbocado, la segunda economía del planeta prevé un crecimiento más sostenible y de mejor calidad en su el nuevo plan quinquenal que entró en vigor este año. Se ampliará masivamente el uso de energías renovables. China ya dispone de más energía solar y eólica que ningún otro país del planeta.

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