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Historias

Draghi pide un médico para el dólar

Steven Mnuchin siempre ha tenido querencia por el dólar, tanto cuando trabajaba en Goldman Sachs -donde amasó una millonaria fortuna personal-, como ahora que es secretario del Tesoro del Gobierno de Donald Trump

Steven Mnuchin siempre ha tenido querencia por el dólar, tanto cuando trabajaba en Goldman Sachs -donde amasó una millonaria fortuna personal-, como ahora que es secretario del Tesoro del Gobierno de Donald Trump. Así lo demuestra la visita que realizó hace poco más de dos meses, ya en su cargo actual, al equivalente estadounidense de la Fábrica de Moneda y Timbre junto a su mujer Louise Linton. Los dos posaron con una sábana de billetes de un dólar (los primeros que circulaban con su firma como secretario del Tesoro), en una imagen muy poco habitual de un mandatario de ese rango y de su pareja.

La fotografía se convirtió en el acto en objeto de mofa en medio país, comparando al matrimonio, cuestionado por su afición por el lujo y sus demostraciones públicas del mismo, con los villanos de James Bond.

Pero esta pasión de Mnuchin por el billete verde no le impide utilizarlo en beneficio de su país, debilitándolo frente a otras divisas, si hace falta. Al menos así parece creerlo el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, después de que Mnuchin afirmara en Davos que un dólar débil era bueno para EE UU y sus políticas económicas, que buscan reducir el déficit comercial con más exportaciones y menos importaciones. Sus palabras llevaron al dólar a mínimos de tres años contra el euro.

Draghi reprendió a Mnuchin, sin citarlo, y le acusó de vulnerar el acuerdo del Comité Monetario y Financiero Internacional en contra de las devaluaciones competitivas. «El uso del lenguaje no es lo que habíamos acordado», dijo el presidente del BCE. Mnuchin matizó sus palabras al día siguiente, ante la presión de dirigentes como Christine Lagarde (gerente del Fondo Monetario Internacional), e indicó que ocuparse del dólar a corto plazo no está entre sus cometidos.

El rifirrafe entre Draghi y Mnuchin es relevante, aunque no vaya a provocar una guerra de divisas. La acusación velada del presidente del BCE demuestra que quiere un médico para fortalecer al dólar y que está preocupado por el euro y por su volatilidad. Esta puede tener implicaciones para la estabilidad de precios a medio plazo. También prueba que Draghi teme que la volatilidad contribuya a descontrolar la recuperación de la economía en la zona euro, claramente en fase expansiva.

No es de extrañar que, en este contexto, Draghi huya de las devaluaciones competitivas como de la peste, más aún cuando el presidente del BCE siempre ha defendido en público que el tipo de cambio debe ser una consecuencia de la política monetaria, nunca el objetivo.

Cabe esperar que esta tensión entre Europa y EE UU sea sólo sea dialéctica, que Mnuchin recuerde que los acuerdos que se firman están para cumplirse y que mida sus palabras. De lo contrario, no podrá evitar que le culpen de movimientos como el del banco HSBC, que acaba de rebajar sus pronósticos del tipo de cambio del dólar frente al euro, la libra y el yen para 2018 debido a la posible devaluación competitiva. Mnuchin debe andarse con mucho tacto, no vaya a hacer daño a ese billete verde que tanto quiere.

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