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La ejecutiva que IBM y Ford rechazaron por ser mujer

La valenciana María Marced, presidenta para Europa del mayor fabricante de chips del mundo, quiso trabajar en València pero las plantas de ambas multinacionales le dieron calabazas; en un caso porque no tenían aseos de mujeres y en otro, porque alegaron que debía levantar pesos

María Merced

André Gide tuvo que penar durante toda su vida por el pecado imperdonable de haber rechazado, desde la editorial Gallimard, el primer tomo de «En busca del tiempo perdido», cuya primera edición Marcel Proust acabó pagando de su bolsillo. No fue el primero ni será el último en cometer errores de tan grueso calibre. Es innegable concluir que en la antigua planta de IBM en La Pobla de Vallbona o en la de Ford en Almussafes algún ejecutivo metió la pata hasta el corvejón con María Marced, tal vez la ejecutiva valenciana de mayor rango en la actualidad. Fue a finales de los años setenta del pasado siglo. Marced, nacida en València en 1954, nieta del pintor de la Vila Joiosa José Marced e hija de un tallista de maderas, no siguió la tradición artística familiar. «Era muy curiosa y decidí hacer Telecomunicaciones», contaba esta semana en València, en donde, con la excusa de una conferencia en el Club de Encuentro Manuel Broseta, ha disfrutado en su casa de la ciudad del fin de semana fallero.

En aquel entonces, solo había dos escuelas de Telecomunicaciones en España: en Madrid y Barcelona. Ella se fue a la capital «pensando siempre que terminaría la carrera y volvería a València. Lo intenté. Entonces había dos posibilidades. Una era IBM y la otra Ford. En un sitio me dijeron que no había aseos de señoras y en el otro, que había que acarrear pesos y que las mujeres..., bueno, total, un desastre. Me quedé en Madrid y luego rápidamente salté a Europa. He vivido en Francia, Inglaterra, Alemania y ahora en Holanda».

En Madrid empezó a trabajar para Telefónica. Fue un inicio de carrera profesional que la llevó también a Secoinsa, una joint venture de Telefónica y Fujitsu, y luego a Intel, donde acabó como directora general para Europa, Oriente Medio y África. En 2003 deja esa multinacional, el mayor fabricante de circuitos integrados del mundo, y pasó a la taiwanesa TSMC, principal productor de chips también a nivel global, de la que ahora es presidenta para Europa.

Dice Marced que suspira por que pasen los cuatro años que le restan para jubilarse, dejar Amsterdam y volver a València, junto a su marido, un palentino «más valenciano que yo» al que tuvo la «suerte» de conocer en Madrid, en su primera etapa laboral: «Apostó por mi carrera y dejó Telefonica para seguirme. Él ha sido amo de casa y quien ha criado a nuestra hija». Esta directiva que se confiesa «gran admiradora de Rita Barberá», cuya desaparición como ninot en estas fallas le ha causado «pena», ya barrunta proyectos para cuando vuelva a su ciudad. «Montaré algo, pero aún no sé qué», afirma. Y deja una pista: Sus palabras de elogio a las inversiones personales de Juan Roig, el propietario de Mercadona, en la Marina de Empresas. Ella también quiere «devolver a la sociedad todo lo que he aprendido». Que es mucho.

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