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Conseller del bien común, año II

Conseller del bien común, año II

A unque los dos años de Acord del Botànic se cumplirán en unos días y el nombramiento del Consell socialcompromisaire, en julio, los partidos que sustentan el Ejecutivo de Ximo Puig y Mónica Oltra ya han celebrado el segundo aniversario con mayor o menor entusiasmo. En materia económica, el departamento que dirige Rafa Climent ha cumplido sus casi 24 meses de gestión con un cambio a un discurso más social -que se agradece- pero con pocos éxitos reseñables que llevarse a la boca por la maraña legal administrativa y una preocupante falta de determinación e ideas claras. El intento de hacer todos los procesos más participativos tiene su contraindicación, la lentitud, que sumada a la burocracia ha frenado los aires de cambio de un departamento que podía haber sido el buque insignia del tan cacareado y ansiado cambio de modelo productivo.

La excepción en este océano de inanición ha sido el trabajo del Servef que, gracias al desbloqueo de las ayudas de la Unión Europea, ha podido dar un impulso con políticas keynesianas de inversión pública y que ocuparán a 4.000 jóvenes en ayuntamientos. Su versión en el sector privado ha sido bastante menos exitosa, ya que las empresas no se han atrevido a sumarse al proyecto Avalem. El sello del éxito del departamento lo han puesto la dimitida María José Mira y Enric Nomdedéu, virreina y virrey dentro de la conselleria que han tutelado el servicio de empleo con dinamismo.

Las pugnas en el departamento entre el conseller y su equipo más fiel -con la directora Júlia Company como mujer fuerte- y los representantes del PSPV para cumplir con el mestizaje del Botànic han continuado. Al igual que le pasara a Mira, la secretaria autonómica Blanca Marín continúa siendo hostigada por el ala Compromís-Bloc que la saca hasta de las notas de prensa. La directiva se dedica a gestionar y la avala la dinamización de Parc Sagunt.

El alto cargo más político de la conselleria continúa siendo el director general de Comercio, Natxo Costa. Empezó fuerte con la aplicación de las restricciones horarias pero varios varapalos lo dejaron fuera de juego unos meses. El desgaste sufrido el primer año le ha hecho ser más prudente. Ha regresado esta semana con una propuesta muy interesante y conciliadora que puede poner las bases a la paz en el comercio, una pata fundamental de una economía tan abierta y turística como la valenciana. Hay que reconocerle también su trabajo en Feria Valencia.

En un perfil excesivamente bajo se ha mantenido Francisco Álvarez. Ha dotado de discurso ideológico a la conselleria pero le ha pasado como al conseller, se han ahogado en el mundo de las ideas y no han bajado a la tierra.

Hoy por hoy pinta muy bien el desarrollo del Servef, Nomdedéu se entiende a la perfección con el ala sindical de la conselleria, sus directoras generales Rocío Briones y Eva Hernández. Cristina Moreno ha brillado con la reactivación de las inspecciones de trabajo y la lucha contra el fraude.

El plan eólico parece que empieza a desbloquearse este verano y ya alumbra los primeros 47 millones de inversión privada. Y ese sí que puede ser el primer tanto que se apunte el conseller. Sólo habrán sido dos años.

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