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El perfil | Familia Zamorano

Los herederos del «traginer» crearon un «holding»

La familia Zamorano tiene tras de sí al menos cuatro generaciones al frente de una empresa que nació como un negocio de transporte de mercaderías en carro y que hoy se ha convertido en un conglomerado con intereses en más sectores, como el náutico o el inmobiliario

El abuelo de Alfonso Zamorano fue un «traginer». Un arriero. Su nieto y sus biznietos dirigen ahora un «holding» empresarial con intereses en el transporte, los parkings y los sectores náutico e inmobiliario. Han transcurrido más de cien años desde que aquel hombre del siglo XIX plantó una semilla que ha devenido en un frondoso árbol. Así que el Grupo AZA ejemplifica la transformación radical de la economía valenciana en el último siglo. La empresa tiene constancia de su existencia desde 1913 por un documento notarial que identifica a Vicente Zamorano como «traginer», es decir, un transportista de mercaderías mediante carros tirados por caballos o mulas, pero la tradición oral familiar remonta los orígenes a dos generaciones anteriores.

Todo un hito en la supervivencia empresarial. «Mi bisabuelo iba en carro a Alcoi; llevaba muebles y volvía con tejidos. Tardaba una semana. Mi abuelo lo acompañaba y de ahí que se casó con la hija de un ventero de Càrcer», rememoraba el pasado martes el descendiente de los tres.

Vicente Zamorano, que tuvo su casa y la primera sede de su empresa frente a la plaza de toros de Valencia, era un republicano de convicción. El 14 de julio, en conmemoración de la toma de la Bastilla de París en 1789, engalanaba sus carros con banderas republicanas. Sin embargo, no llegó a ver el alumbramiento del nuevo régimen porque falleció a finales de los años veinte.

Para entonces, el padre de Alfonso Zamorano ya se había hecho cargo del negocio y empezado a sustituir los carros por camiones. También fue pionero en el transporte combinado „coche-tren o barco„ y las corresponsalías que revolucionaron esta actividad. Al estallar la guerra civil, «el Ejército le requisó el único vehículo a motor que tenía y él se alistó, no tanto por convencimiento ideológico como por seguir al coche». Así que en aquellos años la firma «no funcionó».

En la postguerra vuelve la actividad y la empresa va creciendo con corresponsalías en las principales ciudades de España. En 1962 se produce un punto de inflexión cuando el empresario llega a un acuerdo con la familia vasca Salegui para incorporarse a una especie de «franquicia de la época». Aunque mantiene su independencia empresarial, la firma se adhiere a la marca Guipuzcoana, bajo la que operará en lo sucesivo hasta, en 2003, que los Salegui venden su empresa a la multinacional alemana DHL, con la que AZA sigue operando bajo el mismo régimen.

Alfonso Zamorano fue precoz como empresario. «Con 18 años pensé que ya tenía suficiente formación y me vine a trabajar con mi padre. Tenía quince empleados y yo era uno más. Pronto me di cuenta de que cuando yo iba él ya estaba de vuelta y decidí entonces montar mi propia empresa», recuerda ahora este hombre nacido en 1948. Aquella decisión fue el germen de dos de las áreas de negocio que mantiene el grupo familiar. AZA Náutica, dedicada a la venta de embarcaciones motoras, y AZA Parkings, propietaria en estos momentos de tres céntricos aparcamientos en Valencia (Russafa, Colón y Guillem de Castro) y que inició su actividad con el alquiler de un solar en las inmediaciones de la actual calle Bailén. Una década más tarde, ya con treinta años, Zamorano se da cuenta «de que no estaba preparado para el tipo de empresas que quería regentar» y da el paso que truncó en sus inicios: el de la formación. Cursa estudios en la Facultad de Económicas, primero, y luego hace varios másters en el IESE, «no buscando títulos, sino formación». Tras cruzar esa frontera, «mi vida cambió; aprendí a llevar la empresa de otra manera». Reestructura las suyas propias «y las convierto en firmas muy rentables» y en 1982 se hace cargo del negocio familiar. En ese año, llegó a un acuerdo con su padre por el que se queda la empresa a cambio de una renta vitalicia „que mantendría hasta la muerte de su progenitor en 2005, con 93 años, y de su madre, en 2015, con 99„ y de renunciar en favor de sus dos hermanas al resto de la herencia paterna. La firma de transportes AZA estaba entonces en Patraix. El nuevo dueño cede los locales a su padre «para que obtenga rentas con ellos» y traslada la firma a Picanya. En todos esos años «el negocio se desarrolla cada vez más y acabamos siendo líderes en el mercado local», asegura Zamorano, quien confiesa que en 2003, cuando DHL se quedó Guipuzcoana, recibieron ofertas firmes por la empresa, pero «resistimos a la tentación del dinero».

400 empleados

Visto lo visto, parece una sabia decisión, sobre todo si tenemos en cuenta que el grupo emplea a unos 400 trabajadores y que alcanzó el año pasado una facturación de 45 millones de euros. El patriarca del clan Zamorano recuerda que, con el cambio de siglo, cuando la empresa empezó a tener excedentes de tesorería,«invertimos en el sector inmobiliario», lo que dio lugar al nacimiento de otra filial: AZA Inmuebles. Esta firma se dedica a construir locales comerciales y naves industriales para alquiler, «normalmente por encargo». Es el caso de uno de los proyectos más emblemáticos en los que está embarcada: La tienda de moda, accesorios y artículos del hogar a precios económicos Primark. AZA Inmuebles tenía seis propiedades en el Pasaje Doctor Serra de Valencia y ha llevado a cabo un desarrollo urbanístico en la zona con una plaza ajardinada, 800 plazas de aparcamiento y 10.000 metros cuadrados de uso comercial, de los cuales 8.000 ocupará en alquiler la citada enseña.

Algo parecido ha hecho el Grupo AZA en la calle Colón de la capital autonómica. En el número 6 de la rúa más exclusiva de la ciudad había un parking y un colegio que era propiedad de la familia Zamorano, de Onofre Miguel y los Lladró. AZA compró su participación a los otros socios y desarrolló en ese espacio un proyecto que incluía un colegio, «que dimos al ayuntamiento», el local comercial que ocupa Media Markt, el hotel AC Marriott y un aparcamiento.

El relevo generacional ya ha llegado al Grupo AZA. De forma escalonada, tres de los hijos de Alfonso Zamorano „el cuarto ha seguido su propio camino empresarial„ se han incorporado al holding tras cumplir los estrictos requisitos del protocolo familiar, que les exige tener una licenciatura universitaria y un master en dirección de empresas para poder formar parte del consejo de administración, donde también hay presencia de consejeros externos. Ningún miembro de la familia puede tener un cargo directivo, que se reserva a profesionales ajenos al clan. Responden solo ante el consejo, como consejeros delegados. Zamorano es el presidente. Su hija Fátima está al cargo de AZA Inmuebles, Juan, de AZA Parkings, AZA Logística y Palibex; Martín, de AZA Náutica y Transportes AZA.

El patriarca reparte su tiempo con la docencia en las universidades Católica y de València y en la Escuela Lluis Vives y está volcado en el Instituto Valenciano para el Estudio de la Empresa Familiar (Ivefa). Alfonso Zamorano cree que un empresario «es un señor que ha recibido por parte de la sociedad unos importantes bienes materiales y tiene la obligación social de generar riqueza con ellos teniendo claro que debe ser consciente de que está administrando bienes de generaciones futuras». Dicho queda.

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