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El reportaje

Un vikingo con acento español conquista el viento del Báltico

Más de mil personas han trabajado en la construcción del gran parque eólico marino de Wikinger en el Báltico en un macroproyecto liderado por Iberdrola

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Wikinger 2017: Iberdrola

Iberdrola construye en el mar Báltico, frente a las costas de la turística isla de Rügen un parque eólico de 350 megavatios de (MW) de potencia en los que ha invertido 1.400 millones de euros y que sitúa a la compañía eléctrica como líder en el aprovechamiento de la energía del viento en el mar, con proyectos en Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Alemania.

Nada de esto sería posible, probablemente, sin la experiencia adquirida en el emplazamiento de Wikinger (Vikingo), donde la ingeniería y el saber tecnológico de Iberdrola han sido puestos a prueba en un entorno hostil marcado por los fuertes vientos del último invierno y por la aparición de un sustrato rocoso que ha exigido cimentaciones especiales.

«El viento es el amigo y también principal enemigo de la eólica en la fase de montaje. Los límites son muy estrictos y ha habido muchos días en los que no hemos podido trabajar», explica Fernando Reartes, ingeniero de Gamesa, la empresa española que ha fabricado los generadores y palas en sus plantas de Bremerhaven y Stade (Alemania) y que se encarga de su colocación, puesta a punto y mantenimiento.

Y es que pese a su nombre vikingo, el parque de Wikinger es, probablemente, el proyecto de energía eólica marina en el mundo donde el peso de la participación y por tanto el retorno para las empresas españolas es mayor.

Además del liderazgo y la financiación de Iberdrola, las turbinas llevan el sello de Gamesa-Siemens a través del consorcio Adwen; las «jackets» donde apoyan los rotores han sido fabricadas por Navantia en Ferrol; los pilotes de acero en Windar (Avilés) y la subestación flotante «Andalucía», la joya del proyecto, con 8.500 toneladas de peso, en los astilleros de Navantia en Puerto Real (Cádiz).

Más de un millar de personas han trabajado ya en las distintas fases del proyecto y en el puerto de Mukran, donde Iberdrola ha establecido su sede operativa, se oye hablar español, a veces con el acento gallego de una cincuentena de especialistas de Wind1000, la empresa gallega que prepara los aerogeneradores y los monta más tarde en el mar.

De este puerto parte cada 24 horas un barco específicamente diseñado para el proyecto con tres aerogeneradores, sus palas y sus torres, que son instalados sobre los «jackets» por unos 150 especialistas alojados en un barco-hotel situado en el mar.

Al frente de todo el Babel tecnológico, se encuentra Estanislao Rey-Baltar, economista y navegante bilbaíno, patrón de yate y enamorado de València. En esta ciudad vivió durante más de dos años como responsable del Desafío Español 2007, el barco y la tripulación con el que España se codeó con los grandes de la vela mundial durante la Copa del América. Fue una experiencia que revive con cierta nostalgia y donde aprendió, confiesa, algunas de las claves que hacen posible coordinar un gran proyecto, un «desafío» como el que representa Wikinger.

El vigía vikingo

El parque eólico marino de Wikinger contará con una capacidad de 350 megavatios (MW) gracias a 70 aerogeneradores de 5 MW cada uno distribuidos en un área de unos 34 kilómetros cuadrados del mar Báltico, donde la profundidad oscila entre 37 y 43 metros.

La empresa española ha instalado ya 17 de las 70 turbinas después de finalizar con éxito la colocación de las cimentaciones o «jackets»,de haber anclado la subestación «Andalucía» y colocados los cables submarinos que llevan la energía hasta la misma. Cuando el parque de Wikinger entre en funcionamiento, la tensión de la energía producida por los aerogeneradores se subirá en la subestación a 220.000 voltios para ser transportada por un cable submarino de alta tensión de unos 90 kilómetros de longitud hasta la subestación eléctrica de Lubmin.

Estanislao Rey Baltar confía en terminar las obras dentro de los estrictos plazos marcados por el operador alemán, que tramita ya la conexión a la red eléctrica. «Lo peor -dice en referencia al invierno hostil del norte de Alemania- ha pasado, aunque el mar siempre depara sorpresas».

Iberdrola calcula que unos 350.000 hogares podrán cubrir sus necesidades energéticas con la producción de Wikinger, que evitará la emisión de 600.000 toneladas anuales de CO2 en Alemania, país que avanza decididamente hacia la descarbonización de su economía y que ha renunciado, además, a su parque nuclear. La compañía, explica el director de Negocio Javier García, espera las nuevas subastas convocadas por el Gobierno alemán para presentar sus ofertas y pujar por ser protagonista de este cambio.

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