El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, tiene muy claro que la burocracia es el principal problema que acucia a la administración autonómica. La maraña de legislación y los informes y contrainformes necesarios para que un proyecto salga adelante -a Puerto Meditrráneo le pidieron más de 50 antes siquiera de poner un pie en Paterna- están ahuyentando a los inversores que llegan preguntando a la Generalitat. Una de las promesas del presidente fue acabar con ese handicap y un año y ocho meses después de llegar al Palau todavía siguen desmontando el desastre administrativo que dejaron consellers como el ahora encarcelado Rafael Blasco.
El último ha sido la propuesta de la firma valenciana Zune Corporation, que lleva un año pululando entre Presidencia, la Conselleria de Vivienda y el Ayuntamiento de Manises. Tienen razón en el Consell bipartito cuando dicen que a la Comunitat Valenciana han venido muchos jetas y vendedores de humo que iban a cambiar el rumbo de nuestra historia. Y hay que ser cautos. Pero tampoco son tantos los posibles inversores que llamarán a las puertas del Palau. Y menos los que tienen cara y sede social en el Paseo Russafa de València y que digan tener atado a Amazon y al operador logístico Goodman. Me cuesta creer que todos los días hayan solicitudes de este estilo.
Me llamó mucho la atención que tras varias reuniones de los inversores con un director general y un secretario autonómico -Lluís Ferrando y Josep Vicent Boira- para intentar poner en marcha el proyecto de Manises que ha desvelado Levante-EMV esta semana, se le contestara por carta. No sé, esperaba una actuación más proactiva de la administración, máxime cuando llama a la puerta alguien que dice querer invertir dinero en el territorio.
Lo de la oficina para recibir a los inversores que plantea el Consell está muy bien, pero tal vez, lo que tendría que plantearse la Generalitat es destinar un equipo a buscar ese dinero. No solo a recibirlos. Un grupo de funcionarios y altos cargos que estén encima de estos proyectos y que les hagan seguimiento. En lugar de poner problemas, como dijo el propio Puig, «acompañarles», facilitarles las gestiones. Porque sólo estando encima de las iniciativas se podrá saber si son reales y de fiar y no castillos en el aire, que es lo que preocupa a la nueva administración después de tantas estafas vistas por estas latitudes.
La inversión extranjera en la Comunitat Valenciana en 2016 se hundió hasta los 162 millones. A Madrid llegaron 10.970 millones el mismo año. Sobre el proyecto de Zune Corporation y Amazon, pueden preguntar en Presidencia y en la Conselleria de Vivienda a un antiguo consejero de Bancaja que sabe mucho del tema. Lo tienen muy cerca.
