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Opinión

La curiosidad mató al gato

Marcarse objetivos claros y con nombre y apellido supone la mitad del éxito de nuestra inversión

Muchas veces he hablado sobre la importancia de saber qué queremos obtener con nuestro dinero y en qué plazos. Así, marcarse objetivos claros y con nombre y apellido supone la mitad del éxito de nuestra inversión y la otra mitad es establecer la mejor estrategia posible para cumplir con esas metas. Por el contrario, uno de los riesgos más frecuentes radica en abandonar el plan antes de tiempo, ya sea porque se nos cruza en el camino algo que aparentemente nos hará ganar más en menos tiempo o porque sucumbimos a uno de los momentos de pánico irracional que regularmente se producen en los mercados.

Esto me recuerda a un día en que salí a pasear por la montaña con un amigo para hacer una excursión cuya ruta teníamos perfectamente planificada. Al poco de ponernos en marcha, mi amigo, que no conocía la zona, empezó a insistir en que si tomábamos lo que parecía un atajo avanzaríamos más deprisa? Pero de atajo nada: al final acabamos perdidos y regresando a casa frustrados por nuestro fracaso. Más tarde le pregunté por qué había decidido que cambiáramos la ruta: «Yo, a diferencia de ti, voy pendiente del camino por si podemos acortar», me dijo, a lo que yo contesté: «Recuerda que la curiosidad mató al gato».

A menudo, junto con otros compañeros, reflexionamos sobre el motivo que lleva a muchos clientes a abandonar la estrategia definida y todos llegamos a una conclusión similar: tan malo es estar todo el día pendiente de la inversión como desentenderse completamente de ella. Pero en la gestión del ahorro quizás el exceso de atención sea peor? En ese sentido hay estudios que concluyen que los inversores que miran de una a varias veces al día sus activos tienen rentabilidades menores, pues son más propensos a abandonar la estrategia según soplan los vientos. Sin embargo, los que revisan su inversión con perspectiva, y menos frecuencia, son capaces de aguantar mejor sin perder de vista su objetivo, independientemente del «ruido» del momento.

Con esto no quiero decir que debamos olvidarnos de nuestras inversiones, ni mucho menos, pero nunca se ha de perder de vista el objetivo que nos hemos marcado para nuestro dinero, ya sea la jubilación, los estudios de nuestros hijos, la adquisición de algo o un viaje de ensueño.

Con frecuencia les comento a mis clientes que lo importante es ese fin y la inversión solo el medio para obtenerlo. Sé que es difícil resistirse a los vaivenes del mercado y ser fiel a la estrategia que nos permitirá cumplir nuestros sueños; pero es el camino del éxito. Por eso, es recomendable no estar todo el día ante la pantalla con la obsesión de si hoy ganamos o perdemos. La curiosidad „en este caso„ es mala consejera.

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