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El perfil | Pablo Cubel

El «embajador» de Cuatrecasas en Pekín

El socio valenciano del despacho de abogados Cuatrecasas prepara las maletas para China

El «embajador» de Cuatrecasas en Pekín

Pablo Cubel tiene por delante un reto de los que asustan. Si trabajar lejos de tu ambiente más reconocible nunca es fácil, hacerlo en una cultura radicalmente distinta de la tuya debe dar vértigo. A Cubel no se le nota (y su familia está encantada con el desplazamiento por entre tres y cinco años) pero algunos preparativos para su nueva vida como responsable del despacho de abogados Cuatrecasas en Pekín son muy descriptivos de los cambios que se le avecinan. Si una lengua define toda una cultura, pocas cosas son más insondables que el chino desde la perspectiva de un occidental. En aquel país los nombres son importantes y a Cubel se le planteó la disyuntiva de cómo presentarse ante futuros contactos. Sus compañeros de la oficina de Shanghai, tras muchos debates, le propusieron un nombre, que en fonética china se asimilaba mucho a su apellido pero que significa «librería plena de felicidad». Así lo conocerán en aquel país.

Nacido en Dénia, Cubel se incorporó a Cuatrecasas en 1999 tras licenciarse en València y hacer una tesis doctoral sobre «un sector atípico», o sea, los residuos peligrosos. Los primeros cinco años los pasa en Madrid, con constantes visitas en fines de semana y por vacaciones a la capital autonómica, a donde regresa definitivamente en 2004 al ofrecerse para ocupar una plaza libre en la delegación del despacho. Cuatro años más tarde se convirtió en socio. Especializado en Derecho mercantil y singularmente en fusiones y adquisiciones de empresas y con estudios en Estados Unidos y Holanda durante su etapa universitaria, Cubel recibió hace pocos meses un encargo irrenunciable pero vertiginoso: Dirigir la nueva oficina de Cuatrecasas en China.

El despacho, con mil abogados y otros 500 de apoyo, está orientado «al mundo de los negocios con vocación internacional». Además de en España y Portugal, tiene 11 oficinas repartidas por medio mundo, en ciudades como Nueva York, Londres, Casablanca, México o Shanghai. La de esta última urbe empezó a operar hace diez años y tiene 15 trabajadores, trece de ellos chinos. El 90 % de sus servicios consisten en prestar asesoramiento a empresas occidentales en sus inversiones en el gigante asiático. Sin embargo, como explica Cubel, el centro de decisiones políticas y financieras se encuentra en la capital y de ahí la apertura de la delegación en Pekín, que «trabajará de forma integrada con la de Shanghai pero orientada a intervenir en operaciones de inversión china en Latinoamérica», donde se incluye España y, por tanto, la Comunitat Valenciana. «Hay una demanda creciente del inversor chino por salir al exterior y nosotros, por nuestro origen, podemos ejercer de puente», explica el abogado valenciano, quien, tras varios meses yendo y viniendo a China para montar la oficina donde contará con cuatro colaboradores, prevé establecerse con su familia en el país el próximo julio.

El choque cultural es de impacto, en especial por el idioma, pero Cubel precisa que «la histórica transformación económica de las dos últimas décadas ha elevado los niveles de educación y consumo, así como el número de personas de clase media que ya empieza a hablar inglés». Se trata de un país que «ha crecido a través de la industria de forma brutal con costes sociales y ambientales bajos», es decir reducidos salarios y mucha contaminación. No obstante, el Gobierno chino está programando una serie de reformas en busca de un crecimiento sostenible. Y ahí se abren expectativas de negocio.

Aunque las perspectivas de crecimiento son «desiguales según los sectores y las regiones», Pekín va a priorizar aquellas actividades donde el país carece de experiencia y capacidad tecnológica avanzada». La política inversora china en el exterior se va a orientar hacia sectores estratégicos para el país, como la tecnología ambiental -China carecía de vertederos, depuradoras o incineradoras- los recursos naturales o la biotecnología : hubo empresarios chinos interesados en el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) y recientemente un grupo de aquel país lanzó una OPA por Clínica Baviera. «Para los chinos, Europa es un mercado secundario, porque el principal para ellos es la propia china, así que lo que buscan son tecnología y empresas de fuera que les ayuden a crecer en China», concluye Cubel. Asesorarles será su misión.

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