Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La batalla ahora es por el Popular

La caída del Banco Popular -la primera intervención de una entidad financiera por el Mecanismo Europeo de Resolución- y su inmediata venta por un euro al Santander ha entrado ya en la misma vía polémica y judicial que sigue persiguiendo a Bankia, fruto de la fusión de Bancaja y Caja Madrid, y al extinto Banco de València. En los últimos días, han menudeado las declaraciones exculpatorias del Gobierno, del Banco de España y, si es necesario, del sursuncorda. Pero lo cierto es que hubo un montón de pequeños accionistas que acudieron a la ampliación de capital de 2016 -2.500 millones frente a los 3.000 de la salida a Bolsa de Bankia en 2011- que lo han perdido todo y están ya en pleno proceso de exigir responsabilidades y de tratar de recuperar su dinero.

Esta semana, los cursos de verano de la UIMP en Santander se han convertido en un reguero de comparecencias de responsables públicos poniéndose de perfil o acusando veladamente a los últimos gestores del Popular. Más desapercibida ha pasado la intervención de un exdirector del Banco de España, Aristóbulo de Juan, quien afirmó que este banco, en realidad, estaba tocado de muerte desde que en 2007 entró en concurso la inmobiliaria Martinsa-Fadesa, la mayor suspensión de pagos de la historia española. También dijo que debió ser rescatado en 2012, a la par que las cajas y el banco valenciano. El Gobierno y los supervisores deberán explicar por qué no actuaron en su momento y por qué permitieron que, de alguna forma, se repitiera, cinco años después, la hecatombe de Bankia.

Lo sorprendente, como afirman fuentes financieras, es el despiste del BBVA, que hace unos meses estuvo dispuesto a pagar miles de millones por el Popular y que a la hora de la verdad se ha quedado a dos velas y viendo cómo el banco pasaba por un euro a manos de su principal competidor. La entidad que sí estuvo en el meollo de la operación fue Bankia. El banco con sede en València hizo una valoración muy similar a la del Santander en cuanto a las necesidades de capitalización que requeriría adjudicarse el Popular y por eso supo que el banco era inviable. Sin embargo, a todas luces no podía participar en la operación, porque el Popular era demasiado grande. Con una capitalización de 12.000 millones, los 7.000 que había que pedir al mercado implicaban reclamar a los accionistas un esfuerzo del 60 % sobre el valor para mantener sus posiciones en la nueva entidad. Para el Santander es mucho menos gravoso, en tanto en cuanto su capital está en torno a los 80.000 millones y el esfuerzo exigido a sus copropietarios será de entre el 8 % y el 9 %. Además, Bankia, en pleno proceso de absorción de BMN (que se concretará la próxima semana), tiene como principal accionista (65 %) al Estado y no era plan de pedirle más dinero.

Compartir el artículo

stats