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Opinión

Jaime Caruana el afortunado

Hay personas que siempre caen de pie. Hagan lo que hagan.Por ejemplo, el valenciano Jaime Caruana

Hay personas que siempre caen de pie. Hagan lo que hagan.Por ejemplo, el valenciano Jaime Caruana. En lo que llevamos de siglo, no ha dejado la poltrona. Siempre en un lugar destacado. Ya camino de la jubilación -este año cumple los 66-, acaba de ser recompensado con un retiro lujoso, a no ser que su nombramiento conlleve en el futuro nuevas responsabilidades en esa entidad, como consejero independiente de BBVA, el segundo banco de España.

Jaime Caruana entró en el nuevo milenio como gobernador del Banco de España. Allí estuvo seis años, hasta 2006. Rodrigo Rato, que como vicepresidente del Gobierno lo había aupado al citado cargo, se lo llevó consigo a Washington en su nada gloriosa etapa como director gerente del Fondo Monetario Internacional. Lo nombró en agosto de 2006 director del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital. Hasta 2009. Entre ese año y 2017, ocupó la dirección general del Banco de Pagos Internacionales. Con esta trayectoria, parece una sabia decisión del presidente del BBVA, Francisco González, tenerlo en el consejo del banco. Sin embargo, cabría preguntarse qué hizo en esos cargos que le han dado tanto relumbrón.

Desde luego, no se puede decir que Caruana tuviera una actuación brillante en sus años al frente del Banco de España. Aunque el foco se ha puesto en su sucesor, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, lo cierto es que MAFO apenas disfrutó un año del cargo, dado que la crisis se inició en 2007. En realidad, le tocó gestionar la miseria. Es decir, la reconversión del sistema financiero. Cabe preguntarse, con la excepción de la salida a Bolsa de Bankia (claramente, un engaño tolerado por el supervisor), qué habrían hecho otros en su lugar. Tenía las manos muy atadas, fundamentalmente, porque su antecesor no hizo los deberes.

Más allá de la politización, hay dos factores que contribuyeron a la ruina de las cajas de ahorros, el principal agujero negro de la crisis financiera. Uno de ellos fue la insuficiente estructura de capital de estas entidades, que, a diferencia de los bancos, no podían recurrir al mercado cuando precisaron capitalizarse. Ante esta traba, cuyo origen está en la propiedad, algunas buscaron alternativas como las preferentes o, en el caso de la CAM, las cuotas participativas, que se convirtieron en trampas para sus clientes. El otro hecho clave es que desde las provisiones anticíclicas introducidas por Luis Ángel Rojo, el antecesor de Caruana, no se adoptaron medidas restrictivas del crédito. Dicho de otra forma y como denunciaron en su día los inspectores del Banco de España, el supervisor, bajo el gobierno del valenciano, no tomó decisión alguna para frenar la burbuja inmobiliaria y los excesos en el crédito al sector de la construcción.

Esa era una de sus misiones prioritarias y no hizo nada. Probablemente, si hubiera actuado durante los seis años de su mandato, que fue cuando se gestaron los desmanes, algunas entidades financieras no habrían llegado en el estado agónico en que lo hicieron al comienzo de la crisis. Después todo no fue más que boquear en busca de un oxígeno que desapareció conforme la recesión cobraba magnitud.

Tras dejar al sistema financiero español en una situación de debilidad máxima para afrontar la crisis, como se supo después, Caruana se fue al FMI en la etapa final del mandato de Rato, quien dejó el cargo en 2007 sin dar explicaciones con destino a los consejos de varias entidades hasta que en enero de 2010 se aupó a la presidencia de Caja Madrid. Pasado el tiempo, el propio Fondo Monetario Internacional criticó con dureza la etapa del político del PP como director gerente por su incapacidad para prevenir la crisis. En su último año, uno de sus principales colaboradores no fue otro que el ahora premiado por el BBVA Jaime Caruana.

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