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El reportaje

Turismo sostenible en la Serra d'Espadà

El Parlamento Europeo ha concedido el premio Citizenergy 2016 al Mar de Fulles, un complejo hostelero en Alfondeguilla, en el parque natural castellonense, donde se ejemplifica que otra manera de entender el desarrollo económico es posible

Turismo sostenible en la Serra d'Espadà

Mar de Fulles está escondido en el término municipal de Alfondeguilla, o mejor dicho está protegido, porque se trata de un proyecto que se ha gestado con mucho cuidado y respeto durante once años para finalmente dar forma a un establecimiento hostelero, el único de toda España, completamente autosuficiente desde el punto de vista energético, entre otras muchas cosas. Aunque precisamente por la cuestión energética ha sido distinguido por el Parlamento Europeo con el premio Citizenergy 2016, un galardón que se limita a hacer justicia al esfuerzo de muchos por demostrar que otro modelo de desarrollo económico es posible.

En Mar de Fulles, en el entorno del parque natural de la Serra d'Espadà, se conjugan las respuestas a muchos dilemas que no son tales si uno está dispuesto a apostar por llevar la conciencia social y medioambiental a la práctica. Así lo han demostrado las dos personas que fraguaron el proyecto desde que, como activistas de Greenpeace Valencia se dedicaban a mover las conciencias de los demás sobre la necesidad de no dejar para mañana el cambio de modelo productivo. Juanma Urbán y Mª José Serra se propusieron superar todos los escollos administrativos que se encontraran en el camino, porque los ha habido y no pocos; priorizaron la calidad del servicio, la proximidad, el respeto por los trabajadores y el medio ambiente, y el pasado mes de junio lo consiguieron, abriendo las puertas de un edificio que hay que visitar para convencerse de que es una realidad.

Cuando Juanma Urbán empieza a explicarte el significado de Mar de Fulles no tarda en reivindicar que su proyecto ha sido posible por la suma de esfuerzos. Hasta 131 personas se sumaron a un «crowdlending» que aportó los 174.000 ? necesarios para instalar un sistema de placas solares que hace que «no estamos conectados a la red eléctrica». Uno de sus principales colaboradores, Josep Antoni Nebot Garriga, fundador de varias empresas energéticas, fue el encargado de diseñar un sistema que permite que «en verano seamos 100% autosuficientes y en invierno un 80%, algo que solucionaremos con la instalación de unas calderas de biomasa».

Además de Nebot, otras muchas personas como arquitectos, diseñadores, fabricantes de muebles?, se han convertido en el soporte indispensable para que Mar de Fulles sea ese lugar al que hay que ir al menos una vez, por eso de que «hay que ver para creer».

Calidad gastronómica

Juanma Urbán concibió este lugar «como un restaurante que ofrecía servicio de hotel» y no al revés, como suele ser habitual. La apuesta por la calidad gastronómica es su tarjeta de visita, fundamentada en la proximidad. «Para nosotros es muy importante conocer a los proveedores», pero además, coherentes con su conciencia social y medioambiental, no ofrecen a sus clientes ningún precocinado o preparado del tipo mayonesas, yogures, salsas, etc? Productos como las infusiones o el café son de comercio justo y los naturales son de producción ecológica. El resto se produce en una cocina que está a la vista del comedor, lo que permite que tanto los clientes, como los chefs estén en permanente contacto y conexión.

Otro de los elementos singulares de Mar de Fulles es su diseño y edificación. Está construido teniendo tan en cuenta elementos como las corrientes de aire, la posición del sol o el entorno geográfico, que han conseguido, por ejemplo, que el pasado mes de agosto «el aire acondicionado se pusiera en funcionamiento solo dos horas un único día».

Su concepción arquitectónica está basada en criterios de bioconstrucción. Los materiales utilizados son la madera, la arcilla, la piedra y la cal con los que los edificios del complejo, así como la orientación, integración en el suelo y dimensiones, reducen el consumo de energía eléctrica y se adaptan perfectamente al paisaje.

Mar de Fulles pretende ser una reivindicación en voz alta de que la bioconstrucción no solo es una realidad, sino que es viable, así como que las finanzas éticas «funcionan, lo que se ha invertido aquí ha sido a través de Fiare, una cooperativa sin ánimo de lucro cuyas principales aportaciones son de ONG's», por lo que cuentan con un comité ético que cuida que su dinero se destine a proyectos que cumplan sus estrictos criterios sociales y medioambientales.

Rodeados de 160.000 m2 de bosque declarado como «arbolado singular», Mar de Fulles cuenta, además de con un amplio restaurante con vistas a la sierra, con un hotel y un albergue, así como espacios comunes para organizar desde talleres de yoga, hasta reuniones de empresa.

Todo lo que se diga de Mar de Fulles se queda solo en palabras si no se conoce en persona y lo verdaderamente complicado es visitar cada uno de sus rincones y servicios, y no estar deseando quedarse para disfrutarlos.

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