Invertir siempre conlleva un riesgo. Una premisa básica, muchas veces olvidada. Saber y comprender dónde se invierte debe ser un requisito personal, y ahora gracias a MiFID II un requerimiento que deben cumplir las entidades que informan y asesoran. Para ello, la CNMV acaba de publicar la Guía técnica 4/2017 para la evaluación de los conocimientos y competencias del personal que informa y que asesora, donde incluye los criterios que considera adecuados para que las entidades puedan demostrar que el personal que informa o que asesora sobre servicios de inversión posee los conocimientos y competencias necesarios.

El objetivo es que los inversores comprendan los riesgos de los productos en los que invierten, para lo que es necesario que quien se los ofrezca disponga de los conocimientos necesarios para entenderlos y saber explicarlos, para valorar si son adecuados o idóneos para cada cliente, lo que debe ser garantizado por las entidades que prestan servicios de inversión. Si bien disponer de conocimientos no es garantía de una adecuada prestación del servicio, sí constituye de un requisito imprescindible para ello.

El personal financiero deberá haber recibido un número mínimo de horas lectivas, en principio, un mínimo de 80 en el caso de los que sólo facilitan información y 150 de los que asesoran. Y en torno a 20 y 30 horas lectivas anuales de formación continua. Así, las entidades sujetas deben contar con procedimientos de formación y evaluación continuada del personal que garanticen que el mismo actúa de forma honesta, imparcial y profesional en el mejor interés de los clientes.

De este modo, con la transposición de la directiva europea MiFID II se establece expresamente la obligación de que el personal que preste asesoramiento o informe disponga de unos conocimientos y competencias que respondan a unos criterios de cualificación, calidad continua, transparencia y ética. Valores que coinciden con el Máster Universitario en Gestión Financiera y del Programa Superior de Asesoramiento Financiero de la FEBF, en cuanto a los estándares de formación que necesitan los profesionales del sector.

Los asesores deberán demostrar conocimientos sobre los riesgos de los productos que recomiendan, implicaciones fiscales, costos y gastos totales, evaluar la idoneidad para el perfil de cliente, entender el funcionamiento de los mercados financieros y cómo afectan al valor y fijación de precios de los productos, conocer cómo pueden influir las cifras económicas y acontecimientos nacionales, regionales y globales. También saber las diferencias entre escenarios de rendimientos pasados y futuros, y las limitaciones de los pronósticos de previsión. Además, deberán dominar la normativa del mercado de valores, en especial aspectos relacionados con el abuso de mercado y blanqueo de capitales. Ser capaces de evaluar datos del tipo de producto, así como fundamentos de la gestión de carteras, incluidas las implicaciones de la diversificación relativa a las alternativas de inversión individuales.

Departamento de Comunicación y Formación de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros