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El campo valenciano

Holanda y Sudáfrica, señaladas por las plagas

La excolonia de los Países Bajos es su principal socia comercial y primera proveedora no comunitaria de naranjas y mandarinas.

Holanda y Sudáfrica, señaladas por las plagas

No es la primera vez que se señala a Rotterdam por la laxitud de sus controles. Este gigantesco enclave portuario es la primera vía de acceso de frutas y hortalizas hacia Europa. Por él transitan ca­­­da año mi­llones de to­neladas pro­­cedentes de países no comunitarios, muchas de las cuales después son reex­por­ta­das o reexpedidas a otros destinos. Tan ingente vo­lu­men comercial no parece tener, sin embargo, un desarrollo paralelo en cuanto al rigor en el con­trol para impedir el acceso de fru­tas contaminadas con enfermedades ve­­ge­ta­les.

«Holanda es un coladero de pla­gas», se suele decir y «las peores se sitúan en Su­dá­fri­ca». Y es que, en materia hor­to­frutícola, la excolonia holandesa es el primer socio comercial de los Países Ba­­jos en general y el primer pro­vee­dor no comunitario de naranjas y mandarinas en con­traes­ta­ción, en particular. Nada nuevo pero la irrup­ción en la península de un -otro más- patógeno foráneo tan ma­yús­culo como la Xylella fastidiosa po­dría re­mover conciencias más allá de España, tan le­jos como en Bru­selas.

En este contexto debe entenderse el encuentro que el próximo 6 de septiembre man­ten­­­­drán en la capital belga los representantes de la Plataforma por la Dignidad del Agri­cul­­tor con el propio comisario de Salud y Seguridad Alimentaria, Vytenis Andriukaitis. La audiencia con­cedida por el máximo responsable de la UE de sanidad vegetal se antoja complicada de en­­­tender aten­­­­diendo a la juventud y al ámbito provincial de esta plataforma pero sí se com­pren­­de mejor al con­siderar el fuerte impacto de la calamitosa campaña citrícola pa­sa­da.

Amenaza real en Europa

Nació en abril en Castelló cuando aún se tenían frescas las imágenes de cientos de mi­les de to­ne­la­das de clementinas sin recolectar, que no pu­die­ron ser co­mer­­cializadas a causa del daño pro­vo­­­ca­do por la sucesión de temporales de no­­viem­bre y di­ciem­bre del año pasado. Las organizaciones agra­rias de La Plana, la Unió de Llau­ra­dors y Fepac-Asaja, así como las cooperativas de In­­­ter­coop buscaron entonces alianzas con los al­­cal­des de las principales zonas citrícolas y al mo­vimiento se sumaron, entre otros, los de mu­ni­cipios co­mo Castellón, Nules, Borriana, Moncofa... Se redactó un manifiesto y uno de los pun­tos re­i­vin­di­ca­ti­vos más destacados fue, otra vez, asegurar la sanidad vegetal de las im­por­ta­ciones co­mu­nitarias de cítricos de países terceros, especialmente de Sudáfrica.

Se sospecha que la bacteria que ahora se expande sin remedio por Baleares y de la que Agri­cul­tura ya ha confirmado dos focos en Alicante accedió a Europa en plantas cafetales pro­ce­den­tes de Centroamérica que entraron, muy probablemente, por Rot­terdam. Un reciente es­tudio elaborado por investigadores de España, Francia, Italia y Su­dá­fri­ca concluye que el lla­ma­do «Cotonet de les Valls» (Delottococcus aberiae), que fue de­tectado en 2009 en la Comunitat y pro­voca importantes deformaciones en los cítricos, tiene el mismo ADN que las cochinillas pre­sen­tes en la provincia su­da­fri­ca­na de Limpopo. Quizá, dada la cer­ca­nía sobre el primer foco, la pla­ga entró en un cargamento importado desde Su­dáfrica a través del puerto de Sa­gun­­t.

En 2015 se con­firmó la presencia en Ga­licia y en el Norte de Portugal del insecto vector -la Trioza ery­tre­ae- que porta la en­fer­me­dad citrícola más de­vas­ta­dora del pla­ne­ta, el Citrus greeening, un psílido africano extendido por este continente pero es­pecialmente presente en zonas citrícolas también su­dafricanas.

Dos años después, como confirmó recientemente una au­­ditoría de la Comisión Europea, las au­to­ridades gallegas y lusas ya re­nun­cian a la erradicación y se limitan a tímidas ac­cio­nes de contención de esta plaga, lo que ha he­cho saltar todas las alarmas.

Hoy las principales amenazas fitosanitarias procedentes de Sudáfrica son: la «mancha ne­­­gra» -un hongo que deteriora la piel de la fruta hasta hacerla no comercial-; la Thaumatotibia Leu­­cotreta -una polilla que destroza el fruto desde dentro-; el Citrus canker- una bacteria letal pa­­­ra los árboles que se propaga por el viento- y el citado Citrus greening -que relevó en Estados Unidos o Brasil a éste último patógeno en capacidad de destrucción-. Y el ne­­cesario primer punto crí­ti­­co de control, dado que entre el 60 y el 80 % de los cítricos su­da­fri­ca­nos entran a la Unión Europea por Holanda, es evidentemente Rotterdam.

Este es el planteamiento que machaconamente ha venido repitiendo a Bruselas sin demasiado éxito el sec­tor citrícola español, a través del grupo conformado por Asaja, Coag, UPA, Cooperativas Agroa­­­­­­limentarias y el Comité de Gestión de Cítricos (CGC). La Plataforma por la Dignidad del Agricultor lo ha hecho ahora también su­yo, renovando las exigencias con dos puntos clave: imponer inspecciones en origen (en los puertos de salida sudafricanos) y apli­ca­r 'cold treatment' (tratamiento de frío para impedir el acceso de la T. Leucotreta).

Distribución holandesa

El Comité de Gestión de Cítricos, además y por su parte, ha venido cuestionando la particular situación de la ins­pec­­ción fi­tosanitaria de Holanda, que lejos de estar en manos de funcionarios in­de­pendientes, está con­trolada por una firma concesionaria privada (KCB) montada por los propios im­por­ta­dores hor­tofrutícolas además de por la gran distribución holandesa (que serían los menos in­te­re­sa­dos en bloquear partidas por problemas fitosanitarios). Quizá a conse­cuen­cia de estas pre­sio­nes, Bruselas tuvo que anunciar en abril que realizaría una inspección a Holanda «para mejorar la uniformidad de las ins­pec­cio­nes en la Unión Europea». Tal auditoría será acometida también este mes de septiembre.

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